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Lea la Biblia en un año : 145º día

Sociedad con Dios

Números 34

Límites del país

34 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Da las siguientes instrucciones a los israelitas: cuando entren en la tierra de Canaán, la cual les doy como su preciada posesión, estos serán los límites. La porción sureña de su país se extenderá desde el desierto de Zin, a lo largo del límite con Edom. La frontera sur empezará al oriente del mar Muerto,[a] y se extenderá hacia el sur, pasando por el paso de los Escorpiones[b] rumbo a Zin. El extremo sur será Cades-barnea y de allí seguirá a Hazar-adar hasta llegar a Asmón. De Asmón, el límite girará hacia el arroyo de Egipto y terminará en el mar Mediterráneo.[c]

»La frontera occidental será la costa del mar Mediterráneo.

»La frontera norte empezará en el mar Mediterráneo y se extenderá hacia el oriente hasta el monte Hor y luego a Lebo-hamat pasando por Zedad y Zifrón hasta Hazar-enán. Esta será la frontera norte.

10 »El límite oriental empezará en Hazar-enán y se extenderá al sur hasta Sefam 11 y bajará a Ribla al oriente de Aín. De allí la frontera descenderá a lo largo de la orilla oriental del mar de Galilea,[d] 12 y luego a lo largo del río Jordán hasta llegar al mar Muerto. Estos son los límites de su tierra».

13 Entonces Moisés les dijo a los israelitas: «Este territorio es la patria que se repartirá por sorteo sagrado entre ustedes. El Señor ordenó que la tierra sea repartida entre las nueve tribus y media restantes. 14 Las familias de las tribus de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés ya recibieron sus porciones de tierra 15 al oriente del río Jordán, frente a Jericó hacia la salida del sol».

Líderes para repartir la tierra

16 Entonces el Señor le dijo a Moisés: 17 «El sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun, son los hombres designados para repartir las porciones de tierra entre el pueblo. 18 Además, recluta a un líder de cada tribu para que los ayude con la tarea. 19 Estas son las tribus y los nombres de los líderes:

Salmos 78

Salmo[a] de Asaf.

78 Oh pueblo mío, escucha mis enseñanzas;
    abre tus oídos a lo que digo,
    porque te hablaré por medio de una parábola.
Te enseñaré lecciones escondidas de nuestro pasado,
    historias que hemos oído y conocido,
    que nos transmitieron nuestros antepasados.
No les ocultaremos estas verdades a nuestros hijos;
    a la próxima generación le contaremos
de las gloriosas obras del Señor,
    de su poder y de sus imponentes maravillas.
Pues emitió sus leyes a Jacob;
    entregó sus enseñanzas a Israel.
Les ordenó a nuestros antepasados
    que se las enseñaran a sus hijos,
para que la siguiente generación las conociera
    —incluso los niños que aún no habían nacido—,
    y ellos, a su vez, las enseñarán a sus propios hijos.
De modo que cada generación volviera a poner su esperanza en Dios
    y no olvidara sus gloriosos milagros,
    sino que obedeciera sus mandamientos.
Entonces no serán obstinados, rebeldes e infieles
    como sus antepasados,
    quienes se negaron a entregar su corazón a Dios.

Los guerreros de Efraín, aunque estaban armados con arcos,
    dieron la espalda y huyeron el día de la batalla.
10 No cumplieron el pacto de Dios
    y se negaron a vivir según sus enseñanzas.
11 Se olvidaron de lo que él había hecho,
    de las grandes maravillas que les había mostrado,
12 de los milagros que hizo para sus antepasados
    en la llanura de Zoán, en la tierra de Egipto.
13 Partió en dos el mar y los guio a cruzarlo
    ¡mientras sostenía las aguas como si fueran una pared!
14 Durante el día los guiaba con una nube,
    y toda la noche, con una columna de fuego.
15 Partió las rocas en el desierto para darles agua
    como de un manantial burbujeante.
16 Hizo que de la roca brotaran corrientes de agua,
    ¡y que el agua fluyera como un río!

17 Sin embargo, ellos siguieron pecando contra él,
    al rebelarse contra el Altísimo en el desierto.
18 Tercamente pusieron a prueba a Dios en sus corazones,
    al exigirle la comida que tanto ansiaban.
19 Hasta hablaron en contra de Dios al decir:
    «Dios no puede darnos comida en el desierto.
20 Por cierto, puede golpear una roca para que brote agua,
    pero no puede darle pan y carne a su pueblo».
21 Cuando el Señor los oyó, se puso furioso;
    el fuego de su ira se encendió contra Jacob.
    Sí, su enojo aumentó contra Israel,
22 porque no le creyeron a Dios
    ni confiaron en su cuidado.
23 Pero él ordenó que se abrieran los cielos;
    abrió las puertas del cielo.
24 Hizo que lloviera maná para que comieran;
    les dio pan del cielo.
25 ¡Se alimentaron con comida de ángeles!
    Dios les dio todo lo que podían consumir.
26 Soltó el viento del oriente en los cielos
    y guio al viento del sur con su gran poder.
27 ¡Hizo llover tanta carne como si fuera polvo
    y cantidad de aves como la arena a la orilla del mar!
28 Hizo caer las aves dentro del campamento
    y alrededor de sus carpas.
29 El pueblo comió hasta saciarse;
    él les dio lo que se les antojaba.
30 Pero antes de que saciaran su antojo,
    mientras aún tenían la comida en la boca,
31 la ira de Dios aumentó contra ellos,
    e hirió de muerte a sus hombres más fuertes;
    derribó a los mejores jóvenes de Israel.

32 Sin embargo, el pueblo siguió pecando;
    a pesar de sus maravillas, se negaron a confiar en él.
33 Entonces, hizo que la vida de ellos terminara en fracaso,
    y sus años, en horror.
34 Cuando Dios comenzó a matarlos,
    finalmente lo buscaron.
    Se arrepintieron y tomaron en serio a Dios.
35 Entonces recordaron que Dios era su roca,
    que el Dios Altísimo[b] era su redentor.
36 Pero todo fue de dientes para afuera;
    le mintieron con la lengua.
37 Con el corazón no eran leales a él;
    no cumplieron su pacto.
38 Sin embargo, él tuvo misericordia y perdonó sus pecados,
    y no los destruyó a todos.
Muchas veces contuvo su enojo
    y no desató su furia.
39 Se acordó de que eran simples mortales
    que desaparecen como una ráfaga de viento que nunca vuelve.

40 Oh, cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto
    y entristecieron su corazón en esa tierra seca y baldía.
41 Una y otra vez pusieron a prueba la paciencia de Dios
    y provocaron al Santo de Israel.
42 No se acordaron de su poder
    ni de cómo los rescató de sus enemigos.
43 No recordaron las señales milagrosas que hizo en Egipto
    ni sus maravillas en la llanura de Zoán.
44 Pues él convirtió los ríos en sangre,
    para que nadie pudiera beber de los arroyos.
45 Envió grandes enjambres de moscas para que los consumieran
    y miles de ranas para que los arruinaran.
46 Les dio sus cultivos a las orugas;
    las langostas consumieron sus cosechas.
47 Destruyó sus vides con granizo
    y destrozó sus higueras con aguanieve.
48 Dejó su ganado a merced del granizo,
    sus animales, abandonados a los rayos.
49 Desató sobre ellos su ira feroz,
    toda su furia, su enojo y hostilidad.
Envió contra ellos
    a un grupo de ángeles destructores.
50 Se enfureció contra ellos;
    no perdonó la vida de los egipcios,
    sino que los devastó con plagas.
51 Mató al hijo mayor de cada familia egipcia,
    la flor de la juventud en toda la tierra de Egipto.[c]
52 Pero guio a su propio pueblo como a un rebaño de ovejas;
    los condujo a salvo a través del desierto.
53 Los protegió para que no tuvieran temor;
    en cambio, sus enemigos quedaron cubiertos por el mar.
54 Los llevó a la frontera de la tierra santa,
    a la tierra de colinas que había conquistado para ellos.
55 A su paso expulsó a las naciones de esa tierra,
    la cual repartió por sorteo a su pueblo como herencia
    y estableció a las tribus de Israel en sus hogares.

56 Pero ellos siguieron tentando al Dios Altísimo y rebelándose contra él;
    no obedecieron sus leyes.
57 Le dieron la espalda y fueron tan infieles como sus padres;
    eran tan poco fiables como un arco torcido.
58 Hicieron enojar a Dios al construir santuarios a otros dioses;
    con sus ídolos lo pusieron celoso.
59 Cuando Dios los oyó, se enojó mucho,
    y rechazó a Israel por completo.
60 Entonces abandonó su morada en Silo,
    el tabernáculo donde había vivido en medio de su pueblo.
61 Permitió que el arca de su poder fuera capturada;
    cedió su gloria a manos enemigas.
62 Entregó a su pueblo para que los masacraran a espada,
    porque estaba muy enojado con su propio pueblo, su posesión más preciada.
63 A los jóvenes los mataron con fuego;
    las muchachas murieron antes de entonar sus canciones de boda.
64 Masacraron a los sacerdotes,
    y sus viudas no pudieron llorar su muerte.

65 Entonces el Señor se levantó como si despertara de un sueño,
    como un guerrero que vuelve en sí de una borrachera.
66 Derrotó a sus enemigos en forma aplastante
    y los mandó a la vergüenza eterna.
67 Pero rechazó a los descendientes de José;
    no escogió a la tribu de Efraín.
68 En cambio, eligió a la tribu de Judá,
    y al monte Sion, al cual amaba.
69 Allí construyó su santuario tan alto como los cielos,
    tan sólido y perdurable como la tierra.
70 Escogió a su siervo David
    y lo llamó del redil.
71 Tomó a David de donde cuidaba a las ovejas y a los corderos
    y lo convirtió en pastor de los descendientes de Jacob:
    de Israel, el pueblo de Dios.
72 Lo cuidó con sinceridad de corazón
    y lo dirigió con manos diestras.

Isaías 26

Canto de alabanza al Señor

26 En aquel día, todos en la tierra de Judá cantarán esta canción:

¡Nuestra ciudad es fuerte!
    Estamos rodeados por las murallas de la salvación de Dios.
Abran las puertas a todos los que son justos;
    dejen entrar a los fieles.
¡Tú guardarás en perfecta paz
    a todos los que confían en ti,
    a todos los que concentran en ti sus pensamientos!
Confíen siempre en el Señor,
    porque el Señor Dios es la Roca eterna.
Él humilla a los orgullosos
    y derriba a la ciudad arrogante;
    él la echa al polvo.
Los pobres y los oprimidos la pisotean,
    y los necesitados caminan sobre ella.

Sin embargo, para los que son justos,
    el camino no es empinado ni accidentado.
Tú eres Dios. Haces lo que es justo
    y allanas el camino delante de ellos.
Señor, mostramos nuestra confianza en ti al obedecer tus leyes;
    el deseo de nuestro corazón es glorificar tu nombre.
Te busco por la noche;
    en la mañana[a] te busco de todo corazón.
Pues solo cuando tú vengas a juzgar la tierra,
    la gente aprenderá lo correcto.
10 Tu bondad con los malvados
    no los lleva a hacer el bien.
Aunque otros hagan el bien, los malvados siguen haciendo el mal
    y no les importa la majestad del Señor.
11 Oh Señor, ellos no prestan ninguna atención a tu puño levantado.
    Demuéstrales tu fervor por defender a tu pueblo;
entonces quedarán avergonzados.
    Que tu fuego consuma a tus enemigos.

12 Señor, tú nos concederás la paz;
    en realidad, todo lo que hemos logrado viene de ti.
13 Oh Señor, Dios nuestro, otros nos han gobernado,
    pero tú eres el único a quien adoramos.
14 Aquellos a quienes servimos antes, están muertos y bajo tierra;
    ¡sus espíritus difuntos nunca volverán!
Tú los atacaste y los destruiste,
    y hace tiempo que pasaron al olvido.
15 Oh Señor, tú hiciste grande nuestra nación;
    así es, tú nos hiciste grandes.
Tú extendiste nuestras fronteras,
    ¡y te damos toda la gloria!

16 Señor, en nuestra angustia te hemos buscado;
    bajo la carga de tu disciplina hemos orado.
17 Como la mujer embarazada
    se retuerce y grita de dolor mientras da a luz,
    así estábamos en tu presencia, Señor.
18 También nosotros nos retorcemos de agonía,
    pero nuestros sufrimientos no resultan en nada.
No le hemos dado salvación a la tierra,
    ni le trajimos vida al mundo.
19 Pero los que mueren en el Señor vivirán;
    ¡sus cuerpos se levantarán otra vez!
Los que duermen en la tierra
    se levantarán y cantarán de alegría.
Pues tu luz que da vida descenderá como el rocío
    sobre tu pueblo, en el lugar de los muertos.

Restauración para Israel

20 Ve a tu casa, pueblo mío,
    ¡y pon cerrojo a tus puertas!
Escóndete por un breve tiempo,
    hasta que haya pasado el enojo del Señor.
21 ¡Miren! El Señor viene del cielo
    para castigar a la gente de la tierra por sus pecados.
La tierra no seguirá escondiendo a los asesinados;
    los sacará a la vista de todos.