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Cuidado adolescencia a la vista

Y si no está de acuerdo con la idea, bueno...  ¡Él tendrá que crecer primero!

Cuidado adolescencia a la vista

¡CUIDADO! ADOLESCENCIA A LA VISTA. Un hijo mira hacia ti como si dijese: “¡Yo no aguanto más!” Y todo lo que puedes hacer es contar hasta diez y recordar lo que tus amigas y parientes te decían respecto al terrible comportamiento de sus hijos adolescentes. Pero, ¿por qué tienes que aceptar esa falta de respeto de tu propio hijo?  ¿Por qué esperar para ver lo que va a pasar después de esta fase? ¿Por qué estar obligada a pasar por las mismas aflicciones que las demás personas pasaron? No acepto – ya lo dije y voy a continuar diciéndolo. Fui criticada varias veces debido a eso, pero ¡me niego a aceptar que tenga que pasar por las mismas dificultades por las que los padres no-cristianos pasan! Es simplemente ridículo.  Es como si un niño fuese lo suficientemente adulto para hacer lo que quiera. Respóndeme con sinceridad: ¿Puedes aceptar la idea de que un adolescente tenga el suficiente conocimiento del mundo como para guiar su propia vida? Es obvio que no. Es solamente un adolescente, es decir, está en una fase que antecede a la fase adulta. Lo que hace o deja de hacer va a influirle mucho en su vida cuando sea adulto.

Si tú eres del tipo de madre que admites que tu hijo adolescente te domine, ten la certeza de que le estás proporcionando un pésimo comienzo. En breve, no respetará a nadie y eso será un obstáculo para su vida espiritual, pues si no es capaz de respetarte a ti, ¿cómo respetará a Dios? Las idas a la iglesia caerán en el olvido y perderán totalmente el sentido para él. Ésta es la razón por la que muchos jóvenes que fueron prácticamente criados en la iglesia viven una vida que nos causa espanto. Jóvenes deprimidos, fracasados, llenos de ira y que avergüenzan a sus padres cada vez que muestran total indiferencia hacia Dios.

Seamos padres y madres de verdad, no cualquier padre o madre. Si te das cuenta de que tu hijo está yendo por el camino equivocado agárralo del brazo y tráelo por el buen camino, mientras todavía es joven y está bajo tus cuidados.  Si más tarde, cuando sea adulto y responsable de su propia vida, decide que no quiere seguir a Dios, por lo menos tú podrás decir: “¡Yo hice mi parte!”

Si tú eres del tipo de madre que admites que tu hijo adolescente te domine, ten la certeza de que le estás proporcionando un pésimo comienzo. En breve, no respetará a nadie y eso será un obstáculo para su vida espiritual, pues si no es capaz de respetarte a ti, ¿cómo respetará a Dios? Las idas a la iglesia caerán en el olvido y perderán totalmente el sentido para él. Ésta es la razón por la que muchos jóvenes que fueron prácticamente criados en la iglesia viven una vida que nos causa espanto. Jóvenes deprimidos, fracasados, llenos de ira y que avergüenzan a sus padres cada vez que muestran total indiferencia hacia Dios.

Seamos padres y madres de verdad, no cualquier padre o madre. Si te das cuenta de que tu hijo está yendo por el camino equivocado agárralo del brazo y tráelo por el buen camino, mientras todavía es joven y está bajo tus cuidados.  Si más tarde, cuando sea adulto y responsable de su propia vida, decide que no quiere seguir a Dios, por lo menos tú podrás decir: “¡Yo hice mi parte!”

Me gustaría dar soporte a esta teoría a través de mi propia experiencia como adolescente. Yo fui educada para respetar a mis padres incondicionalmente y cada vez que no los respetaba, ellos no ignoraban mi falta de respeto – era siempre reprendida en el mismo momento. Y si no me gustaba la reprensión, ¡era reprendida dos veces! Y funcionó, dio resultado. No me convertí en una adolescente problemática; al contrario, acabé conociendo a Dios durante mi adolescencia.

No es una cuestión de forzar a nuestro hijo a creer en Dios y a frecuentar la iglesia; es simplemente una cuestión de encaminarlo con firmeza a ser niño y hacerle entender que él no es mejor que sus padres, que no es lo suficiente maduro y sabio como para saber todas las respuestas y lo que es mejor para su vida. Yo no fuerzo a mi hijo a hacer ninguna cosa en la iglesia; al contrario, espero que se comporte como el niño que es. Y si no está de acuerdo con la idea, bueno…  ¡Él tendrá que crecer primero!

Continuará… 
Libro: Mejor que comprar zapatos
Autor: Cristiane Cardoso
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