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Un Brillo Especial

Un Brillo Especial

A partir del momento en que ella entra por la puerta, el lugar queda inmediatamente iluminado y su brillo es visible para todas las personas. Nadie consigue explicar qué es tan especial en su manera de hablar y sonreír. Es inevitable que sonría cuando te mira – no necesariamente porque te conozca, sino, simplemente, su forma de ser, es su brillo.  Te sientes especial simplemente por su manera de hablar, incluso sabiendo que eres igual que todo el mundo.  Y cuando está triste, es casi imposible notarlo, a no ser que la conozcas muy bien. Está muy segura de sí misma y de todo lo que hace.  No es sorprendente que otras mujeres intenten ser iguales que ella. Aunque su brillo no consista en tener belleza y popularidad, siempre está llamando la atención de todos.

¿Has encontrado a alguien así? ¿No es un privilegio conocerla? Es un placer estar cerca de una persona así, conocerla mejor, tenerla como profesora… Acabas queriendo ser igual a ella. Ahora bien, ¿qué tiene que la hace tan especial?  ¿Qué brillo es ese tan raro y difícil de conseguir? Es el Espíritu Santo. Una persona que está llena del Espíritu de Dios posee un brillo especial, es fructífera y todos a su alrededor se benefician de sus frutos. El fruto del Espíritu Santo es

“amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio” (Gálatas 5:22,23).

Ése es el brillo que la mujer de Dios tiene. No todas lo poseen, no todas las mujeres ven la necesidad de tenerlo, no todas lo buscan y, por eso, ¡es tan especial y raro de encontrar! Yo conozco a mujeres que tienen ese brillo y puedo afirmar que destacan entre todas las demás.

Su amor hacia Dios y hacia todo lo que Él creó es fácil de percibir, pues vive para mostrar ese amor. Su alegría es natural, nunca forzada. En momentos difíciles, su paz trae ánimo a las personas. Su longanimidad con aquéllos que son más débiles en la fe, revela su lado maternal. Su benignidad para los demás, independientemente del color o la nacionalidad, es muy admirada. Su bondad para servir a todos y cualquiera que se encuentre en su camino, demuestra que es una sierva de Dios. Su fidelidad respecto a las responsabilidades que recibe, demuestra su espíritu excelente.  Su mansedumbre al hablar y al relacionarse con las personas hace que éstas se aproximen a ella. Su dominio propio revela su madurez espiritual.

Muchas mujeres dicen que tienen el Espíritu Santo, pero están siempre tristes, enfadadas, confusas, ansiosas y malhumoradas. ¿Cómo puede ser? Está claro que aquéllas que tienen el Espíritu Santo dan sus frutos. ¡No puede ser de otra manera! Hay mujeres capaces de hundir a otras personas cada vez más, en lugar de levantarlas. Algunas nos avergüenzan cuando dicen que son cristianas. Nunca se alegran por los demás y rehúsan ayudar a quienes no pertenecen a su familia. Cualquier responsabilidad que se les da, seguramente será hecha de cualquier manera, pues sólo piensan en sí mismas.

¿Quieres tener ese brillo especial?  Entonces busca al Espíritu Santo – ¡y sólo ten la seguridad de haberlo recibido cuando comiences a ver Su fruto en tu vida!

Continuará…

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Autor: Cristiane Cardoso

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