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La explosión generó grandes olas en el Pacífico y alertó a países desde Estados Unidos hasta Chile
La erupción del volcán submarino en el archipiélago de Tonga, una nación compuesta por 170 islas en unos 700,000 kilómetros cuadrados en el Pacífico Sur, fue captada por satélites y provocó grandes olas, dejando a Tonga sin energía eléctrica y con una comunicación intermitente desde entonces.
Asimismo, la fuerte explosión del volcán, llamado Hunga-Tonga-Hunga-Ha’apai, puso en alerta de posible tsunami a países, desde Japón, hasta Estados Unidos y Chile. En Estados Unidos se aconsejó entonces a quienes viven cerca de la costa oeste del país que se alejaran de la playa como medida de precaución. En tanto, en Japón, se dañaron diversas embarcaciones en Muroto, en la prefectura de Kochi, con olas de 1.2 metros.
En Perú, se produjo un derrame de petróleo frente a la costa del Pacífico durante la descarga de crudo de un buque debido a los fuertes oleajes provocados por la erupción. El derrame se controló de inmediato, pero continúan las labores de control y limpieza.
Las olas de tsunami azotaron la costa de Tonga y obligaron a la población a huir hacia terrenos más elevados. Sin embargo, no hubo reportes de muertos ni heridos, aunque persisten las preocupaciones sobre el destino de algunas personas que radican en las zonas más cercanas del volcán dentro del archipiélago.
Después de la explosión se formó una gigantesca columna de cenizas y tras el paso de las olas en las islas, los pobladores del archipiélago empezaron las labores de limpieza.
Cuando la columna de cenizas lo permitió, las fuerzas armadas de Nueva Zelanda enviaron un vuelo de reconocimiento a Tonga para evaluar la magnitud de los daños tras la erupción del volcán submarino.
Tras la explosión, fue posible escuchar un estruendo sónico en sitios tan lejanos como Alaska, y la fuerza del volcán envió ondas expansivas por todo el planeta en dos ocasiones, alterando la presión atmosférica, lo que podría haber contribuido a disipar brevemente la neblina de Seattle, según el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos.
Asimismo, se detectaron olas más grandes en lugares tan remotos e improbables como el Caribe debido a los cambios de presión generados por la erupción.
En ocasiones, las erupciones volcánicas enormes pueden causar cierto enfriamiento global al ingresar dióxido de azufre a la estratósfera. Sin embargo, los científicos señalaron que no creen que la erupción tenga un impacto significativo sobre el clima global.
En el caso de la erupción de Tonga, los primeros datos satelitales indican que la cantidad de dióxido de azufre liberado tendría un efecto mínimo, quizá de 0.01 Celsius (0.02 Fahrenheit) en el enfriamiento promedio del planeta, explicó a The Associated Press Alan Robock, profesor de la Universidad de Rutgers.
Imágenes satelitales captaron la espectacular erupción submarina del sábado, en la que se ven las ondas expansivas recorrer el planeta rápidamente desde el remoto Pacífico Sur.
