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La prioridad de Dios: salvar almas (Parte 2)

Se ha vuelto un problema cada vez mayor en la actualidad el número de obreros/as, pastores y esposas de pastores que no nacieron de Dios y no fueron bautizados con el Espíritu Santo.

La prioridad de Dios: salvar almas (Parte 2)

(Parte 2)

Se ha vuelto un problema cada vez mayor en la actualidad el número de obreros/as, pastores y esposas de pastores que no nacieron de Dios y no fueron bautizados con el Espíritu Santo. A causa de esa condición, es obvio que ellos no serán guiados a la voluntad del Altísimo y no tendrán fuerzas para permanecer en el sacrificio continuo que el Altar exige. Esas personas pueden incluso tener un buen carácter y una buena intención, pero, sin la regeneración y sin el Espíritu de Dios, no darán frutos verdaderos para Él.

Es necesario entender que el Señor Jesús no Se satisface con cualquier resultado:

“Vosotros no Me escogisteis a Mí, sino que Yo os escogí a vosotros, y os designé para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca…” – Juan 15:16

El Salvador deja en claro que Él desea frutos permanentes; para eso, nuestro trabajo debe tener calidad, con el fin de atravesar la eternidad.

El énfasis respecto a los frutos es tan grande que, cierta vez, Jesús llegó a mencionar que aquel que creyera haría las mismas obras que Él hizo e incluso mayores (Juan 14:12).

Es exactamente lo que vemos en Hechos de los Apóstoles, cuando los discípulos atienden de modo inmediato la orden del Señor Jesús de llevar a todos Su Palabra después del día de Pentecostés. Ellos no se limitaron a la región de Judea o de Samaria; se esparcieron por todo el mundo conocido de la época.

En una única prédica de Pedro, en Jerusalén, después del día de Pentecostés, por ejemplo, tres mil personas se convirtieron (Hechos 2:14-41). Además, por las manos de los apóstoles, Dios realizaba señales y prodigios, pues ellos habían sido bautizados con el mismo Espíritu que estaba en Jesús.

De la misma forma, necesitamos actuar hoy. No podemos ser un peso muerto en la Obra del Señor; personas que solo suman el rol de miembros, pero que no reaccionan a las necesidades de Su Iglesia; al contrario, necesitamos ser aquellos que conducirán a las personas de la muerte a la vida eterna. Pero eso solo será posible si tenemos el Espíritu de Dios.

Si aún no ha leído la primera parte, ingrese en el siguiente link: La prioridad de Dios: Salvar almas Parte 1

Mensaje substraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)

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