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Cuba vive un éxodo migratorio masivo

El deterioro económico motiva que unas 180.000 personas hayan huido de la isla en el último año, un número superior al de crisis anteriores.

Cuba vive un éxodo migratorio masivo

La crisis migratoria que vive Cuba está pulverizando todas las marcas. En los últimos 11 meses, cerca de 180.000 cubanos entraron a Estados Unidos de forma ilegal por la frontera mexicana y otros 8.000 lo intentaron por vía marítima. Son cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

A ellas se suman datos recientes de la Guardia Costera de EE.UU. que indican que desde octubre del año pasado 5.421 balseros cubanos fueron interceptados en alta mar tratando de cruzar el estrecho de la Florida en frágiles embarcaciones (unos 3.000 lograron tocar tierra firme), cifra que supera la del total de balseros detenidos en los últimos cinco años. Se trata de un éxodo sin precedentes: esta crisis migratoria es mayor que todas las anteriores, incluida la del Mariel y la Crisis de las balsas juntas: durante la primera, en 1980, 125.000 cubanos abandonaron la isla, y en la segunda, en 1994, lo hicieron 35.000.

Casi a diario en la prensa cubana y estadounidense salen noticias de deportaciones, naufragios, operaciones de tráfico de personas y duros testimonios de las arriesgadas aventuras vividas por los emigrantes cubanos durante las travesías por mar o por tierra, en este caso cruzando fronteras centroamericanas hasta llegar a México, en su intento desesperado por llegar a EE.UU. Decenas de cubanos, probablemente cientos, han perdido la vida ahogados en el mar, cruzando el río Bravo o a manos del crimen organizado que controla la emigración ilegal en la región. Las exhortaciones de ambos gobiernos para detener el éxodo son cada vez mayores. Pero la gente continúa intentándolo.

Con la situación desbordada, el pasado jueves 8 de septiembre Cuba y EE.UU. realizaron en La Habana un “encuentro técnico” entre Tropas Guardafronteras cubanas y el Servicio de Guardacostas estadounidense para “incrementar la cooperación bilateral” en la lucha contra la emigración irregular, el tráfico de personas y drogas, así como la búsqueda y el salvamento marítimo. Según un comunicado oficial cubano, la reunión se celebró “en un clima respetuoso y profesional” y fue provechosa. “Las delegaciones de ambos países destacaron la utilidad de estos encuentros y coincidieron en la importancia de avanzar en la cooperación en esta área”, además de acordar “continuar con estos encuentros técnicos en el futuro”, informó el Gobierno cubano.

Desde siempre, el tema migratorio ha sido clave en las turbulentas relaciones entre Cuba y Estados Unidos, pero ahora quizás lo es más que nunca. La magnitud del descalabro actual, que derivó en las históricas protestas contra el Gobierno el 11 de julio del año pasado, no tiene parangón. El 11-J marcó un antes y un después en Cuba, y ahí están las cifras migratorias, que hablan por sí solas.

En el año fiscal 2020, 14.000 cubanos entraron ilegalmente a EE.UU. por la frontera mexicana. En 2021 fueron 39.300, y hasta agosto de 2022 (el año fiscal comenzó el 1 de octubre del año pasado y termina el próximo 30 de septiembre) cerca de 180.000 emigrantes han ingresado por la frontera sur. Según las autoridades norteamericanas, si se sigue al actual ritmo, 2022 podría cerrarse con un récord absoluto de más de 200.000 cubanos en situación irregular. Los datos de balseros interceptados por guardacostas son igualmente reveladores. En el año 2017 fueron detenidos 1.468 cubanos; en 2018, 259; 313 en 2019; solo 49 en 2020 y 838 balseros en 2021. En solo 11 meses del presente año fiscal, ya van 5.421.

No hay duda de que la actual crisis migratoria es la mayor vivida hasta ahora desde que triunfó la revolución. Tampoco la hay de que las condiciones que la alientan tienen difícil solución. Las penurias económicas, los apagones draconianos, la inflación desbocada, la escasez de artículos de primera necesidad y de medicinas, el deterioro de los servicios de salud, el agotamiento y la falta de esperanza de la sufrida población cubana, sobre todo de los más jóvenes, no parece que vayan a cambiar a corto plazo. El pesimismo es general, y muchos jóvenes sienten que marcharse es la única opción para mejorar. Un drama que hipoteca el futuro del país.

La Habana culpa a Washington de exacerbar el flujo de emigrantes ilegales por el incumplimiento del acuerdo bilateral que estipula la entrega de 20.000 visados anuales a ciudadanos cubanos, y por el mantenimiento de la ley de Ajuste Cubano, que beneficia a los cubanos y les permite obtener la residencia permanente al año y un día de entrar al país, aunque lo hayan hecho ilegalmente. Eso, y el recrudecimiento del embargo, al que el Gobierno de La Habana echa la culpa de todos sus males.

Mientras ambos gobiernos siguen inamovibles en su viejo desacuerdo, los cubanos ven que el tiempo pasa, el éxodo crece y ellos cada vez viven peor.

 

Fuente Consultada: The New York Times

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