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Una separación o un divorcio es siempre para los hijos una experiencia diferente que para los padres: la familia en la cual los niños nacieron, crecieron y vivieron toda su vida desaparece y cualquiera que fueran sus deficiencias, sienten que es la familia, que les brinda el apoyo y la seguridad que necesitan.
Esta disolución implica la transformación de la familia nuclear original, constituida por padres e hijos, en una familia con una estructura diferente: la familia binuclear, con dos núcleos representados por la casa de la mamá y la casa del papá. Este tipo de configuración familiar requiere, para ser viable, el ejercicio conjunto de la parentalidad o coparentalidad.
Es decir, la familia de la separación o el divorcio es viable, en tanto los padres cumplen conjuntamente las funciones de crianza. Los divorcios que afectan la coparentalidad se conocen como divorcios destructivos y sus consecuencias adversas para los hijos son irreparables
Cómo lograr que una separación no afecte a los niños
Miles de niños han experimentado, en carne propia, el divorcio o la separación de sus progenitores y, posiblemente, millones compartirán esta experiencia en el futuro.
Muchos hijos experimentarán, cuando menos, estrés transitorio que perturbe casi todos los aspectos de su vida. Muchos se adaptarán adecuadamente a estas nuevas circunstancias vitales, pero un porcentaje sustancial sufrirá efectos negativos a largo plazo. Muchos de los problemas de los hijos y sus familias pueden preverse, evitarse o aliviarse por intervención correcta y oportuna.
La forma de gestionar la ruptura de pareja y el tipo de relaciones que los miembros de la familia mantienen tras la separación, son la piedra angular del bienestar de los menores. Así, cuando la separación se realiza de una manera racional, centrada en satisfacer las necesidades de los hijos, tanto a nivel físico como emocional, la separación no les afectará. Por el contrario, cuando los adultos están más interesados en satisfacer sus necesidades materiales o emocionales, los hijos pueden estar en riesgo.
Para apoyar a nuestros niños después de un divorcio o separación, acordémonos de observarles, escucharlos, explicarles, prepararlos, cumplirles, protegerles y abrazarles. Y procuremos apoyo y ayuda, pues es difícil y toma tiempo, pero ¡sí se puede!
Fuente consultada: Pediatría Integral
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