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Con cada paso de fe, las bendiciones llegaron
Era un hombre que vivía con un dolor constante debido a una hernia en la columna, que afectaba mi movilidad y me estaba robando la sensación en mis pies. Los médicos me dieron un diagnóstico aterrador: me quedaban de tres a seis meses antes de quedar en una silla de ruedas. Esa preocupación por mi salud se sumaba a la angustia financiera que vivía. Mi situación económica era un desastre. El dinero que ganaba se esfumaba sin explicación, mis vehículos se descomponían uno tras otro, y parecía que nada de lo que intentaba saliría bien. Mi vida estaba estancada, y no lograba avanzar en ningún área.
En medio de este caos, fui invitado a participar en la Universal. Aunque en ese momento no entendía todo lo que sucedía, decidí hacer una prueba de fe y confiar en Dios. En poco tiempo, comencé a ver cambios. Mi salud mejoró notablemente y la movilidad en mis piernas regresó. Pero los cambios no fueron solo físicos. Poco después, me enteré de la Hoguera Santa de Israel, y con fe renovada, decidí participar sin miedo, confiando plenamente en lo que Dios podía hacer en mi vida.
Con cada paso de fe, las bendiciones llegaron. Logré establecer mi propio negocio, adquirí camiones de carga, maquinaria de construcción, terrenos, y empecé a emplear a más de 10 personas. La prosperidad llegó, y con ella, pude comprar mi casa y carros nuevos. Lo más importante fue que, tras años de dificultades, pude restaurar mi relación con mi familia.
Pero lo mejor de todo ocurrió cuando, tras un arrepentimiento sincero y una entrega total a Dios, recibí el Espíritu Santo. Hoy, soy una persona completamente diferente. Mi vida tiene propósito, paz y gratitud, y todo lo que tengo es gracias a Él. Sin Su Presencia, nada de esto hubiera sido posible.
Testimonio Juan Pérez.
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