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Obedecer y estar cerca del Altar

Antes de que lea este artículo, necesito que entienda algo muy importante sobre las disposiciones espirituales. Toda disposición que tenemos hacia lo espiritual proviene del propio Espíritu de Dios.

Antes de que lea este artículo, quiero que reflexione sobre dos preguntas: ¿Por qué alguien que asiste a la iglesia tiene problemas para obedecer y otros problemas espirituales? También, ¿por qué existe la terquedad dentro de nosotros cuando no debería existir?

Primeramente, cuando uno toma la decisión de asistir a la iglesia, el propósito es resolver o solucionar sus problemas espirituales que se han aferrado a su alma. Sin embargo, uno no tiene la capacidad de obedecer o buscar a Dios como debería o como Él orienta en su Palabra. Uno solo quiere hacer su voluntad y pretender que está obedeciendo, dejando la Palabra a un lado.

Pero, uno tiene que tomar la decisión de querer solucionar sus problemas como la Palabra orienta.

La Palabra de Dios nos orienta, “Así que, amados míos, tal como siempre habéis obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12).” Cuando uno está consciente de la obra que el Espíritu Santo realizó en su alma, entiende que fue para su salvación.  El enfoque de la fe debe ser en su alma, para que uno luche y obtenga su salvación. La salvación es siempre el enfoque principal, no los problemas o soluciones, porque cuando nos enfocamos en la salvación nos damos cuenta de que necesitamos un crecimiento espiritual. Además, el no crecer espiritualmente también nos preocupa porque sabemos que no tenemos la salvación.

Entonces, cuando asistimos a la iglesia, uno quiere estar cerca del altar, porque cuando estamos conscientes bíblicamente, entendemos que el altar representa al propio Dios. La Palabra dice: “…todo lo que toque el altar será santificado” (Éxodo 29:37). Según la Palabra, la santificación es el empoderamiento de obedecer Su Palabra. Si uno quiere alimentarse espiritualmente, siempre busca estar cerca del altar para escuchar mejor lo que viene de Él. Cuando uno está cerca del altar, recibe la revelación, inspiración y dirección que fortalecen la fe; la salvación depende de esta fe.

La fe viene de oír la Palabra. Cuando uno viene a la casa de Dios, tiene que estar sediento de oír Su Palabra, porque solo así escuchamos Su voz. Asistir a la iglesia no es solo una manera de informarse; uno viene para oír Su voz y saber cómo actuar y reaccionar. Estas acciones siempre tienen que estar de acuerdo con Su Palabra para fortalecer nuestra fe y mantenernos salvos. Si uno todavía no está salvo, debe experimentar el Nuevo Nacimiento, para ser transformado desde adentro hacia afuera, y luego recibir el bautismo con el Espíritu Santo.

Cuando uno nace de Dios, tiene unión con el Señor Jesucristo. Pero, cuando uno es bautizado con el Espíritu Santo, pasa a tener comunión. Hay una diferencia entre unión y comunión.

¿Qué significa tener comunión con el Espíritu Santo?

La Palabra de Dios dice: “porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito” (Filipenses 2:13 LBLA).

Quiero que reflexionen en otra versión del mismo versículo:

La Palabra de Dios dice: “Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada” (Filipenses 2:13 NTV).

En otras palabras, si uno no está viviendo o haciendo lo que le agrada a Dios, significa que el Espíritu Santo no está trabajando en nosotros. Imagínese, hay personas dentro de la iglesia que tienen dificultad obedeciendo lo simple, como sentarse cerca del altar; estas actitudes nos revelan que este tipo de persona no considera al pastor o al obispo como un hombre de Dios y líder espiritual. La Palabra enseña que uno tiene que respetar y obedecer a sus líderes espirituales (Hebreos 13:17), porque están cuidando su alma. Pero estas actitudes también nos revelan que el Espíritu Santo no está trabajando en usted. Esta es la realidad.

Una de las manifestaciones del Espíritu Santo trabajando dentro de nosotros es la consideración y el respeto que nos tenemos unos a otros. Además, cuando hay comunión con el Espíritu Santo, hay comunión entre nosotros.

La comunión es leer y meditar en la Palabra.

Uno tiene que leer y pensar en lo que está leyendo; este es el significado de meditar en la Palabra. Porque cuando uno abre la Biblia con el propósito de meditar, uno alcanza a oír la voz de Dios. No necesita leer mucho; cuando el Espíritu Santo va a hablar, lo hace hasta con una palabra o con un versículo. Es más, cuando Él nos habla, nos da las ganas de seguir pensando en aquel pasaje que hemos leído. Esto es similar a estar cerca del altar en la iglesia.

Pero, ¿cuál es su utilidad en Él?

Uno tiene que tener ganas de acumular tesoros en el cielo, que son las almas ganadas a través de nosotros. Si uno tiene más ganas de aprender de la Palabra de Dios, debe tener comunión con el Espíritu Santo para poder edificarnos unos a otros. Uno tiene que tener amor por las almas para tener comunión con el Espíritu Santo.

Para concluir, les dejo esta pregunta para que reflexionen: ¿Está el Espíritu Santo trabajando y transformando dentro de usted el deseo y la determinación de hacer lo que a Él le agrada?

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