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Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre...
“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Apocalipsis 6:12-17).
La visión del apóstol Juan se vuelve nuevamente hacia la Tierra y nuestro sistema solar, que pasan a ser el escenario de las mayores catástrofes de toda la historia de la humanidad. Los juicios, con la apertura de este sello, son en forma de fenómenos cósmicos involucrando a los cuerpos celestes como el Sol, la Luna y las estrellas. Estas escenas no parecen tan extrañas para quien ya leyó los Evangelios. El Señor Jesús ya había predicho estos acontecimientos de forma idéntica en Mateo, Marcos y Lucas:
“Pero, inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas”. (Mateo 24:29).
“Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas. Los hombres quedarán sin aliento por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra, porque las potencias de los cielos serán conmovidas”. (Lucas 21:25,26).
Puede sonar como ciencia ficción, pero todos estos fenómenos ya fueron observados en menor escala en nuestro planeta. Grandes terremotos seguidos de tsunamis, erupciones volcánicas, nubes espesas como resultado de esas erupciones o de incendios forestales que bloquearon la luz del sol y de la luna durante días (además de las nubes resultantes de explosiones nucleares), lluvias de meteoros, entre otros, están detalladamente registrados en los archivos científicos e históricos de la humanidad. Ya sucedieron, y van a suceder de nuevo, pero en una escala sin precedentes. Será el preanuncio del gran día del Señor, profetizado también por los profetas del Antiguo Testamento.
Las consecuencias de estos terribles acontecimientos harán que todos los niveles de la sociedad – grandes líderes, jefes militares, ricos y poderosos, esclavos y libres – sean nivelados. No hará diferencia si la persona fuera sabia o ignorante, rica o pobre, blanca o negra, ateísta o más defensora de su religión que de la Práctica de la Palabra de Dios… Todos formarán una sola clase de personas: los desesperados que se esconderán en las cuevas y harán la misma plegaria:
“Caed sobre nosotros y escondednos de la presencia del que está sentado en el trono”. (Apocalipsis 6:16). ¡Sabrán que todo aquello es el juicio de Dios, pero Lo continuarán rechazando! Preferirán esconderse en las peñas que en la Roca, que es Jesús…
Muchos han dicho: “¿Cómo puede un Dios de amor lanzar a alguien al infierno?” En realidad, Él ha hecho todo para evitar que eso suceda. La esencia del Apocalipsis y de toda la Biblia es exactamente el esfuerzo de Dios intentando de todas las formas evitar que las personas lleguen al infierno. Quien fuera allá será por elección propia, por haber rechazado a Dios. Quien no quiso, en vida, decirle a Dios “Sea hecha Tu voluntad”, oirá de Él en la muerte “Sea hecha tu voluntad” – voluntad que demostró durante toda la vida, pues lo que quería realmente era distancia de Dios.
El capítulo 6 termina con una pregunta: “¿Quién podrá sostenerse?” ¡El Capítulo 7 trae la respuesta!
Continuará…
Libro: La Tierra va a Prenderse Fuego
Autor: Obispo Renato Cardoso
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