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Lea este artículo con gran atención, porque usted necesita ser liberado para recibir el Espíritu Santo. La Palabra de Dios nos guía de la siguiente manera: «Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso y no lo halla. Entonces dice: ‘Volveré a mi casa de donde salí’; y cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada» (Mateo 12:43-44). Según la Palabra, en este versículo, la palabra ‘hombre’ se refiere a toda la humanidad. Además, las palabras “desocupada”, “barrida” y “arreglada” significan que uno ha recibido la oración de liberación. Después de que uno es liberado de las fuerzas malignas en su cuerpo, estas maldiciones ya no existen más. Sin embargo, usted tendrá que volver a casa y regresar al ambiente que está sobrecargado con lo maligno. Además, uno tendrá que convivir con personas que están espiritualmente cargadas de influencias malignas. Pero, si el cuerpo de uno sigue vacío de la presencia del Espíritu Santo, cualquier influencia con la que uno se encuentre tendrá poder y entrará en su cuerpo. Cuando las fuerzas malignas entran en el cuerpo, se materializan en los problemas que estamos enfrentando. Sin embargo, hay problemas que son simplemente problemas de la vida; no todos los problemas son espirituales.
La Palabra de Dios nos enseña que hay problemas que son simplemente físicos, emocionales y psicológicos. Sin embargo, también existen problemas espirituales que necesitan resolución. Por ejemplo, algunas personas consultan a un psicólogo y logran superar sus problemas. De igual manera, otras buscan a un médico y son sanadas de sus enfermedades. Jesús nos enseña que no son los sanos quienes necesitan médico, sino los enfermos. Es decir, existen problemas físicos para los cuales Dios ha otorgado sabiduría a médicos y doctores, quienes tienen la capacidad de diagnosticar y tratar adecuadamente para que seamos sanados, al igual que los psicólogos, psiquiatras y otros especialistas.
Sin embargo, hay problemas que son espirituales y que solo pueden ser resueltos a través de la fe en la Palabra de Dios. Es la fe en la Palabra donde reside el poder para resolver problemas espirituales. El poder de Dios, que se recibe con la Palabra, hace que se manifiesten los problemas que uno está enfrentando. Existen problemas que uno enfrenta en este momento que son ataques espirituales.
Solo en la presencia del Espíritu Santo y al tenerlo. Cuando uno posee el Espíritu Santo, tiene el arma principal para vencer los ataques espirituales, que es la Palabra. Los ataques siempre comienzan en la mente para luego contaminar el corazón. Pero, cuando uno tiene la disciplina de meditar todos los días en la Palabra de Dios, y estos ataques intentan intervenir, es entonces cuando el Espíritu Santo nos recuerda lo que está escrito en Su Palabra. Cuando Él nos lo recuerda, podemos rechazar los ataques con la Palabra.
Cuando uno está enfrentando ataques espirituales, a veces los enfrentará a través de las palabras de alguien conocido. Uno debe tener cuidado con lo que escucha. La Palabra de Dios dice: “¿…y de quién es el espíritu que habló en ti?” (Job 26:4). Según la Palabra, hay ocasiones en las que lo que uno escucha no proviene de la persona que está hablando, sino de un demonio que habla a través de ella para sembrar dudas y provocar miedo. Este tipo de demonio fomenta la depresión y provoca preocupación, tristeza, amargura, resentimiento y odio. Uno debe rechazar estas palabras y no dejarse llevar por ellas. Así, cuando uno comprende que siempre está siendo atacado, entiende la importancia de recibir al Espíritu Santo. Porque si uno no tiene el Espíritu Santo, la Palabra solo entra en su mente como información. Cuando es solo información, no es Palabra reveladora. La Palabra reveladora es la que da fuerza y poder para vencer.
La Palabra continúa: “Va entonces, y toma consigo a otros siete espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero. Así será también con esta generación perversa” (Mateo 12:45). Según la Palabra, el término ‘perversa’ se refiere a todos aquellos que no le dan crédito a la Palabra de Dios.
Entonces, cuando llegue el momento de oración y entrega, uno debe entregarse al Señor Jesús, porque es Él quien nos da el Espíritu Santo.
La entrega ocurre cuando uno le demuestra al Señor, a través de sus acciones, que renuncia a todos los otros dioses, ídolos y a otras creencias. Esto es porque hay muchas personas que insisten en decirnos que tienen otro dios o que creen en otra cosa. Pero, solo hay una creencia verdadera que es la creencia en el Dios de la Palabra. La Palabra es Dios.
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