Antes de conocer a Dios sufrimos daños hechos por nuestra abuela

No estaba lista para perdonar, no quería perdonar, no creía justo perdonar a una persona que me hizo tanto daño

“Mi nombre es Brisis Paramo y era una enferma en la fe. Antes de venir a la iglesia sufrimos una brujería hecha por nuestra abuela, era algo que ya tenía muchos años enterrado hasta que un día mi papá estaba haciendo jardinería en la casa y descubrió el ritual envuelto en una tela. Era un trabajo que se había hecho para separar a nuestra familia y, justo después de ser encontrado, discusiones y peleas comenzaron a surgir entre nosotros.

“De manera sospechosa, mi papá comenzó a sufrir accidentes inesperados y sin explicación.  Yo miraba y escuchaba cosas en la noche que no me dejaban dormir.

“La familia poco a poco se empezó a distanciar y era así como convivíamos, éramos una familia incompleta. Un día mi papá empezó a escuchar el programa de radio de la Iglesia Universal y empezamos a asistir, teniendo yo 15 años, pero debía buscar más de Dios y no lo hacía.

“Empezó mi proceso de liberación, pero la transformación duró mucho tiempo porque aún guardaba mucho rencor contra mi abuela, no conseguía perdonar las cosas que había hecho intentando destruir a mi familia. Esa rabia me hacía decir cosas hirientes, no conseguía entender por qué mi vida estaba así, suplicaba a Dios ser libre de tanto odio.

“No estaba lista para perdonar, no quería perdonar, no creía justo perdonar a una persona que me hizo tanto daño.

“Un día reflexioné y me dije a mí misma que no podía seguir odiando porque mientras yo me atormentaba, ellos felices hacían su vida. Busqué a Dios, y aunque fue tardío, era yo quien me estaba poniendo esos límites para no ser liberada.

A mis 23 años, ocho años después de haber llegado a la iglesia, finalmente pude recibir el Espíritu Santo y fue un momento muy feliz que yo nunca voy a olvidar. Fue una paz, un gozo, tranquilidad y la alegría que yo tanto buscaba”.

Testimonio Brisis Paramo.

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