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El sabio rey Salomón, inspirado por el Espíritu Santo, escribió:
“Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite, Mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al Seol. Sus caminos son insondables; no los conocerás, si no considerares el camino de vida.” Proverbios 5:3-6
La mujer, con sana conciencia, ¡jamás guiará sus pasos el precipicio! Pero infelizmente, algunas consiguen no solamente conducirse sino también llevan a otros al infierno.
La mujer adúltera es aquella que se deja ser usada por el mal. Ella hasta se infiltra entre las mujeres de Dios, pero solo aquellos que realmente la conocen saben cuanto ella es vacía.
Ella no imagina el mal que causa a sus hijos, a su familia y sus amigos. La intención de ella puede no ser mala, pero termina hiriendo a alguien. Por causa de sus malos ojos, ella empeora su convivencia con los demás, pues ve cosas que no existen, trayendo problemas y complicaciones para su vida.
Está siempre decepcionada con las personas, principalmente con aquellas que un día la ayudaron. Nadie imagina que tan sucia es su mente. ¿Cómo Dios podrá usarla para transformar su familia?
¡Los amigos y familiares jamás verán al Señor Jesus en la vida de ella! Además, ella, en la realidad, los aleja del Señor, con su extraña fragancia.
Para cambiar es necesario que haya, en el corazón de ella, la determinación de no permitirse ser usada por el diablo, y sí por Dios, pues Él es amoroso, paciente y misericordioso.
Cuando la mujer tiene odio hacia alguien, este tipo de sentimiento causa separación en su familia y división entre sus amigos, y le impide de perdonar. Ella habla carnalmente, se torna mal humorada, infeliz y ansiosa. Así, termina, por su propio intermedio, esparciendo el aroma del diablo.
Mi querida amiga, si en este momento usted reconoce que ha vivido así, en su trabajo, con su familia o en la iglesia, no se desanime: ¡tome una decisión! Sacrifique sus malos deseos y, entonces, usted se transformará en una verdadera herramienta en las manos de Dios.
Persevere haciendo lo que es correcto, recordando como es Dios y como podrá usted exhalar Su perfume. Viva por la fe, de ahora en más, escuche las palabras de vida.
No sea sensible a las sugerencias diabólicas con relación a usted misma y los demás; al final de todo, nadie es perfecto. Fue por eso que nuestro Señor Jesucristo murió por nosotros.
No mire para lo que los otros piensan de usted. Lo importante es que Dios piensa a su respecto. El deseo de Él es que seamos mujeres de Dios, de fe, listas para todo, dando nuestro mejor a todos, sin ningún interés en recibir algo a cambio.
Continuará…
Libro: Finas Joyas
Autor: Sra. Ester Bezerra