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Y vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada. Y la tierra entera se maravilló y seguía tras la bestia; y adoraron al dragón, porque había dado autoridad a la bestia; y adoraron a la bestia diciendo: ¿Quién es semejante a la bestia, y quién puede luchar contra ella? Se le dio una boca que hablaba palabras arrogantes y blasfemias y se le dio autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar Su nombre y Su tabernáculo, es decir, contra los que moran en el cielo.(Apocalipsis 13:3-6).
Note que, por medio de una imitación barata, Satanás intenta copiar todo lo que Dios hace. La diabólica trinidad (Satanás, la bestia del mar y la bestia de la tierra) imita a la Santísima Trinidad; la resurrección de la bestia cuya herida mortal fue curada imita a la resurrección del Señor Jesús; las naciones que siempre se rehusaron a adorar y a alabar al Único e Invencible Dios son imitadas por aquellos que ahora adoran al Anticristo como inigualable e invicto (hasta aquí). En realidad, es eso lo que el diablo siempre condició, desde que era ángel en el Cielo: adoración y exaltación para sí. Por eso, odia y blasfema contra Dios, el Nombre de Dios (Jesús), el Templo de Dios (la iglesia) y los que habitan en el Cielo (ridiculizando la vida eterna). Esta es su estrategia, ya activa en el mundo hoy, que será intensificada por la acción de la diabólica trinidad durante la Gran Tribulación.
Cuidado con la vanidad, el sentimiento que busca la gloria propia. Cuidado con los que blasfeman contra Dios, contra el Nombre de Jesús, contra la Iglesia como institución, y que quieren hacerlo despreciar la salvación. ¡Cuidado!
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