La bestia que sube del mar

El capítulo 12 nos presentó el origen y las estrategias de Satanás en su obstinada guerra contra Dios y Su pueblo. Habiendo perdido la batalla en el Cielo y contra el Señor Jesús en la Tierra, el dragón sigue guerreando contra Israel (la mujer) y la iglesia (la descendencia de la mujer). Ahora, en el capítulo 13, las visiones de Juan nos presentan dos grandes aliados del dragón rojo, que con él formarán una “diabólica trinidad”: la bestia que sube del mar y la bestia que sube de la tierra. Vamos a entender más sobre el primero:

El dragón se paró sobre la arena del mar. Y vi que subía del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas; en sus cuernos había diez diademas, y en sus cabezas había nombres blasfemos. La bestia que vi era semejante a un leopardo, sus pies eran como los de un oso y su boca como la boca de un león. Y el dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad. (Apocalipsis 13:1-2).

La bestia que sube del mar es empoderada por Satanás, durante un período limitado de tres años y medio, para perseguir y oponerse al pueblo de Dios, así como recibir adoración de las naciones de la Tierra. Esta bestia se refiere al Anticristo ya previamente identificado como el jinete del caballo blanco, en la apertura del primero de los siete sellos. Aquí pasamos a conocer más sobre su dominio y forma de actuación. Será caracterizado por gran poder y autoridad, osadía en el hablar y blasfemar contra Dios. Ese poder viene del dragón, Satanás, que se manifiesta en la persona del Anticristo para promover una asoladora destrucción. La bestia que sube del mar es una encarnación del diablo, que, como espíritu, necesita usar un cuerpo humano para ejecutar sus intentos.

En la primera mitad de la Gran Tribulación, el Anticristo estará operando pacíficamente como amigo de Israel por medio de una alianza. Pero, romperá este acuerdo después de tres años y medio, y entonces revelará su verdadera identidad satánica, en la segunda mitad de la Gran Tribulación. Las siete cabezas y los diez cuernos son identificados y explicados más tarde en el capítulo 17. La semejanza al leopardo, al oso y al león confirma la visión que Daniel tuvo millares de años antes.