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Siervo pirata

El mundo está completamente impregnado por la piratería.

Siervo pirata

El mundo está completamente impregnado por la piratería. En todos los segmentos (en el ramo del cine, de la literatura, de la música y de la moda, por ejemplo), existe quien se aprovecha de la falsificación.

En medio de millones de mercaderías piratas, están incluso aquellos que poseen un certificado de “calidad de falsificación”, como las llamadas “primera línea”, “segunda línea”, y así consecutivamente. En otras palabras, cuanto más semejante al original es el pirata, mejor para engañar a las personas.

Sin embargo, esa práctica no está restringida al comercio. Todos ya oímos hablar sobre el falso político, el falso médico, el falso policía, el falso pastor, el falso obrero y sobre los perfiles falsos en redes sociales. En una sociedad moral y espiritualmente quebrada, la corrupción del corazón humano alcanza niveles de maldad que muchas veces son inimaginables.

Entonces, la peor crisis que la humanidad enfrenta no es la económica o la política. El problema no es el aumento del combustible o la falta de educación pública, como muchos creen. Mucho menos está asociada a partidos políticos o a sistemas de gobierno. El peor mal se encuentra en el interior del ser humano.

Esta es la razón por la cual vemos la decadencia de valores y principios en todas las naciones. No importa si la nación es pobre o rica, si la mayoría de la población es de personas cultas o de analfabetas, de hombres o de mujeres, de jóvenes o de ancianos, una vez lejos de la luz de Dios, las personas se encuentran perdidas y sin frenos para practicar el mal.

Y no piense que el medio cristiano se escapa de eso. ¡Al contrario! De la misma forma que la falsedad se volvió común en todos los ámbitos de la sociedad actual, el fingimiento también ha sido aceptado dentro de las iglesias. Y peor aún, algunas veces incluso ha sido estimulado, sobre todo cuando la religiosidad no es confrontada con la firme prédica de la Palabra.

Por eso nos encontramos por ahí con los siervos piratas, los cuales fingen tener frutos cuando, en realidad, no pasan de ser un fraude. Incluso hacen la Obra, pero de manera negligente, descuidada y superficial, porque el corazón no está completamente comprometido con el Altar de Dios. Personas así encontrarán maldición como consecuencia del engaño y de la ausencia de celo y de temor a Dios, conforme es descripto en las Escrituras: “Maldito el que hace la obra del Señor con engaño” (Jeremías 48:10).

El Señor condena la hipocresía, la pereza y la infidelidad; sea en el impío o en el cristiano. No podemos ignorar, sin embargo, que mucho mayor rigor habrá en el juicio de aquel que conoce la voluntad del Altísimo y no quiere ejecutarla que en el juicio de aquel que poco o casi nada sabe sobre las Verdades Celestiales.

“Y aquel siervo que sabía la voluntad de su señor, y que no se preparó ni obró conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.” Lucas 12:47

 

Mensaje substraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)

 

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