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Parecidos a Dios (Parte 1)

Eso significa que, por Su propia decisión, fuimos hechos para parecernos a Él, no físicamente, claro, sino espiritual, moral e intelectualmente.

Parecidos a Dios (Parte 1)

Parte 1

Cuando el Señor Jesús pide justicia, misericordia y fe, Él sabe que podemos tener actitudes basadas en esos principios, pues fuimos creados a imagen y semejanza del Dios Altísimo (Génesis 1:26-27).

Eso significa que, por Su propia decisión, fuimos hechos para parecernos a Él, no físicamente, claro, sino espiritual, moral e intelectualmente.

De todas las obras maravillosas del Creador, ninguna recibió una declaración como esta:

“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza…”

– Génesis 1:26

Aunque toda la Creación Divina sea portentosa – como los astros celestes, los ríos, los mares, los animales y la naturaleza –, solamente el ser humano, un ser hecho del polvo de la tierra, recibió el privilegio de llamar Padre al Todopoderoso y de tener una relación profunda con Él.

Siendo así, solo nosotros podemos pertenecer a Su Familia Celestial. Pero tamaña honra también fue imbuida de gran responsabilidad: la de ser practicantes de Sus Preceptos espirituales.

Esos Preceptos fueron escritos dos veces por el Altísimo, a fin de instruirnos y, de ese modo, no correr el riesgo de que no asimilemos Su voluntad.

Primero, Dios colocó Sus Principios dentro de nosotros. De esa forma, toda persona, cristiana o no, posee dentro de sí las leyes morales del Señor – como no matar, no robar, no adulterar, etc. Delante de eso, cualquiera, al cometer esos y otros pecados, tiene consciencia de que está transgrediendo las Leyes Divinas y haciendo lo que es malo a los ojos de todos.

Segundo, el Altísimo reveló Su voluntad en la Biblia. En ella, Él expresa todo Su querer y Sus planes para Sus criaturas. Además, Él habla sobre cómo todo fue creado, el motivo de la Creación y el destino de esta elaborada génesis. Entonces, la Palabra de Dios es la única autoridad confiable para hablar sobre el pasado, el presente y el futuro de la humanidad y de todo lo que fue creado.

Por ejemplo, vemos en la Palabra de Dios que, por ser Espíritu, Dios le concedió́ a Adán Su Espíritu para que el hombre se uniese a Él.

Por tener conocimiento y razón, Dios le dio al ser humano la mente y la inteligencia para que este supiera comprender y actuar sobre todas las cosas.

Por ser justo, verdadero y sabio, Dios le dio al ser humano la capacidad de también ser justo, a fin de que este anduviera en la Verdad y tuviera la Sabiduría Divina.

Por tener autoridad y poder, Dios dotó al ser humano de autoridad y poder sobre toda la tierra, para que este tuviera dominio sobre todo. Y, por ser amor, Dios le dio a Adán la capacidad de amar, ser misericordioso y bueno para que, de la misma forma, actuara con su semejante.

Continuara…

Mensaje substraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)

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