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¿Ya intentaste hacer algo mirando la vida de otra persona? Simplemente no consigues hacer nada, pues no te concentras en tu propio trabajo
¿Necesitas colirio? Mientras aquella hermosa joven se dirigía al altar para dar su testimonio, una mirada inesperada vino de en medio de la congregación… Con el rostro colorado, bajó los ojos a medida que la joven se aproximaba al pastor. La miraba de arriba abajo, como pidiéndole que bajase y se quedase bien quietecita. Pero ¿de dónde venía aquella mirada? ¡Se trataba de otra joven frustrada!
¿Ya intentaste hacer algo mirando la vida de otra persona? Simplemente no consigues hacer nada, pues no te concentras en tu propio trabajo. Es imposible obtener ningún resultado. Lo mismo sucede con nuestra vida y es exactamente en esto donde muchas mujeres han fracasado. Muchas no consiguen despegar sus ojos de la vida de otras mujeres – miran la forma como se visten, lo que hacen, con quien están casadas, su peso, el color del pelo, etc. De modo general, las mujeres se quedan fascinadas por otras mujeres -¡no es una casualidad que se vendan tantas revistas femeninas! El problema es que, mientras una mujer se preocupa por mirar la vida de las otras, se olvida de mirar la suya, y ¿quién hará esto por ella? ¡Nadie, está claro!
Aquellas que no se quedan mirando lo que las otras hacen o dejan de hacer son, generalmente, las que van hacia delante – y, lógicamente, son envidiadas por las que nunca consiguen nada en la vida. En Mateo 6:22 y 7:1-5, el Señor Jesús habla sobre este asunto, diciendo: “La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz […] No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá. ¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Déjame sacarte la mota del ojo, cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano.”
Cuando empezamos a mirar la vida de otras personas es inevitable que las juzguemos. Las juzgamos porque es lo que sucede cuando nuestros ojos están fijos en cualquier cosa que no sea la voluntad de Dios y nuestra propia vida. Tal vez ésta sea la razón por la que la bendición no llega. Tú trabajas, sacrificas, haces de todo lo que te han enseñado (con excepción de lo que acabamos de decir), pero no consigues tener éxito. Insistes en decir que Dios sabe cuál es el momento adecuado para cada cosa – y estás absolutamente segura. ¡Todavía no estás preparada para recibir aquella bendición tan deseada! Si no consigues quitar los ojos de la vida de los demás, principalmente de las que están en la fe, ¿cómo podrás ver aquello que está delante de ti? Señalar con el dedo o juzgar a las personas, no soluciona nada. Uno de los mayores defectos de las mujeres es el deseo incontrolable de hablar mal de otras mujeres, especialmente si tienen éxito y son más bellas. Ningún hombre soporta ese tipo de comportamiento, pues revela lo inseguras e inadecuadas que son tales mujeres. ¡Ahora, imagínate Dios!
Continuará…
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Autor: Cristiane Cardoso
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