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Maldición – ¿producto de la casualidad?

“¿Por qué, pues, no temisteis hablar   contra   mi siervo, contra Moisés?”.

Maldición – ¿producto de la casualidad?

MALDICION – ¿PRODUCTO DE LA CASUALIDAD? Salió corriendo detrás del pastor aquella noche para decirle lo enojada que estaba.  La mujer temblaba mucho mientras le exhortaba a ser más flexible con la congregación. Le explicó que no tenía la intención de irritarlo o criticarlo, sino que solamente estaba preocupada con la iglesia y con su manera tan diferente e inaceptable de tratar con los miembros.  Durante muchos años se mostró como una miembro activa, fiel en los diezmos y las ofrendas y, tal vez eso, le había hecho pensar que era su deber manifestar su insatisfacción con el nuevo pastor.

No es muy difícil ver este tipo de cosas en la iglesia en todo el mundo. Siempre hay un grupo de personas que piensa que la iglesia le debe alguna cosa a cambio de sus esfuerzos y fidelidad.  Lo que me entristece es que, tal actitud, sólo revela que todo lo que hacen es para el hombre, mientras que Dios, a quien realmente deben su vida, no recibe absolutamente nada, a no ser ese tipo de comportamiento. Si tan sólo supiesen que los pastores, esposas de pastores, obreros y todos aquéllos que pertenecen a la Iglesia del Señor Jesucristo son meros hombres y mujeres que, a pesar de sus debilidades humanas, hacen lo mejor para servirle…  Un día, esas personas fueron sacadas del abismo y traídas a la luz, no porque lo merecían, sino porque fueron escogidas.   Si Dios las escogió, ¿quiénes somos nosotros para cuestionarlo? Aun así, ese grupo de personas insiste en cuestionar a aquellos a quienes Dios escogió, del mismo modo como Miriam cuestionó la autoridad de Moisés cuando cometió el error de casarse con una mujer que no pertenecía al pueblo de Israel. Miriam era fiel y muy independiente en su fe, pero cuando habló de Moisés a sus espaldas, Dios se enfureció e, inmediatamente, quedó leprosa. Lee Números 12.

“¿Por qué, pues, no temisteis hablar   contra   mi siervo, contra Moisés?”.

No es que Moisés tuviese el derecho de casarse con una mujer etíope, sino que Dios, que fue Quien le escogió, era Quien debía lidiar con él. ¡Nadie más! Además, ¿qué beneficio puede haber en las palabras de crítica y en las conversaciones inútiles? La verdad es que éstas solamente traen maldición y, tal vez eso algunas personas que trabajan tanto en la iglesia acaban teniendo serios problemas en su vida, tales como:  una enfermedad que surge de la nada, un problema repentino en el matrimonio, etc. Cosas que jamás pensaría que Dios fuese a permitir que sucediesen; pero, Él permite. Está escrito. Y Dios tuvo cuidado de decir esto al principio, cuando escogió a Abraham. Él dijo: “Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré” (Génesis 12:3).

Ésa es una promesa de Dios para todos aquéllos que Le sirven. Cuando una sierva de Dios se levanta contra otra sierva de Dios, están dejando de servirle y abriendo una puerta para que las maldiciones entren en su vida.  Tú puedes ser el miembro o la obrera más fiel de la iglesia, pero si hablas mal de alguien, tu fidelidad no sirve para nada. Es incluso mejor que no presentes tus diezmos y ofrendas, pues Dios, simplemente los rechazará.  Él dice: “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y “y presenta tu ofrenda.” Mateo 5:23,24

¿Qué más puedo decir? No atraigas la maldición a tu vida. Reprende todo pensamiento maligno, presenta tus preocupaciones a Dios y deja que Él decida lo que necesita ser cambiado y de qué manera.

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Autor: Cristiane CardosoSi le interesa lea también: El día en que nacíUbique la Universal más cercana a usted: Direcciones

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