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Lamentablemente, no son pocos los impostores dentro de la Obra de Dios.
Lamentablemente, no son pocos los impostores dentro de la Obra de Dios. ¡Y no se trata de casos aislados! Si no hubiese una gran incidencia de engaño en nuestro medio, el Señor Jesús no diría que, en el Juicio Final, los falsos siervos serán muchos. Vea:
“Muchos Me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu Nombre, y en Tu Nombre echamos fuera demonios, y en Tu Nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí́; apartaos de Mí, los que practicáis la iniquidad’.” (Mateo 7:22-23)
Estos versículos con palabras tan fuertes están dirigidos a quienes, de alguna forma, sirven a Dios.
Note que las acciones de esas personas citadas por Jesús son características de aquellos que trabajan en la Obra. Son siervos que predican la Palabra (profetizan), que expulsan demonios y hacen muchas otras obras maravillosas.
Es interesante notar también que el Señor Jesús permitió que los engañadores continuaran “trabajando” e incluso usando Su Nombre para realizar hechos que podían elevarlos delante de los demás. Pero el Salvador nos asegura que habrá un día en el que, públicamente, Él los juzgará por todo el fingimiento.
“En aquel día” significa el día del gran juicio final, en el que todos se presentarán delante del Señor, Quien actuará como Justo Juez.
Al ser desenmascarados, los malos siervos reaccionarán con espanto ante su condenación. Dirán “Señor, Señor”. Esta será la manera en la que suplicarán de modo vehemente por su vida, delante del peligro del infierno. Sin embargo, no serán atendidos.
Así, aquellos que piensan que serán los primeros en el Reino de los Cielos, apoyados en sus cargos y títulos religiosos, oirán de la boca del Señor Jesús este terrible decreto: “Jamás os conocí́; apartaos de Mí, los que practicáis la iniquidad”.
Aquellos que no se dedican a conocer al Señor no se disponen a vivir de modo irreprensible, como Su Palabra enseña, y no se arrepienten de sus pecados; por eso, serán sorprendidos el día del juicio, pues el Salvador no los reconocerá como de Él; incluso porque el Buen Pastor conoce solo a Sus ovejas, y por ellas es conocido (Juan 10:14).
Los falsos siervos de Dios pasan años de su vida haciendo un trabajo inútil, porque está fundamentado en la hipocresía. Expulsan demonios en vano, pues, al mismo tiempo en el que los expulsan de la vida de los demás los “acarician”, al escoger practicar el mal. No obstante, terminarán siendo expulsados de la presencia del Señor Jesús por toda la eternidad; a fin de cuentas, el ser humano cosecha solamente aquello que siembra, y en esto no hay ninguna injusticia de parte de Dios.
La Obra del Señor es santa, así como el Propio Dios. ¡Por eso debe ser abrazada con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra obediencia a la Palabra y con toda nuestra disposición para atribuirle gloria a Aquel que nos dio la oportunidad de servirlo!
Mensaje substraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)
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