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¡Es una tontería pensar que ese comportamiento nefasto, tan combatido por nuestro Salvador, fue extinguido con Sus reprensiones!
(Parte 1)
¡Es una tontería pensar que ese comportamiento nefasto, tan combatido por nuestro Salvador, fue extinguido con Sus reprensiones! Años más tarde, el Espíritu Santo, por medio del apóstol Pablo, necesitó dirigirse a los cristianos de la Iglesia Primitiva en Roma, compuesta por judíos y gentiles, para exhortarlos sobre esa misma cuestión, como muestra el siguiente Texto Bíblico:
“Pero si tú, que llevas el nombre de judío y te apoyas en la ley; que te glorías en Dios, y conoces ces Su voluntad; que apruebas las cosas que son esenciales, siendo instruido por la ley, y te confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, intinieblas, in de los necios, maestro de los faltos de madurez; que tienes en la ley la expresión misma del conocimiento y de la verdad; tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se debe robar, ¿robas? Tú que dices que no se debe cometer adulterio, ¿adulteras? Tú que abominas los ídolos, ¿saqueas templos? Tú que te jactas de la ley, ¿violando la ley deshonras a Dios? Porque el Nombre de – es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros, tal como está escrito.”
– Romanos 2:17-24
La exhortación de Pablo en la carta a los romanos muestra la depravación de la sociedad gentílica, es decir, de los no judíos que estaban perdidos en la idolatría, en la promiscuidad y en el rechazo a Dios.
El apóstol se dirige también a los cristianos que pecaban no por desconocer la voluntad Divina, sino por despreciarla. Por lo tanto, el mensaje es claro tanto para incrédulos como para cristianos, pues ambos eran culpables delante del Altísimo.
En los versículos anteriores, el apóstol se dirige especialmente a los judíos que integraban la Iglesia en aquella época. Pablo advierte que ellos se vanagloriaban por ser descendientes de Abraham, por haber nacido en la nación elegida y por conocer la Ley; no obstante, al someterlos a una “radiografía espiritual”, el apóstol constata que vivían igual que los paganos a los que ellos tanto censuraban. Además, los judíos que se jactaban de haber sido escogidos por Dios ni siquiera tenían un testimonio que mostrara su conversión a Él.
Para que usted entienda mejor la acusación Divina, por intermedio de Pablo, contra aquellos hipócritas, voy a hacer una lista punto por punto.
“Pero si tú, que llevas el nombre de judío…” (Romanos 2:17). Aquí, vemos que aquellos judíos se enorgullecían de la histórica relación que la nación judaica tenía con Dios. Para ellos, eso era fundamentado en el favoritismo y, pensando así, pasaron a ser negligentes con los Preceptos Divinos, como si ya tuvieran su futuro garantizado. Muchos judíos incluso se consideraban superiores a los demás pueblos de la tierra por el hecho de haber sido escogidos como nación en el pasado.
La literatura antigua muestra que, en varias épocas, colonias judaicas que vivían esparcidas por el mundo se ufanaban de su origen y de sus conocimientos. No debía ser difícil ver a un judío caminando con el pecho inflado, sin darles la menor confianza a las demás personas, por sentirse mejor que ellas. En otras palabras, es como si pensara: “¡Soy judío, por lo tanto, estoy por encima de ti!”.
¿No es así también como muchos cristianos han vivido en nuestros días? Alimentan la idea de una “falsa Salvación”, apoyándose en el hecho de ser miembros de una iglesia, obreros o pastores hace años, cuando, en realidad, son solo religiosos. Nunca conocieron a Dios de verdad, y la prueba de eso es la manera presuntuosa y arrogante con la que tratan a las demás personas.
Mensaje substraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)
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