Noticias | - 4:26 pm
Esos hombres, de forma clara, se burlaban del Nombre del SEÑOR cuando rompían Sus leyes y pasaban por alto intencionalmente todas las prescripciones que Él había establecido para el culto.
“Y cuando presentáis un animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Y cuando presentáis el cojo y el enfermo, ¿no es malo? ¿Por qué no lo ofreces a tu gobernador? ¿Se agradaría de ti o te recibiría con benignidad?, dice el Señor de los Ejércitos.” (Malaquías 1:8).
La idea de ofrecer regalos a las autoridades humanas es antigua. Era un gran insulto, pasible incluso de punición, que alguien le diera al gobernador un animal defectuoso u ofreciera un banquete con un animal enfermo.
Dios hace esa analogía para mostrar lo mucho que Él estaba siendo despreciado por los sacerdotes. Esos hombres, de forma clara, se burlaban del Nombre del SEÑOR cuando rompían Sus leyes y pasaban por alto intencionalmente todas las prescripciones que Él había establecido para el culto.
Regalarle a una persona algo defectuoso la ofendía, ¡imagínese cómo el Altísimo Se sentía al recibir siempre ofrendas imperfectas de Su pueblo! Si ni los seres humanos se contentan con los restos, ¡imagínese, entonces, el Señor, Dueño de toda la tierra, ¡de los animales y de todo lo demás!
“Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan.” (Salmos 24:1)
Tenemos que considerar que Dios es Autosuficiente, por lo tanto, no necesita ofrendas. Además, tenemos que recordar que, cuando tenemos algo para ofrecerle al Altísimo, es porque, primero, Él nos dio esa condición. Entonces, debería ser para el ser humano un motivo de gran alegría y satisfacción poder honrar al Creador.
Observe lo que Dios dice en Salmos 50:10-15:
“Porque Mío es todo animal del bosque, y el ganado sobre mil colinas. Toda ave de los montes conozco, y Mío es todo lo que en el campo se mueve. Si Yo tuviera hambre, no te lo diría a ti; porque Mío es el mundo y todo lo que en él hay. ¿Acaso he de comer carne de toros, o beber sangre de machos cabríos? Ofrece a Dios sacrificio de acción de gracias, y cumple tus votos al Altísimo; e invócame en el día de la angustia; Yo te libraré, y tú Me honrarás.”
Que haya, entonces, temor y respeto al servir a Dios, porque Él no acepta ofrenda defectuosa. El Todopoderoso no quiere de nosotros una vida religiosa, basada en actos superficiales, sino una vida cuya fe es ejercitada. Eso significa que no basta tener la “teoría de la Palabra”, lo que vale es ponerla en práctica.
Lamentablemente, hay muchas personas que son muy religiosas. Tienen profundos conocimientos bíblicos y saben exponerlos muy bien. Sin embargo, son vacías de espiritualidad. Son como “profesionales de la fe”, que hablan de Dios, pero no viven con Él. Así eran los sacerdotes de Israel, que trabajaban para Dios, pero no querían comunión con Él.
Es importante decir que el Altísimo no tiene ningún compromiso de oír oraciones de aquellos que Lo deshonran con sus fingimientos y con sus pecados. Está ahí, por lo tanto, la razón por la cual muchos no ven en su vida los resultados prácticos de su fe.
Mensaje substraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)
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