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En todos los seres humanos, sean religiosos o no, existe en lo más profundo de su alma una pequeña llama de fe que, dirigida al Dios Vivo...
El Espíritu Santo es la Persona que nos convence de pecado y nos dirige al Salvador. Si alguien ofende al Espíritu con cualquier tipo de blasfemia, ya sea con palabras que ultrajan Su santa persona, seguramente que no encontrará a nadie capaz de convencerlo de sus pecados, ya que el Espíritu del Señor se apartará de él definitivamente.
En todos los seres humanos, sean religiosos o no, existe en lo más profundo de su alma una pequeña llama de fe que, dirigida al Dios Vivo, les hará fluir una vida plena en todos sus aspectos. Esa pequeña llama de fe es colocada por el propio Espíritu Santo. Si alguien habla contra el Espíritu de Dios, éste se aparta y la persona caerá en una total y completa frialdad espiritual, es decir, no encontrará ningún motivo para buscar a Dios. Para ella, Dios y la nada serán la misma cosa. Por eso mismo, el Señor Jesús nos amonesta:
“De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno” (Marcos 3:28-29).
Los pecados cometidos contra el Padre o el Hijo pueden ser perdonados, porque el Espíritu Santo es quien nos conduce al arrepentimiento. Pero si el pecado es contra el propio Espíritu, ¿quién nos llevará al arrepentimiento?
Mensaje substraído de: En Los Pasos de Jesús (autor: Obispo Edir Macedo)
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