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Estilos educativos: la sobreprotección

Estilos educativos: la sobreprotección

Los padres tienen su propia personalidad; hacen o dicen unas cosas a su hijo que otro padre o madre no haría o diría. Esas maneras de relacionarse con los hijos dan lugar a lo que se conoce como estilos educativos.

Dentro del estilo sobreprotector podríamos agrupar a los padres y las madres que piensan: 

  • Soy totalmente responsable de lo que le pueda ocurrir a mi hijo.
  • La vida ya le proporcionará suficientes inconvenientes cuando sea mayor; mientras pueda procuraré que disfrute todo lo posible.
  • Debo cuidar en todo momento de mi hijo, todavía no es capaz de hacer esto por sí solo.
  • Soy indispensable para él.
  • Si dejo que haga esto solo, puede que sufra algún contratiempo…
  • Me sentiría culpable si algo desagradable le ocurriese.

En general, podría decirse que como resultado de este tipo de pensamientos, aparecerán los siguientes sentimientos:

  • Excesiva preocupación y nerviosismo cuando el menor hace algo sin su ayuda o supervisión.
  • Enfadados cuando el menor pide que le permitan tener experiencias propias.
  • Tranquilos cuando ayudan o supervisan al menor.
  • Culpabilidad por no haberle evitado algún peligro.

Los padres y las madres protectoras actúan del siguiente modo:

  • Evitan que realice actividades que consideran arriesgadas, peligrosas o incluso molestas para el menor.
  • Realizan frecuentes llamadas de atención sobre riesgos o peligros; pretendiendo que, atemorizado por estos posibles inconvenientes, no haga o deje de hacer algo que desaprueban.
  • Tienden a dárselo todo hecho al menor.
  • A menudo, castigan verbalmente los intentos de actuar bajo iniciativa y autonomía personal.
  • Fijan su atención en los errores del menor; reafirmando así la propia creencia de su inexperiencia e incapacidad para actuar solo.

El fundamento de esta manera de relacionarse con los hijos podría deberse a diferentes aspectos: 

  • Hiper-responsabilidad:Los padres piensan que el menor es un ser débil, ignorante e inexperto: a quien hay que proteger, evitando que se exponga a situaciones de riesgo en las que pueda sufrir algún fracaso o perjuicio. Se consideran excesivamente responsables de su desarrollo.
  • Culpabilización:Al mantener la firme creencia de que tienen la obligación de proporcionar la mayor ayuda posible a sus hijos y evitarles cualquier tipo de problema, dolor o inconveniente, se sienten culpables cuando no lo consiguen.

Las consecuencias derivadas de utilizar uno u otro estilo educativo son completamente diferentes dependiendo del estilo que predomine. Pero en general puede decirse que los menores educados bajo un estilo educativo predominantemente sobreprotector pueden llegar a presentar: 

  • El desarrollo de un concepto de sí mismo muy deficiente, ya que, al no haber podido poner a prueba su competencia personal, no puede sentirse satisfecho de sí mismo.
  • Retrasos en el aprendizaje de habilidades de auto-cuidado personal y otras habilidades sociales.
  • Un desarrolla con miedo a la autonomía, buscando constantemente seguridad en otros.
  • Carencia de iniciativa para emprender acciones por cuenta propia. Siempre espera instrucciones.
  • Inseguridad y baja autoestima.
  • Ansiedad al no ser capaces de afrontar los acontecimientos vitales de forma autónoma, lo que puede desencadenar problemas tales como: miedos excesivos, timidez, agresividad, problemas de conducta en casa y en el colegio.

Sin embargo, es importante destacar que la educación sobreprotectora no implica necesariamente que los todos problemas mencionados se vayan a producir, se habla de una mayor probabilidad de aparición.

A la mayoría de los padres les gustaría que sus hijos no se equivocaran, que no tuvieran que sufrir y poder evitar esos malos momentos que ellos recuerdan como negativos.

Hay que destacar que esto ¡no es posible!, ya que para que se conviertan en personas capaces de actuar y protegerse, han de desenvolverse por sí solos. A través del aprendizaje ensayo-error serán capaces de crear sus propias estrategias de actuación y resolución de conflictos. El menor tiene que equivocarse y experimentar por sí mismo en un nivel de riesgo tolerable.

 

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