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“Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios” (Lucas 18:19)
ELLA LO ENTIENDE. Alguien dice algo que a ti no te gustó y aquel comentario o cotilleo se queda palpitando en tu corazón, haciendo que sea más difícil olvidar y perdonar. Estás decepcionada con alguien que estimabas mucho porque hizo algo que te dañó profundamente. Escuchaste a alguien que ni conoces hablando mal de ti a tus espaldas y te sentiste víctima de la injusticia. La lista de cosas que te lastiman nunca termina. Es como si no existiesen personas buenas y, empiezas a preguntarte si no sería mejor esperar lo peor de todos a tu alrededor. “Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios” (Lucas 18:19). Muchas personas saben, pero no reconocen, este concepto. Piensan que se aplica solamente a extraños o a personas con mal carácter; sin embargo, la Biblia es muy clara cuando dice que “nadie es bueno” – ¡lo que te incluye a ti y a mí! Nadie es lo suficientemente bueno, a no ser el Padre. Todas nosotras tenemos defectos y debilidades. Siempre existirá alguna cosa que todavía no aprendimos o experimentamos y, por eso, cometemos errores. Esto es un hecho, y aquéllas que son espirituales, es decir, nacidas de Dios, lo saben y entienden.
Cuando una persona es espiritual, entiende a aquéllos que están a su alrededor, pues mira las cosas de forma diferente. Puede quedarse nerviosa o con rabia en el momento, pero aquella rabia e indignación no dura más de un día, pues su espíritu tiene el control. Sin embargo, cuando una persona es carnal, es decir, nacida de la carne, no entiende a las personas a su alrededor. Es muy difícil para ella no guardar rencor en su corazón, pues sus emociones hablan más alto que su espíritu. Ésta es la diferencia entre cristianas y cristianas. Las que son nacidas del Espíritu se comportan, piensan y actúan como Él. Las que son nacidas de la carne se comportan como cualquier otra persona se comportaría – piensan y actúan de la manera que mejor les parece. Muchas están llenas de rencor, envidia, celos y orgullo, como si fuese algo natural. Esos malos sentimientos vienen precisamente debido a su inclinación a hacer las cosas carnales y a vivir según el deseo del alma. No son malas, pero hacen lo malo. No quieren lastimar a nadie, pero hieren a aquellos que están más cerca de ellas.
Algunos niños tienen un total desinterés por las cosas de Dios debido al mal testimonio de sus madres en casa. Ciertos maridos se sienten indignos de poner los pies en la iglesia debido a que sus mujeres son miembros activos en la iglesia y, por eso, están siempre jactándose de lo “santas” que son, mientras que sus maridos son “terribles pecadores”. Son mujeres llenas de orgullo que piensan que están haciendo un favor a Dios actuando de esta manera. Aquéllas que son nacidas de Dios, nunca hacen que los demás se sientan inferiores a ellas; por lo contrario, entienden a aquéllos que todavía están en las tinieblas. Comprenden a las demás personas como el mismo Dios las comprende y son pacientes con ellas. Creen que un día esas personas despertarán de su profundo sueño y se darán cuenta de lo perdidas que están y, finalmente, buscarán el nuevo nacimiento.
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