Noticias | - 12:07 pm
La falta de luchar para construir algo es quizás uno de los males más graves de la humanidad.
“Y después de esto derramaré Mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones”. (Joel 2:28).
La falta de luchar para construir algo es quizás uno de los males más graves de la humanidad. Y son muchos los factores que contribuyen a ello. Estamos tan absortos en las preocupaciones de la vida cotidiana que perdemos la capacidad de vislumbrar un futuro prometedor. Principalmente cuando somos contaminados por noticias que nos roban la fe y la esperanza.
Soñar es inherente al ser humano. Es la parte divina, es la fuente de la creación. Y Crear es uno de los elementos que más nos identifica con el Creador. Soñar es vital para la supervivencia humana. Soñar es algo intuitivo, natural. Y si no soñamos, somos como zombis o robots en piloto automático.
Joel le profetizó a un pueblo carente de esperanza, cercado por fatalidades, esclavizado por una ley impuesta y en la lucha por la supervivencia. En este pasaje está el secreto de nuestra victoria. Pues solamente el bautismo con el Espíritu Santo es capaz de abrir los cielos y darnos una dirección a seguir en este momento tan caótico que estamos viviendo.
El Espíritu Santo es el propio Espíritu de Dios dentro de nosotros, conduciéndonos y dándonos la dirección a seguir. Hace que los hijos (en la fe y en la sangre) se conviertan y prediquen la Palabra; que los ancianos vuelvan a soñar y que los jóvenes comiencen a creer en un futuro prometedor.
El Espíritu Santo es el Poder de Dios dentro de nosotros que es capaz de cambiar todo lo que nos rodea y traer a la existencia lo que no existe.
Autor: Obispo Edir Macedo
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