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El derecho de recibir

¿Quién tiene el derecho de probar a Dios y exigirle aquello que prometió?

El derecho de recibir

¿Quién tiene el derecho de probar a Dios y exigirle aquello que prometió? ¡El diezmista! Una de las grandes razones por las que debemos dar el diezmo es ésta. Estamos en el derecho de probar a Dios. Él mismo nos invita a ello en su Palabra y tal invitación se da exactamente cuando se refiere al diezmo:

“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice el Señor de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).

Sabemos de muchos hombres famosos que probaron a Dios al respecto del diezmo y se transformaron en grandes millonarios, como por ejemplo los Sres. Ford, Caterpilar, Colgate, etc. Hombres como éstos, que además de los negocios y del cúmulo de riquezas, se preocuparon por la fidelidad a Dios, tienden a ser cada vez más bendecidos.

Usted, amigo lector, está invitado a ser diezmista, a probar el amor y la fidelidad de Dios y Su plan en relación al dinero. Pruebe a Dios en este aspecto y verá lo que ocurrirá en su vida. Todos quedarán sorprendidos por su prosperidad. Su dinero nunca se acabará, al contrario, se multiplicará de tal forma que tendrá la oportunidad de adquirir todo aquello que siempre soñó. Nada le faltará, absolutamente nada, porque el Señor estará con usted. “El Señor es mi pastor, nada me faltará” (Salmo 23:1).

Plena paz, alegría, felicidad, placer, plenitud de alimentos, energía, fuerzas y salud, de amor y de vida. Todo esto le espera si tan sólo pone en práctica una cosa tan elemental e importante.

Una de las mayores revelaciones dadas al hombre es la de que Dios desea ser nuestro “socio”. Dios necesita de usted para darle la oportunidad de participar de Sus bendiciones y ayudarlo a transmitir a todas las personas Su Palabra.

Cuando Dios creó al hombre lo hizo a Su imagen y semejanza, a fin de que mantuviera una comunión con Él. Así como hizo alianzas con Adán, Moisés, Abram, Isaac y Jacob, también quiere hacerla con nosotros.

Las bases de nuestra “sociedad” con Dios son las siguientes: Lo que tenemos (nuestra vida, nuestras fuerzas, nuestro dinero) pasa a pertenecer a Dios, y lo que es de Él (bendiciones, paz, felicidad, alegría y todo lo bueno) pasa a pertenecernos. Pasamos a ser partícipes de todo lo que es Dios. La Biblia dice que somos coherederos con Cristo de la herencia de Dios: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”(Gálatas 4:7).

Una de las cosas que más me impresionan es el interés de Dios por el hombre. En toda la Biblia encontramos invitaciones de Dios hacia el ser humano, deseando mantener comunión con éste para hacerlo feliz.

Dios ya ha determinado su bendición para todos los que Le invocan en espíritu y en verdad. Como sus aliados, quedamos comprometidos con Él y Él con nosotros, nos pertenecemos el uno al otro; y caminamos juntos de la misma manera como Dios lo hacía con Adán y Eva, antes de que Le desobedecieran, dándoles abundancia de vida y perfecta comunión diaria.

Las bendiciones que provienen de los diezmos son ilimitadas, es decir, no tienen fin. Esto quiere decir que el diezmista fiel está siempre recibiendo bendiciones, no solamente económicas, sino también físicas y espirituales. El diezmo bendice plenamente a la persona, por eso fue y es parte de la propia creación de Dios.

Cuando Dios creó la Tierra y todo lo que en ella hay, Dios estableció un día para el descanso, esto fue como el diezmo. Cuando entregó a Adán y a Eva el jardín del Edén, les dio posesión de todo menos del árbol del conocimiento. ¡Aquel árbol representaba el diezmo!

Del diezmo también tenemos el ejemplo del propio Señor Jesús, pues Él también fue dado por Dios, a fin de que pudiéramos participar de la propia naturaleza divina. El diezmo es fundamental para la vida física, espiritual y económica del cristiano fiel.

Mensaje substraído de: En Los Pasos de Jesús (autor: Obispo Edir Macedo)

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