Noticias | - 9:29 am


Dos veces hijo del infierno (Parte 2)

De esa forma, aquellos que están comprometidos con la Verdad deben actuar como nuestro Salvador...

Dos veces hijo del infierno (Parte 2)

(Parte 2)

De esa forma, aquellos que están comprometidos con la Verdad deben actuar como nuestro Salvador: proclamando la Palabra que libera no solamente a los que están afuera de la Iglesia y son llamados incrédulos, sino, sobre todo, a los que están perdidos dentro de la propia Casa de Dios. Estos son como aquellas dracmas citadas en la parábola de Jesús.

En esa historia, vemos que, aunque la mujer tuviera otras nueve monedas, la única desaparecida merecía su atención, por eso se puso en acción para rescatarla.

“¿O qué mujer, si tiene diez monedas de plata y pierde una moneda, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta hallarla?” (Lucas 15:8).

En aquella época, en la que era común que el piso de las casas fuera de tierra, el polvo fácilmente cubría a los pequeños objetos que caían al suelo. Entonces, para que no se perdieran para siempre, era necesario encender rápidamente una lámpara, y limpiar minuciosamente la casa. Fue lo que la mujer hizo para encontrar su moneda perdida.

Podemos comprender, así, que las dracmas son las almas; la mujer es la Iglesia; y la lámpara es la Palabra de Dios. Por su parte el acto de barrer la casa simboliza la acción diligente de la Iglesia de cuidar a las personas. En caso de que alguna de estas se pierda, no puede ser ignorada, sino buscada hasta que sea rescatada.

Los siervos perdidos dentro de la propia Casa Le provocan tanto sufrimiento al Altísimo como aquellos que están desviados allá afuera. Solo existe una diferencia: quien se ve perdido tiene mucha más chance de ser salvo que aquel que no logra ver su real estado de pecado; a fin de cuentas, cuando alguien sabe que está enfermo, enseguida trata de buscar a un médico y de cuidarse para recuperar la salud. Pero cuando no nota que hay un mal creciendo silenciosamente y minando todo el vigor de su cuerpo, corre el riesgo de llegar al borde de la muerte o incluso de perder la vida.

Por eso, estamos aquí “encendiendo la Luz”, promoviendo el avivamiento en la Iglesia del Señor Jesús, porque hay muchas personas presas en las cárceles de iniquidad, viviendo inclusive en el medio evangélico, con la Biblia en las manos y en posiciones eclesiásticas. Para que exista la verdadera liberación de ellas, es necesario que abandonen los deseos carnales, la falsedad del corazón, las conversaciones frívolas y las preocupaciones de este mundo. También necesitan pautar su conducta en la Palabra de Dios, y no en los modelos vergonzosos que hemos visto en la Iglesia secularizada, la cual intenta “modernizar” los Preceptos Divinos.

No es porque el pecado y la superficialidad hayan sido aceptados por muchos líderes religiosos de nuestros días que podemos ajustarnos a eso. No negocie con su conciencia, porque la persona que se pierde en la fe, como en el ejemplo de la dracma perdida, queda en el piso, donde será pisada por el diablo. Y, si no tiene oídos para oír la Voz de Dios y arrepentirse a tiempo, ¡sufrirá la condenación en la eternidad!

Sepa obrero/a, pastor, obispo o esposa que, si usted se pierde definitivamente, la culpa de su ruina nunca podrá serle atribuida al Salvador, ¡pues Su cuidado jamás falló para con el ser humano!

Aprendamos, entonces, con los errores de los escribas y fariseos y, mucho más, con la reprensión del Señor Jesús a ellos. La advertencia del Maestro ha atravesado a todas las generaciones. Por lo tanto, guardemos bien esta alerta: para el hombre, peor que estar perdido es ser hipócrita, ¡pues la hipocresía es la simiente que genera hijos aún peores para el infierno!

Si aún no ha leído la primera parte, ingrese en el siguiente link: Dos veces hijo del infierno Parte 1

Mensaje substraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)

Si usted tiene una pregunta o le gustaría una orientación: Contáctenos

Si usted le gustaría añadir su nombre y el de su familia en el libro de oración: Libro de Oración

Regrese a la página principal: Página Principal