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Cuando alguien habla en otras lenguas, esto es, en lenguas extrañas, usando este don del Espíritu Santo, aunque no las entienda se está edificando conforme a 1 Corintios 14:4.
Este don trata de la diversidad de lenguas extrañas que la persona habla tras recibir el bautismo del Espíritu Santo, y son de dos tipos, según 1 Corintios 13:1:
– 1) lenguas extrañas a los hombres en general, aquellas proferidas por los ángeles, y
– 2) lenguas extrañas a la propia persona que habla y, generalmente, también a los que las oyen.
Cuando alguien habla en otras lenguas, esto es, en lenguas extrañas, usando este don del Espíritu Santo, aunque no las entienda se está edificando conforme a 1 Corintios 14:4. Por eso mismo, es imprescindible que la persona procure hablar de manera disciplinada y sin escandalizar a aquellos que nada comprenden, porque, por desgracia, hay bastantes personas que cuando hablan en otras lenguas dan lugar a la carne, o sea, llaman la atención de los demás hablando muy alto, casi gritando, temblando, pareciendo estar más llenas de demonios que del Espíritu Santo. Por tanto, si habla en lenguas extrañas debe procurar siempre hacerlo para llamar la atención del propio Dios, a fin de edificar su propia vida. No lo haga para llamar la atención de los demás. No demuestre un egoísmo diabólico distrayendo de su concentración a las demás personas candidatas al bautismo del Espíritu Santo. Si hablar en otras lenguas es para edificarse a sí mismo, ¿por qué hacerlo para que los demás lo escuchen y admiren?
El hablar en lenguas extrañas produce un efecto purificador, elevador y hasta transformador, y esto beneficia a la persona envuelta en ello. ¡Imagínese, ahora, usted hablando en lengua totalmente extraña, inspirado y favorecido por el propio Dios! Es cuando probamos la autenticidad de nuestra fe, experimentando un contacto con el Espíritu Santo. Exactamente fue eso lo que ocurrió en el día de Pentecostés: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:1-4).
Conviene aclarar que no todos los que hablan lenguas extrañas están en el Espíritu; ni todos los que no hablan lenguas extrañas, es decir, no están bautizados con el Espíritu Santo, no están “en el Espíritu”. Conocemos muchos hombres de Dios que, no habiendo sido bautizados en el Espíritu Santo, viven más en santidad que muchos bautizados. Lo que sucede es que cuando alguien es bautizado con el Espíritu Santo recibe inmediatamente el don de lenguas como una evidencia del bautismo, con lo que su capacidad de hablar extrañamente no se acaba por cualquier falla o falta. Muchas veces la persona comete algún pecado grave y, aún así, al orar a Dios puede hablar en lenguas, a fin de reedificarse en el Señor Jesús. Resumiendo, afirmo para todos los interesados que el hablar en lenguas extrañas no es una señal de santidad o ritual, ¡en absoluto! El hablar en lenguas extrañas simplemente lleva a la persona a una cierta afinidad con Dios.
Mensaje substraído de: En Los Pasos de Jesús (autor: Obispo Edir Macedo)
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