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Compare la situación actual con lo que, sucedía antiguamente, cuando las etapas de la relación eran muy definidas y con un objetivo muy claro.En el pasado, desde siempre y durante miles de años, lo que los padres más querían era ver a sus hijos casados. Era cuestión de supervivencia de las familias pues éstas vivían en comunidades. Por eso, los padres criaban a sus hijos para que fueran maridos, hombres responsables y proveedores; y a sus hijas para que fueran esposas, madres y compañeras. No iban a lograr casarse sin estas cualidades.
Casarse era señal de madurez de los jóvenes. No había un concepto muy fuerte de adolescencia como tenemos hoy, un periodo de transición de la infancia a la vida adulta marcado por la búsqueda de disfrutar al máximo antes de que la “tumba” del casamiento los entierre… El pasaje hacia la vida adulta era casi siempre marcado por el casamiento.
Cuando los jóvenes llegaban a una edad en la que se consideraban listos para casarse, el proceso de noviazgo comenzaba.
Estar de novio involucraba inicialmente que el hombre fuera aceptado en la casa de la muchacha para ser conocido y evaluado. Sólo la sacaba de su casa cuando se casaba con ella. Esta es la razón del término “cortejar”, una forma antigua de describir lo que sucedía antes del noviazgo en sí. El joven era admitido en la “corte” de ella, o sea, en su espacio, donde ella (más comúnmente sus padres) mantenía el control o acceso. (Lo contrario nunca sucedía, que la muchacha fuera a “noviar” a la casa del joven).
Continuará…
Libro: Noviazgo Blindado
Autor: Obispo Renato y Cristiane Cardoso
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