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Compasión por las almas perdidas (Parte 2)

Fuimos salvos para cooperar con Dios en la salvación de los otros...

Compasión por las almas perdidas (Parte 2)

Parte 2

Observe esta declaración de Pablo:

“Hijos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros…”  (Gálatas 4:19).

A causa de su misión de salvar, el apóstol se sentía como una mujer en agonía por dar a luz, porque él tenía un correcto entendimiento de que, si ni un hijo natural nace sin dolor, ¡imagínese un hijo espiritual!

Esa visión de salvar almas jamás puede morir; a fin de cuentas, fuimos salvos para cooperar con Dios en la salvación de los otros ¡y debemos usar todas las fuerzas y recursos que Dios nos dé para cumplir este propósito!

Entonces, que nuestro único recelo sea el de no desperdiciar nuestra vida haciendo un trabajo infructífero para el Altísimo, Cuyas preocupaciones y aflicciones giran en torno de nuestras propias voluntades, y no de la voluntad de Él.

Existen muchas personas sufriendo en su jornada cristiana porque están en búsqueda de aprobación humana o de cargos y posiciones destacadas dentro de la Obra de Dios.

Existen también aquellas que, en vez de defender los intereses de lo Alto, están angustiadas por defender su reputación, su nombre y sus intereses personales.

En ambos casos, ellas padecen por los motivos incorrectos. El llamado Divino para nuestros días es que seamos los primeros en humillarnos delante del Señor, en gemir y llorar por las almas en el Altar de Dios, como dijo el profeta Joel:

“Ceñíos de cilicio, y lamentaos, sacerdotes; gemid, ministros del Altar. Venid, pasad la noche ceñidos de cilicio, ministros de mi Dios…” (Joel 1:13).

No es necesario que estemos ansiosos por mejores estrategias para evangelizar o predicar. La Palabra de Dios es suficientemente poderosa y eficaz, en gemir adornos o ajustes para producir frutos eternos. Al ser anunciada por intermedio de una persona llena del Espíritu Santo, será imposible que no quebrante el corazón de sus oyentes. A fin de cuentas, ¿cómo resistir a la poderosa Voz de Dios?

¡Trabajemos, entonces, con diligencia y compasión por las almas! Estemos imbuidos de celo y amor – por Dios y por Su Casa – y revestidos de sensibilidad y misericordia con relación a aquellos que sufren en las garras de satanás.

Para finalizar, dejo aquí tres lecciones:
1. El evangelismo religioso es ineficaz para la Salvación de almas.
2. El discipulado hecho por quien no conoce a Dios es peligroso para la fe.
3. Cualquier trabajo hecho por un hipócrita les trae perjuicios a la Obra de nuestro Señor y a las personas que buscan con sinceridad la Salvación.

Si aún no ha leído la primera parte, ingrese en el siguiente link: Compasión por las almas perdidas Parte 1

Mensaje substraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)

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