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La mayor bendición que sucede en la vida de quienes han nacido de Dios es recibir el Espíritu Santo. Al ser bautizado en el Espíritu Santo, la persona recibe la totalidad de Dios en su vida. Esto lleva al individuo poseer una FE sobrenatural, algo que no sucede en la vida de aquellos que no han recibido el Espíritu Santo. Esta fe sobrenatural lleva al hombre conquistar las promesas prometidas aquí en la tierra y, principalmente, la salvación del alma.
Infelizmente, la falta de esta FE, por causa de la ausencia del Espíritu Santo en sus vidas, han llevado a varios a vivir apegados a sus posesiones, ideas, pensamientos, voluntades, deseos y, principalmente, a sus emociones. Consecuentemente, no logran ver la manifestación del Poder de Dios en sus vidas. Incluso, no tienen las fuerzas ni la fe para enfrentar situaciones difíciles a causa de la fe en Dios. Cuando enfrentan calumnias, persecuciones, injusticias, acusaciones, condenaciones, no logran vencerlos. Pero, cuando la persona ha recibido el Espíritu Santo y posee esta fe, logra vencer todo y permanece firme en la presencia de Dios.
“Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas?”(Romanos 8:31-32).
Existe esta conciencia en la vida de aquellos que tienen el Espíritu Santo y poseen esta fe de que, “Dios está conmigo y que nunca me abandonará”. Independientemente de la situación, incluso en estos momentos de plena pandemia que se está viviendo, la persona permanecerá firme hasta el fin. La intimidación, la cobardía, el retroceder hacía atrás no serán acciones tomadas ya que existe la certeza en QUIEN se ha creído.
Esta fe sobrenatural lleva al ser humano a vencer cualquier lucha y también a conquistar lo que Él ha prometido. Reiterando en el versículo bíblico anterior, Dios concederá Sus promesas que coinciden con el plan divino estructurado para efectuarse en sus vidas. Un punto importante de considerar es que la Voluntad de Dios no coincide con la voluntad humana. Por este motivo es difícil para alguien que no tiene el Espíritu Santo y que no posee la fe sobrenatural someterse a la Voluntad de Dios, sino sede a sus propias voluntades que se tornan en “trampas” que le perjudican. Incluso, le es difícil entender que la voluntad de Dios no tiene la finalidad de hacerle mal a nadie, sino de llevarnos a vivir una vida bendecida y a alcanzar la salvación.
¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el qué condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.(Romanos 8:33-34).
Incluso, aquellos que han recibido el Espíritu Santo y poseen la fe sobrenatural, son considerados, como esta escrito en el versículo bíblico, como los escogidos. Estos escogidos que poseen el sello del Espíritu Santo, no viven preocupados por las acusaciones o injusticias y mantiene la conciencia limpia y tranquila ya que viven conforme a la Voluntad de Dios.
El escogido cree y confía en la Palabra de Dios y sabe que Jesús estará intercediendo por sus escogidos. Ellos entienden que no hay necesidad de depender de la oración de otros para poder luchar, sino existe la certeza que Dios se está encargando de la situación. Existirán situaciones por el cual la oración y orientación de otros ayude, pero la confianza siempre permanece en el Señor Jesús.
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Tal como está escrito: Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considerados como ovejas para el matadero.” (Romanos 8:35-36).
Finalmente, el Espíritu Santo derrama el amor de Dios sobre el corazón de sus escogidos. Este amor permite que uno lo ame a Él sobre todas las cosas, incluso de si mismo y nuestros seres queridos, porque Él está en PRIMER LUGAR en la vida de los que han recibido el Espíritu Santo y poseen la fe sobrenatural, en otras palabras, en Sus escogidos.
Dios les bendiga.
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