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¿Cómo saber si he tenido una verdadera experiencia con Dios?

Hay personas que creen que, por el simple hecho de haber dejado ciertos hábitos y malas costumbres, han tenido una experiencia con Dios, pero la realidad es otra.

¿Cómo saber si he tenido una verdadera experiencia con Dios?

¿Cómo identificar si alguien ha tenido una verdadera experiencia con Dios? Hay personas que creen que, por el simple hecho de haber dejado ciertos hábitos y malas costumbres, han tenido una experiencia con Dios, pero la realidad es otra. Cuando un hombre/mujer ha tenido una verdadera experiencia con Dios, la naturaleza de Dios es evidente en la vida de él/ella, reflejado por los frutos del Espíritu Santo. Como está escrito en las Sagradas Escrituras, cuando el Espíritu Santo descendió en el día de Pentecostés, los presentes recibieron la unción divina y, consecuentemente recibieron el don de las lenguas angelicales y testificaban de las grandezas de Dios. Pero, en la actualidad, son pocos aquellos que han recibido el Espíritu Santo y pueden testificar sobre las grandezas de Dios en sus vidas.

“Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa de Dios, oro para las cosas de oro, plata para las cosas de plata, bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y madera para las de madera; piedras ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras de diversos colores, y toda clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia.” (1 Crónicas 29:2).

Una de las características de alguien que tuvo una verdadera experiencia con Dios es la disposición de entregarle todo a Él. En 1 Crónicas 29:2, se puede observar que el rey David tuvo la disposición de dar su todo para la construcción de la Casa de Dios. Dar el todo no sólo implica en lo material, sino también la vida, incluyendo los pensamientos, sentimientos, voluntades, deseos, planes y propósitos personales sin ninguna restricción. Pero, cuando alguien no ha tenido una experiencia con Dios, le es difícil entregarse totalmente a Dios. Incluso, estas personas están apegadas a algo o alguien y Dios es puesto en segundo plano.

Pero, cuando el Señor Jesús está en primer lugar en la vida de la persona, ella logra, “…buscar en primer lugar Su Reino y Su Justicia…” (Mateo 6:33) y se entrega por completo en las Manos de Él. Consecuentemente, los planes de Dios se realizan en la vida de la persona. El rey David cuando fue ungido, él entregó su todo al Señor. Por este motivo, David logró vencer a todos sus enemigos porque Dios era con él. El Señor sabía las intenciones y la prioridad en la vida de David y el deseo de glorificarlo, sobre todo.

“Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios: tres mil talentos de oro, de oro de Ofir, y siete mil talentos de plata refinada para cubrir las paredes de las casas”. (1 Crónicas 29:3-4).

¿Por qué David preparó toda esta abundancia para la Casa de Dios? Él hizo esto porque Dios era su prioridad y glorificarlo formaba parte de él. Cuando la persona tiene una experiencia con Dios, a través del recibimiento del Espíritu Santo, Dios se torna en su prioridad, la persona está dispuesta en entregar todo a Él y vive conforme a la voluntad del Señor. Aquellos que han tenido esta experiencia tienen la preocupación de que Dios sea glorificado en sus vidas a través de su conducta, su comportamiento y en su vida, en general. Ahora, ¿será que usted ha tenido una verdadera experiencia con Dios?

Dios les bendiga.

 Mensaje de fe del Obispo Clodomir Santos

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