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¿Cómo el diablo usa su palabra?

El diablo conoce el poder de la palabra y sabe que así como ella produce vida, también puede producir muerte.

¿Cómo el diablo usa su palabra?

El diablo conoce el poder de la palabra y sabe que así como ella produce vida, también puede producir muerte. Él trabaja con este fin. Sabe también que la palabra no matará instantáneamente a la persona que le da oídos, sino, por el contrario, va enflaqueciendo la mente al punto de dejarla con dudas e insegura. Las dudas generan dudas, y éste es justamente el camino que el diablo usa para intentar destruir a los cristianos.

Muchos subestiman los conocimientos de satanás y sus demonios; no saben que el infierno entero conoce bien la Palabra de Dios, más que cualquier ser humano. El diablo sabe que:

“Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor, ya que es persona de doble ánimo e inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1:6-8).

Por eso, él y su corte trabajan constantemente en el sentido de anular la Palabra de Dios dentro del corazón de las personas. Por ejemplo: todo cristiano sabe que sin fe es imposible agradar a Dios, y que la fe es la certeza de algo que se espera. ¿Cuál es entonces la actitud del diablo para intentar invalidar esa palabra? Es fácil, basta sembrar una pequeña duda en el corazón de la persona que tiene fe, para que ésta se vuelva infructífera.

El diablo y sus demonios tienen millones de años de existencia frente a los seres humanos. Han presenciado toda la obra de Dios y conocen muy bien las Sagradas Escrituras. ¿Usted se acuerda lo que sucedió cuando el Señor Jesús fue tentado por el diablo en el desierto? A la primera embestida del diablo, el Señor le resistió diciendo:

“Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).

“¿Qué hizo el diablo? ¿Desistió en tentar al Señor? ¡No! Volvió aún con más fuerza y, usando la propia Palabra de Dios, dijo:

“Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo; pues está escrito: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra” (Mateo 4:6).

¡Vea cómo el diablo también usa la Palabra de Dios! Por eso no debemos admirarnos cuando nos encontramos con personas sin escrúpulos que han usado la Palabra de Dios por todo el mundo. El diablo la usó en el momento más oportuno y aún así no dejó de ser el diablo. El Señor ya nos avisó:

“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Entonces les declararé: Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!” (Mateo 7:22-23).

Como el diablo conoce muy bien la Palabra de Dios, siempre va a buscar un camino para invalidarla en la vida de aquellos que creen en ella de todo su corazón.

Si examinamos las religiones y sectas de este siglo, encontramos que muchas tienen sus fundamentos basados en la Sagrada Biblia; aunque, han alterado completamente su interpretación. La Macumba (nombre genérico para la Umbanda, Quimbanda y Candomblé), por ejemplo, realiza sus sacrificios como lo hacía Israel, de acuerdo con el Antiguo Testamento.

El diablo, imitando los sacrificios levíticos, los cuales representaban un símbolo del Señor Jesús; quien sería sacrificado en favor de toda la humanidad, creó su propia forma de someter a las personas que no conocen los preceptos de Dios, a través de sacrificios de animales e inclusive de seres humanos dentro de sus rituales macabros.

De la misma forma, el catolicismo, que se denomina religión cristiana pero que no pasa de ser un Estado político dentro de cada país, y cuya capital mundial es el Vaticano, de donde también se dirigen todas las guerras, revoluciones y rebeliones, supuestamente “en nombre de Dios”. Según denuncias publicadas en varios diarios, revistas y exposiciones de filmes de “ficción”, se tornó “socio” de la mafia para “limpiar” todo el dinero que se recauda a través del juego, de las drogas, prostitución, y otras prácticas ilícitas. Al mismo tiempo, ha usado la Biblia, fraudulentamente, como fuente de sus aspiraciones de conquistas políticas, para promocionar la miseria, especialmente entre los pueblos del Tercer Mundo.

Un ejemplo de esto es que, la Iglesia Católica ha enseñado que la pareja no puede dejar de tener hijos y que el acto sexual debe ser realizado sólo para procrear, contribuyendo con el aumento de la pobreza, de la miseria y de todos los males que se generan, desvirtuando la Palabra de Dios:

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó. Los bendijo Dios y les dijo; fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla…” (Génesis 1:27-28).

En aquel tiempo la tierra tenía que ser habitada y la multiplicación era necesaria. Sin embargo, hoy tenemos una superpoblación que genera el grave problema de no haber la suficiente producción de alimentos para la necesidad humana, especialmente en los países subdesarrollados donde el hambre es una constante.

En lugar de promover entre las familias, especialmente las de bajos ingresos, un planeamiento familiar, promueve la procreación. Esto genera cada vez más pobreza y es, justamente en la miseria de los pueblos, que la Iglesia Católica crece y se desenvuelve; siempre que haya miseria puede esconderse bajo una cortina de trabajo social para extorsionar a los gobiernos sumas incalculables de dinero y así continuar fomentando la pobreza.

Los Testigos de Jehová, de la misma forma, se han servido de la Palabra de Dios como verdaderos mensajeros del infierno, pues niegan con vehemencia la divinidad del Señor Jesucristo, creen que Él ha venido de Dios, pero que es apenas su Hijo. Sólo esto es suficiente para probar el carácter de su mensaje diabólico.

Como podemos verificar, satanás ha usado la Biblia como fuente de información para destruir a billones de seres humanos. La única manera posible de no dejarnos confundir es permitir que el Espíritu Santo, el mismo que guió al Señor Jesús, nos venga a dirigir a través de su Palabra, testificando en nuestros corazones su Santa voluntad.

Mensaje substraído de: El Poder Sobrenatural de la Fe (autor: Obispo Edir Macedo)

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