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Esposas frustradas

Dios creó el matrimonio para que fuese una alianza entre un hombre y una mujer

Esposas frustradas

ESPOSAS FRUSTRADAS. La mujer que tiene su vida arruinada por el marido se convierte en una mujer frustrada y traumatizada con el matrimonio. Su deseo ya no es el de agradarlo, sino vivir en función de sí misma – lo que, en cierta manera, parece ser la mejor opción teniendo en cuenta lo que ha pasado.  Cuando escucha que su papel como esposa es el de agradar a su marido, ya es casi demasiado tarde para que pueda aceptar y poner en práctica este concepto, pues su experiencia con el matrimonio se resume en abuso y comportamiento trastornado.

Algunas mujeres sufren abusos verbales y físicos. Sufren por los fracasos y vicios incontrolables de sus maridos. La peor hora del día es cuando el marido llega a casa, ya que es difícil prever su humor. Y cuando los hijos están presentes, se siente todavía más abusada y humillada. Por más que lo intente, no consigo imaginar lo que esas mujeres sienten. Yo nunca lo voy a saber, pues la experiencia que ellas tienen respecto al matrimonio es completamente diferente a la que yo he vivido. Aunque mi matrimonio no haya sido siempre un mar de rosas, yo nunca me sentí avergonzada o frustrada; al contrario, mi matrimonio me ayudó a madurar e incluso a aproximarme a Dios, pues ésta es la única fuente 100% correcta.  Aun así, hay esposas que piensan que la Palabra de Dios no se aplica a los días de hoy y la cuestionan como si fuese un libro obsoleto del siglo XVII. La frustración continúa día tras día sin que haya una solución y, la única salida, es el divorcio. ¿Será cierto? ¿Crearía Dios una institución tan santa con tantos fallos? ¿Por qué algunos matrimonios salen bien y otros no? La solución de los problemas del matrimonio nunca es el divorcio.  Si fuese así, entonces podríamos afirmar que ¡la solución para un enfermo terminal es la muerte! Nadie mata a una persona porque esté a punto de morir. Al contrario, unos usan la fe para que esa persona sea curada; otros usan la esperanza; unos investigan o viajan hasta el otro lado del mundo en búsqueda de la curación y, otros, intentan quedarse con el enfermo lo máximo que pueden antes de que se vaya.

Dios creó el matrimonio para que fuese una alianza entre un hombre y una mujer. Ellos permanecerían juntos y serían uno mientras viviesen, pero eso no significa que no habría problemas.  Basta con compararlo con nuestra alianza con Dios:  Ésta exige renuncia y perseverancia, pero vale la pena.  A cambio, tenemos todo lo que Dios nos ofrece.  Lo mismo sucede en la alianza del matrimonio: Si hay perseverancia y renuncia de las propias voluntades, ambos evitarán muchos problemas y malentendidos en la relación.

Continuará… 
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