Noticias | - 5:03 pm
Es aquella mujer que trama proyectos diabólicos y no descansa hasta que no los ejecute. Tiene conciencia del peligro de muerte que hay para los que a ella se aproximen, y anda buscando a aquellos que desprecian el temor del Señor con el fin de simpatizar con ellos. El Espíritu de Dios las describe así:
“… vi entre los simples, consideré entre los jóvenes, a un joven falto de entendimiento, el cual pasaba por la calle, junto a la esquina, e iba camino a la casa de ella, a la tarde del día, cuando ya oscurecía, en la oscuridad y tinieblas de la noche. Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro, con atavío de ramera y astuta de corazón. Alborotadora y rencillosa, sus pies no pueden estar en casa; unas veces está en la calle, otras veces en las plazas, acechando por todas las esquinas. Se asió de él, y le besó. Con semblante descarado le dijo: sacrificios de paz había prometido, hoy he pagado mis votos; por tanto, he salido a encontrarte, buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado. He adornado mi cama con colchas recamadas con cordoncillo de Egipto; he perfumado mi cámara con mirra, áloes y canela. Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; alegrémonos en amores. Porque el marido no está en casa; se ha ido a un largo viaje. La bolsa de dinero llevó en su mano; el día señalado volverá a su casa. Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, le obligó con la zalamería de sus labios.
Al punto se marchó tras ella, cómo va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado; como el ave que se apresura a la red, y no sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspasa su corazón.
Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca. No se aparte tu corazón a sus caminos; no yerres en sus veredas. Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella. Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte” (Proverbios 7:7-27).
Salomón, con toda su sabiduría, no pudo evitar los lazos de la mujer diabólica, y confesó haber hallado una cosa peor que la muerte, cuando dijo:
“He hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; más el pecador quedará en ella preso” (Eclesiastés 7:26).
Continuará…
Libro: El Perfil de la Mujer de Dios
Autor: Obispo Edir Macedo
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