Sus problemas de conducta en su vida, no le daban una proyección clara sobre su futuro

No podían darse ningún tipo de gustos, sus ingresos cercaban toda posibilidad

Edgar Cruz tenía serios problemas de conducta en su vida, no tenía una proyección clara sobre su futuro, en cambio había entregado su vida al mundo del consumo de estupefacientes como la cocaína y otros fuertes alucinógenos. Al haber perdido su rumbo enfocó su vida al mundo nocturno de fiestas sin cesar llegando incluso abandonando sus estudios.

Edgar se tornó en un hombre y llegó a pensar que quizás era hora de sentar cabeza por eso tomó la decisión de comprometerse en matrimonio con quien fuera su pareja, pero no estaba preparado para tal transición. No contaba con empleo o ningún tipo de estabilidad por lo que al comenzar su vida en pareja se vio forzado a vivir arrimado en casas de los familiares que decidieran brindarle apoyo.

Edgar estaba atrapado en un círculo lleno de carencias donde se veía comprometido a pedir prestado todo el tiempo para poder cubrir sus deudas. Le destrozaba su orgullo de hombre ver como él no podía responder velar por su familia de la misma manera que otros lo hacían, no podían darse ningún tipo de gustos ni salidas puesto que sus ingresos cercaban toda posibilidad.

A través de su participación en la Iglesia Universal fue que Edgar escuchó hablar por primera vez del diezmo y como este servía de vía para muchos quienes buscaban cambiar sus vidas, así que sin pensarlo entregó toda su fidelidad a Dios a través de su participación como diezmista. De esta su situación económica cambió rotundamente, antes el dinero se desaparecía como agua que trataba de retener en sus manos, pero hoy día la vida es diferente.

Tras su voto de fidelidad Dios le ha mostrado de manera clara el camino para encontrar aquellas puertas abiertas que lo ayudan a crecer en el ámbito profesional. Ya puede contar con la liquidez monetaria para contar no solo con su propia casa sino para darse todos los gustos en los restaurantes en lo que desee comer y compartir junto a su esposa.

Testimonio Edgar Cruz.

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