Los dos testigos

Y otorgaré autoridad a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de la tierra. Y si alguno quiere hacerles daño, de su boca sale fuego y devora a sus enemigos; así debe morir cualquiera que quisiera hacerles daño. Estos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva durante los días en que ellos profeticen; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda suerte de plagas todas las veces que quieran. Cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, los vencerá y los matará. — (Apocalipsis 11:3-7).

La descripción de los dos testigos nos remite a Moisés y Elías, que curiosamente son los dos profetas que tuvieron una experiencia peculiar con la muerte: el cuerpo de Moisés fue secretamente sepultado por el propio Dios y Elías no murió (fue arrebatado). ¿Estaría el Señor separándolos para un retorno en el final de los tiempos? Vuelvan literalmente, esto es, esos dos testigos profetas que vendrán “en el espíritu y poder de Elías” y de Moisés, lo que importa es la misión principal que cumplirán. Durante tres años y medio, predicarán, darán testimonio y profetizarán exponiendo la verdad de Dios y las malas obras de los habitantes de la Tierra. Por eso, serán odiados por todos, especialmente por el Anticristo. Sus vestimentas de cilicio indican que llamarán a las personas, una vez más, al arrepentimiento. El hecho de que los dos testigos representen a la Ley (Moisés) y a los Profetas (Elías) sugiere que el testimonio de ellos será particularmente penetrante a los oídos de los judíos. Por haber rechazado al Señor Jesús como el Mesías, probaron que no creyeron ni en la Ley ni en los Profetas, que testificaron sobre Él.

Y sus cadáveres yacerán en la calle de la gran ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Y gente de todos los pueblos, tribus, lenguas y naciones, contemplarán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sus cadáveres sean sepultados. Y los que moran en la tierra se regocijarán por ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas atormentaron a los que moran en la tierra.

Pero después de los tres días y medio, el aliento de vida de parte de Dios vino a ellos y se pusieron en pie, y gran temor cayó sobre quienes los contemplaban. Entonces oyeron una gran voz del cielo que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en la nube, y sus enemigos los vieron. En aquella misma hora hubo un gran terremoto y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y siete mil personas murieron en el terremoto, y los demás, aterrorizados, dieron gloria al Dios del cielo. El segundo ¡ay! ha pasado; he aquí, el tercer ¡ay! viene pronto. — (Apocalipsis 11:8-14).

El odio que los judíos y los gentiles sentirán de los dos testigos se transformará en alegría cuando vean sus cuerpos muertos en la plaza pública en Jerusalén. El mundo entero celebrará una especie de fiesta satánica, dándose regalos unos a los otros en conmemoración de sus muertes. Los hijos de las tinieblas envidian a los hijos de la luz; y muchos de ellos, por estar poseídos por espíritus inmundos, intentan hacerles mal. Es justamente por eso que los verdaderos cristianos son ridiculizados y perseguidos muchas veces por parientes, amigos y compañeros en su ambiente de trabajo. Independientemente de eso, nuestra obligación es dar testimonio fiel del Señor en todo lugar.

Hasta recientemente, esta profecía no podría ser complicada, pues ¿cómo el mundo entero podría ver los cuerpos de los testigos en solo tres días y medio? ¡Pero el acceso en masa a transmisiones de video en vivo por internet ya posibilita que esta profecía suceda en esta generación!

Continuará…

Libro: La Tierra va a Prenderse Fuego 
Autor: Obispo Renato Cardoso

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