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Este domingo 28 de agosto iniciaremos el próximo ayuno de Daniel. Durante El Ayuno determinado por Dios nos desconectaremos del mundo durante 21 días; de las noticias, de la música, de las películas y de cualquier otra forma de entretenimiento que pueda desviar nuestros pensamientos de Dios. Para ello, nos centraremos exclusivamente en nuestra fe, con la Palabra Dios.
El Ayuno de Daniel está basado en versículos de la Biblia encontrados en Daniel 10:2-3 “En aquellos días, yo Daniel estuve afligido por tres semanas. No comí manjar delicado; ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas”. Estas tres semanas se refieren a la observancia de la Pascua y la Fiesta de los Panes sin Levadura, las cuales tienen lugar en el primer mes del año (Éxodo 12:1-20). Aunque el Ayuno de Daniel limpia el cuerpo al omitir ciertos alimentos, la intención real y más profunda es la conexión espiritual.
El propósito del ayuno es buscar, a través de la fe y del Espíritu Santo, una relación más íntima con Dios. Al tiempo que libera al cuerpo de alimentos y bebidas auto-gratificantes también libera la mente del entretenimiento que desvían nuestros pensamientos de Él. El Ayuno de Daniel pretende que su enfoque no esté en las cosas carnales del mundo sino enteramente en Dios.
Durante El Ayuno determinado por Dios usted querrá concentrarse en la oración, el estudio de la Biblia, y en la reflexión. Una excelente manera de comenzar la preparación para crecer en el Señor. El ayuno es una poderosa disciplina espiritual, al asociar el ayuno físico y mental con la oración uno puede abrirse al Espíritu Santo de Dios.
El ayuno es un asunto de libertad cristiana, al mismo tiempo, la Biblia presenta el ayuno como algo bueno, provechoso, y beneficioso. El libro de los Hechos registra a creyentes ayunando antes de tomar decisiones importantes (Hechos 13:2; 14:23). El ayuno y la oración a menudo están entrelazados (Lucas 2:37; 5:33).
“Por eso pues, ahora, dice el Señor, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento” (Joel 2:12)
El bautismo con el Espíritu Santo tiene un objetivo singular; habilitar a los discípulos para ser testigos vivos del Señor Jesucristo en la Tierra. Como Juan Bautista fue enviado por Dios para testificar al respecto de Jesús (Juan 1:7), lo mismo sucede en relación al sellado con el Espíritu Santo. Sólo los bautizados con el Espíritu Santo son escogidos por Dios para ser testigos de la resurrección de Su Hijo Jesús.
¿Cómo ser testigo de Alguien que nació, vivió, murió, resucitó y ascendió a los cielos 2 mil años atrás? No estaba allí cuando sucedió; mis ojos no vieron a Jesús; mis manos no lo tocaron. ¿Cómo puedo probarles a otros que Jesús está vivo? Sólo hay un modo: ¡Ser poseído por el mismo Espíritu que Lo resucitó! La fe es certeza, es convicción personal. Quien tiene fe obedece a la Palabra de Dios y aguarda. No se lamenta, no se queja y, sobre todo, no se expone a ninguna preocupación para con los demás.
El asombroso poder de Dios es transformador y usted conocerá que con Dios, todas las cosas son posibles.
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