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Presentando el nuevo modelo 780 litros…

No ararás con buey y con asno juntamente

Presentando el nuevo modelo 780 litros…

Presentando el nuevo modelo 780 litros…

Si la diferencia de edad y otros factores pueden pesar en la relación como una heladera en la espalda de quien sube una montaña, ¡tengo el placer de presentarle la versión gigante!

Ella viene con 780 litros de capacidad, tres puertas, freezer, estantería especial para pepinos en conserva (los va a necesitar) y un potente dispenser de hielo que garantiza el clima muy frío en su matrimonio mientras dure…

Estoy hablando del matrimonio interreligioso — entre dos personas de distintas creencias.

Los estudios muestran que los matrimonios interreligiosos tienen mayor índice de divorcio — hasta tres veces más que el de matrimonios donde los dos son de la misma fe. El índice es mayor incluso entre parejas del mismo segmento religioso, pero de denominaciones diferentes. Y sorprendentemente, parejas de la misma denominación, en las que uno de los cónyuges tiene mayor grado de devoción o convicción que el otro, también se divorcian más.

Tiene sentido, porque es difícil pensar en un factor que tenga tanto impacto en tantas áreas de la vida de una persona como su fe.

No es tan solo una cuestión de dónde la pareja (y los hijos, si los hay) congregará el domingo en la mañana. La fe de una persona afecta todo, desde los principios y valores que rigen sus decisiones hasta las finanzas, la comida, el tratamiento médico, la disciplina de los hijos (y qué creencia seguirán ellos), el sexo, los parientes, la visión del mundo, el ocio y una gama de otras áreas de la vida.

Para muchos, el problema ya comienza cuando están planeando el matrimonio. “Voy a hablar con mi pastor para agendar la ceremonia”, dice la novia entusiasmada. El novio reacciona: “Bien, es que yo le dije a mi madre que nos casaríamos allá en nuestra parroquia y que el Padre Pedro oficiaría nuestro casamiento…”.

Hasta ahí, todo… más o menos bien. Se puede sobrevivir al día del casamiento, pues pasa rápido. Lo peor viene después. El agravante es que la fe, para las personas que la toman en serio, es innegociable. Cambiar de opinión para ellas es ir en contra de su Dios. Por eso, el potencial para conflictos sin solución es muy grande.

Ya sabiendo sobre eso, el propio Dios aconsejó a Su pueblo a no casarse con personas de otra fe. La Biblia relata que los casamientos interreligiosos solían ser una gran piedra de tropiezo para los judíos. El pueblo de Dios normalmente se corrompía y abandonaba su fe original para abrazar la creencia pagana de sus cónyuges. Y los hijos seguían el desvío de la fe de sus padres, como efecto dominó.

En el Nuevo Testamento, bajo la fe cristiana, nosotros vimos la continuidad de esta restricción. El apóstol Pablo dijo:

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?5

Esa expresión “yugo desigual” era muy familiar a sus oyentes, pues Pablo estaba citando una parte del Antiguo Testamento que dice:

No ararás con buey y con asno juntamente.

Nosotros que crecimos en la ciudad no entendemos ese consejo sin una explicación. Antes de que existieran los tractores y otras máquinas para arar la tierra, los bueyes siempre fueron los animales elegidos para empujar el arado mientras el agricultor los conducía. El buey es, por naturaleza, dado al trabajo duro y coopera mejor con el hombre. Por otro lado, el asno es terco e inflexible. Son animales con naturalezas diferentes. Además de eso, el buey ya era considerado por los judíos un animal “limpio” y el asno un animal “inmundo”. Entonces, no tenía sentido ni desde el punto de vista práctico ni desde el religioso colocar a un buey y a un asno juntos para empujar el arado. Ellos no lograrían salir del lugar.

Y Pablo sugiere que lo mismo sucederá con dos personas en “yugo desigual” por causa de la fe. Nosotros podemos confirmar eso por nuestra experiencia. Gran parte de las parejas con creencias diferentes a las que aconsejamos vive exactamente así — a veces desentendiéndose, a veces en un tira y afloja, no llegando a ningún lugar. Desde el punto de vista de la fe, para el cristiano, es realmente como si se hubiese casado con un asno…

Por lo tanto, si usted se toma en serio su fe y quiere un dolor de cabeza seguro, cásese con alguien sin fe, de poca fe o de fe diferente a la suya.

Muchas parejas hoy en día no le están dando mucha importancia a ese punto. Gran parte se casa sin ni siquiera conversar más profundamente sobre el tema. No cometa este error.

La fe es una de sus armas más potentes en el blindaje de su noviazgo y matrimonio. No la ignore. Pregunte, sí. Tengan esa conversación. Y, sobre todo, observe las actitudes y comportamientos de la otra persona para ver si coindicen con sus palabras. Un joven que se dice cristiano, pero que no ve la hora de sacarle su ropa interior, no está muy comprometido con la fe que dice tener.

¿Cómo es la relación de aquella persona con Dios? ¿Muestra a Dios en sus actitudes? ¿Cómo practica la fe que dice tener? ¿Cómo conoció a Dios? ¿Cuál es su testimonio de fe? ¿Cuán familiar es ella con la Palabra de Dios? En los momentos difíciles, ¿recurre a la fe o actúa como cualquier persona? ¿Es temerosa a Dios?

Para no decepcionarse, su objetivo debe ser elegir a una persona de la misma fe y del mismo nivel espiritual que usted. De todo lo que ya expusimos hasta aquí, si usted es de la fe, considere este el aviso más importante de todos. Es así de serio.

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