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Ella consigue al novio que quiere y hace que él la pida en matrimonio
La Fa
La Mujer Fa, o extremadamente fácil, es lo opuesto a la Difi. Sus estándares son casi inexistentes en relación al amor. Mientras que el hombre tenga una buena conversación, ella cae. Se entrega fácilmente y va por lo que siente, aunque una sirena se dispare en su cabeza, alertándola a no proseguir. Su criterio es simple: si el corazón quiere, entonces que sea. El después se resuelve… después.
Muchas Mujeres Fas piensan que, al entregarse a un hombre, él también se entregará a ellas. No entienden la diferencia entre las naturalezas femenina y masculina. La mujer naturalmente quiere darse ciento por ciento, cuidar a su amado como una madre, aceptarlo como él es, en la creencia de que él la amará por eso.
Por otro lado, el hombre tiene una naturaleza transaccional, o sea, basada en la experiencia aislada de ese momento. “¿Qué voy a ganar con esto?” — es lo que guía sus decisiones la mayoría de las veces. En su mente, ella durmió con él porque ella quiso, eso es todo. No hubo ningún acuerdo más allá de eso antes.
La Mujer Fa desciende al nivel del hombre sin compromiso y acepta comenzar algo casual. Después de que se involucra, quiere que él suba el nivel para el compromiso. Entonces él se resiente o se rebela. Por eso, cuando ella exige un mayor compromiso, a él le extraña, da un paso atrás y dice: “No estoy preparado para eso”. Y ella termina sintiéndose usada o engañada. Pero fue ella quien permitió que la engañaran.
No aceptando la derrota, ella se va a vivir con él para darle una previa de lo bueno que es tenerla a su lado. Y él simplemente se lo agradece. “¡Qué bueno! ¡Ahora voy a tener a alguien que cuide la casa y sexo a la hora que yo quiera!” — piensa su cerebro transaccional. Y ella va lavando, cocinando, limpiando y teniendo relaciones íntimas con él — esperando el día en el que finalmente él se case con ella. Día que, por supuesto, nunca llega. Más probable es que llegue el día que él se canse y decida descartarla como una servilleta usada. La fila siguió.
Así es, hay una fila enorme de mujeres fáciles esperando que un hombre de esos esté disponible para ellas. Y ellas son, en gran parte, las responsables de que ellos existan. Es la antigua ley de la oferta y la demanda. En el mercado, cuando hay mucha oferta, los precios caen. Con tantas Mujeres Fas por ahí, el valor de ellas está allá abajo y continua “cayendo… Entonces surge el hombre Sin — el sinvergüenza — para aprovecharse de ellas.
Los hombres siempre van a reaccionar a la manera como las mujeres se comportan.
Como casi todo en la vida, el objetivo es el equilibrio. La mujer debe valorarse al punto de no ser fácil, pero al mismo tiempo no volverse inaccesible.
Mientras que muchas muchachas le mandaban cartitas, regalos y se le declaraban a Renato, yo no le di ninguna señal de que me gustaba. Él pasaba a mi lado y yo ni lo miraba. Pero me aseguraba de ponerme en su camino (no ser inaccesible) y esperar a que me notara. Y fue lo que sucedió.
Yo me hacía diferente a las demás. Todas se le insinuaban, pero yo no. Fue eso lo que despertó su atención. Hoy, en mi matrimonio, sigo valorándome, pero sé mantener el equilibrio y no hacer que Renato se sienta prescindible en mi vida.
La mujer que se entrega primero solo tiene valor para el hombre en ese momento. Después, él pierde el interés. Es así como el hombre reacciona ante la Mujer Fa. Por otro lado, con la Mujer Difi, los más valientes incluso intentan, pero eventualmente desisten porque se sienten humillados — meros accesorios en la vida de ellas. Ningún hombre continúa empleando esfuerzos en la búsqueda de lo inalcanzable. Él tiene que tener por lo menos un poco de esperanza de que hay una posibilidad de conquista.
Yo no sabía que Cristiane ya gustaba de mí. Hizo un excelente trabajo de mantener eso bien guardadito dentro de ella. Y como ella dijo, fue exactamente eso lo que me incentivó a querer saber más, pues ella fue un poco escurridiza — estaba al alcance de mis manos, pero al mismo tiempo se me escapaba entre los dedos con su actitud que decía “si me quieres, persígueme”.
La mujer sabia sabe jugar ese juego y ganar siempre. Y cuando ella gana, los dos ganan. Ella consigue al novio que quiere y hace que él la pida en matrimonio — mientras él piensa que fue todo idea de él. La buena noticia es que usted también puede aprender cómo hacer eso. Vamos a darle algunos consejos más adelante, pero primero algo más importante: saber hacer el trabajo de un buen espía.
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