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La educación de los hijos Parte II

La educación de los hijos Parte II

La mujer de Dios sabe cuidar y educar a sus hijos con el principio básico de la propia sabiduría, es decir: el temor del Señor. Todas sus enseñanzas siempre se dirigen a infundir en el inocente corazón de ellos el temor a Dios. Vea lo que el Espíritu de Dios dice:

 “Para entender sabiduría y doctrina, para conocer razones prudentes, para recibir el consejo de prudencia, justicia, juicio y equidad; para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura. Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo, para entender proverbio y declaración, palabras de sabios, y sus dichos profundos” (Proverbios 1:2-7).

Mientras la madre moderna que no tiene ningún compromiso con el Señor Jesús está preocupada en colocar a sus hijos en los mejores colegios, para que ellos tengan la mejor cultura de este mundo, y así asegurarles un futuro prometedor, la madre que es un verdadero instrumento del Espíritu de Dios procura hacer que sus hijos busquen en primer lugar el Reino de Dios y su justicia.

De ahí que, permanentemente cuidará para que ellos no sean influenciados por programas de televisión o juegos infernales; ella cuida para que sus compañeros sean también temerosos de Dios; y para que nunca falten a las reuniones dominicales en la iglesia. En fin, cuida para que haya una formación genuinamente cristiana en el carácter de sus hijos.

El Espíritu de Dios llama virtuosa a este tipo de mujer; y así comenta a su respecto:

Fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir. Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba: muchas mujeres hicieron el bien; más tú sobrepasas a todas. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme al Señor, ésa será alabada” (Proverbios 31:25-30).

Continuará…

Libro: El Perfil de la Mujer de Dios

Autor: Obispo Edir Macedo