Noticias | - 8:00 am
“que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito” (Romanos 8:28)
SOLA Y SALVAJE. Dios escogió a Sansón desde su nacimiento; lo santificó y lo hizo el hombre más fuerte de su época. Aun así, Sansón no estuvo de acuerdo en vivir su vida para Dios. Quería divertirse y tener todas las mujeres que pudiese, a fin de cuentas, era un joven guapo y muy fuerte. Entonces empezó a jugar con su propia vida, como un salvaje que no necesitaba de nada ni de nadie, excepto de su fuerza. Infelizmente, su fin fue trágico y vergonzoso. Sólo obtuvo la victoria sobre sus enemigos cuando, ya en el fondo del pozo, reconoció que necesitaba a Dios.
¿Cuántas jóvenes no piensan exactamente de la misma manera? Quieren libertad, pero no desean asumir las consecuencias. Quieren divertirse, pero no están dispuestas a pagar su precio. Son como niñas mimadas que tienen todo lo que desean, pero nunca están satisfechas. Son adolescentes que viven como si ya fuesen adultas, aun así, viven en casa de sus padres, son mantenidas por ellos, etc. ¡Quieren independencia, pero dependen de los padres!
Dios escogió a Sansón, pero no pudo hacer absolutamente nada para ayudarlo, pues había decidido gobernar su propia vida. En su condición de Padre, Dios no soporta vernos envueltas en problemas; pero ¿qué puede hacer Él si nosotras escogemos seguir nuestros propios instintos? ¿Por qué culpar a Dios de nuestra falta de sumisión? ¿Quieres ser libre? Entonces ¡sé libre! Libre para decidir lo que quieras hacer en tu vida, sea lo correcto o equivocado, pero ¡no culpes a Dios de las consecuencias de tus actos! Francamente, si prefieres quedarte sola, ¿por qué no vivir también de manera salvaje? Solamente que debes estar preparada para asumir el resultado de tus propias elecciones e ideas independientes. Olvídate de Dios, al fin y al cabo, tú escogiste no depender de Él.
Ahora bien, si estás pensando pedir ayuda a Dios para conseguir alguna cosa, sea lo que sea, sé consciente de que, actuando así, te estarás poniendo en la condición de dependiente de Dios y por eso, debes dejar que Él controle tu vida. Como alguien que depende de Dios, lo necesitas, pues sabes que no puedes vencer sola.
Algunas personas dicen: “Yo quiero mi libertad… Quiero hacer lo que me apetezca sin que nadie me controle… Quiero divertirme mientras soy joven y, cuando envejezca, me haré cristiana…” Esas personas todavía están ciegas por la diversión temporal del mundo y frecuentemente culpan a Dios de todas las tragedias que acontecen en su vida o en la vida de personas a miles de kilómetros de distancia. ¡Seamos realistas! ¡O somos independientes de Dios y dependientes de nuestro pecado, o dependientes de Dios e independientes de nuestro pecado!
“Sucederá en aquel día que el remanente de Israel y los de la casa de Jacob que hayan escapado, no volverán a apoyarse más en el que los hirió, sino que en verdad se apoyarán en el Señor, el Santo de Israel” (Isaías 10:20). Cuando abandones tu propia voluntad para hacer la voluntad de Dios, estarás tranquila respecto a tu futuro, aunque los problemas se levanten contra ti, pues tendrás la certeza de que Dios está en el control y “que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito” (Romanos 8:28).