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Regresando a su hogar

“Vuelve a tu sitio, como una sierva, que Yo te bendeciré.”

Regresando a su hogar

Regresando a su hogar. Es frustrante escuchar sobre los constantes actos de terrorismo entre Israel y los países árabes; y todavía lo es más saber que esa enemistad comenzó en la época de Abraham. Sara no quiso esperar por la respuesta de Dios para tener su propio hijo en su hogar, entonces, como muchas de nosotras, planeó conseguir lo que quería de una manera más rápida y fácil. Le propuso a su sierva Agar, que se quedase embarazada de Abraham en su lugar y le diese su hijo en adopción. De este modo, hicieron un pacto y Abraham estuvo de acuerdo con la decisión.  Mientras, tan pronto como Agar se quedó embarazada de su señor, pensó en las ventajas que tenía, a fin de cuentas, el hijo de su señor era también suyo. Entonces Agar comenzó a despreciar a Sara, sin acordarse de que estaba embarazada de Abraham gracias a Sara. Es como aquel proverbio bíblico que dice:

“Por tres cosas tiembla la tierra, y por una cuarta no se puede sostener: por el esclavo cuando llega a ser rey, por el necio cuando se sacia de pan, por la mujer odiada cuando se casa, y por la sierva cuando suplanta a “su señora.” Proverbios 30:21-23

Sara disgustada por su comportamiento ingrato e irrespetuoso empezó a ser grosera con Agar, quien huyó a causa de su orgullo y extrema sensibilidad.  El Ángel del Señor la encontró en el desierto y, habiéndola observado durante todo aquel tiempo, le preguntó de dónde venía y hacia dónde iba. Está claro que no tenía la respuesta a Su pregunta, entonces, le dijo que estaba huyendo de Sara, su señora. El Ángel, simplemente le dijo: “Vuelve a tu señora y sométete a su autoridad […] Multiplicaré de tal manera tu descendencia que no se podrá contar por su multitud” (Génesis 16:9,10).  En otras palabras: “Vuelve a tu sitio, como una sierva, que Yo te bendeciré.”

Muchos problemas hoy en día, son consecuencia de este tipo de comportamiento. Las personas no saben cuál es su lugar en la sociedad, el matrimonio, las relaciones, en su trabajo, etc. Agar era sierva de un matrimonio bendecido, pero aún así, se olvidó de ponerse en su lugar como sierva e intentó adquirir por la fuerza una posición que no le pertenecía. Fue así que generó todos los problemas de los que oímos hablar hasta hoy. Si Agar hubiese “escuchado al Ángel y se hubiese sometido a su señora, Ismael, su hijo, habría crecido como un hombre de Dios y, seguramente no habría concebido un pueblo lleno de rencor contra la generación de su propio hermano.  Si al menos Ismael hubiese sido criado por Abraham y Sara…

La mujer sabia sabe cuál es su lugar, ya sea en casa o en la iglesia; sabe lo que se espera de ella y así se comporta como una excelente sierva para su Señor y Salvador. Le servirá a través de su marido, sus hijos, su país, del cuidado de la casa y del trabajo, a través de los otros y también de su propio cuerpo.  Cuando reconocemos nuestro lugar, todo en la vida comienza a encajar, pues el Propio Dios se ocupa de eso. ¿Cuál es tu lugar? Piensa en esto.

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