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Lea la Biblia en un año : 259º día

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2 Samuel 12

Natán reprende a David

12 Por lo tanto, el Señor envió al profeta Natán para que le contara a David la siguiente historia:

—Había dos hombres en cierta ciudad; uno era rico y el otro, pobre. El hombre rico poseía muchas ovejas, y ganado en cantidad. El pobre no tenía nada, solo una pequeña oveja que había comprado. Él crio esa ovejita, la cual creció junto con sus hijos. La ovejita comía del mismo plato del dueño y bebía de su vaso, y él la acunaba como a una hija. Cierto día llegó una visita a la casa del hombre rico. Pero en lugar de matar un animal de su propio rebaño o de su propia manada, tomó la ovejita del hombre pobre, la mató y la preparó para su invitado.

Entonces David se puso furioso.

—¡Tan cierto como que el Señor vive—juró—, cualquier hombre que haga semejante cosa merece la muerte! Debe reparar el daño dándole al hombre pobre cuatro ovejas por la que le robó y por no haber tenido compasión.

Entonces Natán le dijo a David:

—¡Tú eres ese hombre! El Señor, Dios de Israel, dice: “Yo te ungí rey de Israel y te libré del poder de Saúl. Te di la casa de tu amo, sus esposas y los reinos de Israel y Judá. Y si eso no hubiera sido suficiente, te habría dado más, mucho más. ¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor e hiciste este acto tan horrible? Pues mataste a Urías el hitita con la espada de los amonitas y le robaste a su esposa. 10 De ahora en adelante, tu familia vivirá por la espada porque me has despreciado al tomar a la esposa de Urías para que sea tu mujer”.

11 »Esto dice el Señor: “Por lo que has hecho, haré que tu propia familia se rebele en tu contra. Ante tus propios ojos, daré tus mujeres a otro hombre, y él se acostará con ellas a la vista de todos. 12 Tú lo hiciste en secreto, pero yo haré que esto suceda abiertamente a la vista de todo Israel”.

David confiesa su culpa

13 Entonces David confesó a Natán:

—He pecado contra el Señor.

Natán respondió:

—Sí, pero el Señor te ha perdonado, y no morirás por este pecado. 14 Sin embargo, como has mostrado un total desprecio por la palabra del Señor[a] con lo que hiciste, tu hijo morirá.

15 Después que Natán regresó a su casa, el Señor le envió una enfermedad mortal al hijo que David tuvo con la esposa de Urías. 16 Así que David le suplicó a Dios que perdonara la vida de su hijo, y no comió, y estuvo toda la noche tirado en el suelo. 17 Entonces los ancianos de su casa le rogaban que se levantara y comiera con ellos, pero él se negó.

18 Finalmente, al séptimo día, el niño murió. Los consejeros de David tenían temor de decírselo. «No escuchaba razones cuando el niño estaba enfermo—se decían—, ¿qué locura hará cuando le digamos que el niño murió?».

19 Cuando David vio que susurraban entre sí, se dio cuenta de lo que había pasado.

—¿Murió el niño?—preguntó.

—Sí—le contestaron—, ya murió.

20 De inmediato David se levantó del suelo, se lavó, se puso lociones[b] y se cambió de ropa. Luego fue al tabernáculo a adorar al Señor y después volvió al palacio donde le sirvieron comida y comió.

21 Sus consejeros estaban asombrados.

—No lo entendemos—le dijeron—. Mientras el niño aún vivía, lloraba y rehusaba comer. Pero ahora que el niño ha muerto, usted terminó el duelo y de nuevo está comiendo.

22 —Ayuné y lloré—respondió David—mientras el niño vivía porque me dije: “Tal vez el Señor sea compasivo conmigo y permita que el niño viva”. 23 Pero ¿qué motivo tengo para ayunar ahora que ha muerto? ¿Puedo traerlo de nuevo a la vida? Un día yo iré a él, pero él no puede regresar a mí.

24 Luego David consoló a Betsabé, su esposa, y se acostó con ella. Entonces ella quedó embarazada y dio a luz un hijo, y David[c] lo llamó Salomón. El Señor amó al niño 25 y mandó decir por medio del profeta Natán que deberían llamarlo Jedidías (que significa «amado del Señor») como el Señor había ordenado.[d]

David conquista Rabá

26 Mientras tanto, Joab luchaba contra la ciudad de Rabá, la capital de Amón, y tomó las fortificaciones reales.[e] 27 Entonces Joab envió mensajeros a David para decirle: «He peleado contra Rabá y he capturado el suministro de agua.[f] 28 Ahora traiga al resto del ejército y tome la ciudad; de lo contrario, yo seré quien la conquiste y reciba el reconocimiento por la victoria».

29 Entonces David reunió al resto del ejército y fue a Rabá, peleó contra la ciudad y la tomó. 30 David quitó la corona de la cabeza del rey[g] y la colocaron sobre la de él. La corona estaba hecha de oro con gemas incrustadas y pesaba treinta y cuatro kilos.[h] Además, David se llevó un enorme botín de la ciudad. 31 También hizo esclavos a los habitantes de Rabá y los forzó a trabajar con[i] sierras, picos y hachas de hierro, y a trabajar en los hornos de ladrillos.[j] Así trató a la gente de todas las ciudades amonitas. Luego David regresó a Jerusalén con todo el ejército.

2 Corintios 5

Nuevos cuerpos

Pues sabemos que, cuando se desarme esta carpa terrenal en la cual vivimos (es decir, cuando muramos y dejemos este cuerpo terrenal), tendremos una casa en el cielo, un cuerpo eterno hecho para nosotros por Dios mismo y no por manos humanas. Nos fatigamos en nuestro cuerpo actual y anhelamos ponernos nuestro cuerpo celestial como si fuera ropa nueva. Pues nos vestiremos con un cuerpo celestial; no seremos espíritus sin cuerpo.[a] Mientras vivimos en este cuerpo terrenal, gemimos y suspiramos, pero no es que queramos morir y deshacernos de este cuerpo que nos viste. Más bien, queremos ponernos nuestro cuerpo nuevo para que este cuerpo que muere sea consumido por la vida. Dios mismo nos ha preparado para esto, y como garantía nos ha dado su Espíritu Santo.

Así que siempre vivimos en plena confianza, aunque sabemos que mientras vivamos en este cuerpo no estamos en el hogar celestial con el Señor. Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos. Sí, estamos plenamente confiados, y preferiríamos estar fuera de este cuerpo terrenal porque entonces estaríamos en el hogar celestial con el Señor. Así que, ya sea que estemos aquí en este cuerpo o ausentes de este cuerpo, nuestro objetivo es agradarlo a él. 10 Pues todos tendremos que estar delante de Cristo para ser juzgados. Cada uno de nosotros recibirá lo que merezca por lo bueno o lo malo que haya hecho mientras estaba en este cuerpo terrenal.

Somos embajadores de Dios

11 Dado que entendemos nuestra temible responsabilidad ante el Señor, trabajamos con esmero para persuadir a otros. Dios sabe que somos sinceros, y espero que ustedes también lo sepan. 12 ¿Estamos de nuevo recomendándonos a ustedes? No, estamos dándoles un motivo para que estén orgullosos de nosotros,[b] para que puedan responder a los que se jactan de tener ministerios espectaculares en vez de tener un corazón sincero. 13 Si parecemos estar locos es para darle gloria a Dios, y si estamos en nuestro sano juicio, es para beneficio de ustedes. 14 Sea de una forma u otra, el amor de Cristo nos controla.[c] Ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua.[d] 15 Él murió por todos para que los que reciben la nueva vida de Cristo ya no vivan más para sí mismos. Más bien, vivirán para Cristo, quien murió y resucitó por ellos.

16 Así que hemos dejado de evaluar a otros desde el punto de vista humano. En un tiempo, pensábamos de Cristo solo desde un punto de vista humano. ¡Qué tan diferente lo conocemos ahora! 17 Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!

18 Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a sí mismo por medio de Cristo. Y Dios nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él. 19 Pues Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando más en cuenta el pecado de la gente. Y nos dio a nosotros este maravilloso mensaje de reconciliación. 20 Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por medio de nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan a Dios!». 21 Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado,[e] para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo.

Ezequiel 19

Canto fúnebre para los reyes de Israel

19 »Entona este canto fúnebre para los príncipes de Israel:

»“¿Qué es tu madre?
    ¡Una leona entre leones!
Se recostó entre los leones jóvenes
    y crio a sus cachorros.
A uno de sus cachorros lo crio
    para que fuera un león fuerte.
Aprendió a cazar la presa y a devorarla
    y llegó a alimentarse de carne humana.
Luego las naciones oyeron hablar de él
    y lo atraparon en una fosa.
Se lo llevaron con garfios
    a la tierra de Egipto.

»”Cuando la leona vio
    que su esperanza en él estaba perdida,
tomó a otro de sus cachorros
    y le enseñó a ser un león fuerte.
Él merodeaba entre los demás leones
    y se destacaba por su fuerza.
Aprendió a cazar la presa y a devorarla,
    y también él llegó a alimentarse de carne humana.
Derribó fortalezas[a]
    y destruyó sus aldeas y ciudades.
Las granjas quedaron devastadas,
    y las cosechas, destruidas.
La tierra y sus habitantes temblaban de miedo
    cuando lo oían rugir.
Luego lo atacaron los ejércitos de las naciones;
    lo rodearon por todas partes.
Arrojaron una red sobre él
    y lo atraparon en una fosa.
Lo arrastraron con ganchos, lo encerraron en una jaula
    y lo llevaron ante el rey de Babilonia.
Lo mantuvieron cautivo,
    para que nunca más se oyera su voz
    en los montes de Israel.

10 »”Tu madre era como una vid
    plantada junto a la orilla del agua.
Su follaje era verde y frondoso
    por la abundancia de agua.
11 Sus ramas se fortalecieron
    lo suficiente para ser el cetro de un rey.
Llegó a crecer muy alta,
    muy por encima de las demás vides.
Se destacó por su altura
    y sus abundantes ramas frondosas.
12 Pero la vid fue arrancada de raíz con furia
    y arrojada al suelo.
El viento del desierto le secó los frutos
    y le desgajó las ramas fuertes;
así que se marchitó
    y fue consumida por el fuego.
13 Ahora la vid está trasplantada en el desierto,
    donde el suelo es duro y reseco.
14 De sus ramas surgió fuego
    que devoró sus frutos.
Las ramas que le quedan no son
    tan fuertes para ser el cetro de un rey”.

»Este es un canto fúnebre y se entonará en un funeral».