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Lea la Biblia en un año : 257º día

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2 Samuel 10

David derrota a los amonitas

10 Después de un tiempo, murió Nahas, rey[a] de los amonitas, y su hijo Hanún subió al trono. David dijo: «Le mostraré lealtad a Hanún, así como su padre, Nahas, siempre me fue leal». Entonces David envió embajadores a Hanún para expresarle sus condolencias por la muerte de su padre.

Pero cuando los embajadores de David llegaron a la tierra de Amón, los comandantes amonitas le dijeron a Hanún, su amo: «¿Realmente cree que estos hombres vienen para honrar a su padre? ¡No, David los ha enviado a espiar la ciudad para luego venir y conquistarla!». Entonces Hanún tomó presos a los embajadores de David, les afeitó la mitad de la barba, les cortó los mantos a la altura de las nalgas y los envió avergonzados de regreso a David.

Cuando llegó a oídos de David lo que había sucedido, envió mensajeros para decirles a los hombres: «Quédense en Jericó hasta que les crezca la barba y luego regresen». Pues se sentían muy avergonzados de su aspecto.

Cuando el pueblo de Amón se dio cuenta de qué tan seriamente había provocado el enojo de David, los amonitas contrataron a veinte mil soldados arameos de infantería de las tierras de Bet-rehob y Soba, mil del rey de Maaca y doce mil de la tierra de Tob. Cuando David se enteró, envió a Joab con todos sus guerreros a pelear contra ellos. Las tropas amonitas se pusieron en pie de guerra a la entrada de la puerta de la ciudad, mientras los arameos de Soba y Rehob, junto con los hombres de Tob y Maaca, tomaron posiciones para pelear a campo abierto.

Cuando Joab vio que tendría que luchar tanto por el frente como por la retaguardia, eligió a algunas de las tropas selectas israelitas y las puso bajo su propio mando para luchar contra los arameos a campo abierto. 10 Dejó al resto del ejército bajo el mando de su hermano Abisai, quien atacaría a los amonitas. 11 «Si los arameos son demasiado fuertes para mí, entonces ven en mi ayuda—le dijo Joab a su hermano—. Si los amonitas son demasiado fuertes para ti, yo iré en tu ayuda. 12 ¡Sé valiente! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios, y que se haga la voluntad del Señor».

13 Cuando Joab y sus tropas atacaron, los arameos comenzaron a huir. 14 Al ver que los arameos corrían, los amonitas huyeron de Abisai y retrocedieron a la ciudad. Terminada la batalla, Joab regresó a Jerusalén.

15 Al darse cuenta los arameos de que no podían contra Israel se reagruparon, 16 y se les unieron tropas adicionales arameas que Hadad-ezer mandó llamar del otro lado del río Éufrates.[b] Estas tropas llegaron a Helam bajo el mando de Sobac, el comandante de las fuerzas de Hadad-ezer.

17 Cuando David oyó lo que sucedía, movilizó a todo Israel, cruzó el río Jordán y guio al ejército a Helam. Los arameos se pusieron en formación de batalla y lucharon contra David; 18 pero nuevamente los arameos huyeron de los israelitas. Esta vez las fuerzas de David mataron a setecientos conductores de carros de guerra y a cuarenta mil soldados de infantería,[c] entre estos a Sobac, el comandante del ejército. 19 Cuando todos los reyes que estaban aliados con Hadad-ezer vieron que Israel los había derrotado, se rindieron a Israel y se convirtieron en sus súbditos. Después de esto, los arameos tuvieron miedo de ayudar a los amonitas.

2 Corintios 3

¿Otra vez comenzamos a elogiarnos a nosotros mismos? ¿Acaso somos como otros, que necesitan llevarles cartas de recomendación o que les piden que se escriban tales cartas en nombre de ellos? ¡Por supuesto que no! La única carta de recomendación que necesitamos son ustedes mismos. Sus vidas son una carta escrita en nuestro[a] corazón; todos pueden leerla y reconocer el buen trabajo que hicimos entre ustedes. Es evidente que son una carta de Cristo que muestra el resultado de nuestro ministerio entre ustedes. Esta «carta» no está escrita con pluma y tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente. No está tallada en tablas de piedra, sino en corazones humanos.

Estamos seguros de todo esto debido a la gran confianza que tenemos en Dios por medio de Cristo. No es que pensemos que estamos capacitados para hacer algo por nuestra propia cuenta. Nuestra aptitud proviene de Dios. Él nos capacitó para que seamos ministros de su nuevo pacto. Este no es un pacto de leyes escritas, sino del Espíritu. El antiguo pacto escrito termina en muerte; pero, de acuerdo con el nuevo pacto, el Espíritu da vida.

La gloria del nuevo pacto

El camino[b] antiguo, con leyes grabadas en piedra, conducía a la muerte, aunque comenzó con tanta gloria que el pueblo de Israel no podía mirar la cara de Moisés. Pues su rostro brillaba con la gloria de Dios, aun cuando el brillo ya estaba desvaneciéndose. ¿No deberíamos esperar mayor gloria dentro del nuevo camino, ahora que el Espíritu Santo da vida? Si el antiguo camino, que trae condenación, era glorioso, ¡cuánto más glorioso es el nuevo camino, que nos hace justos ante Dios! 10 De hecho, aquella primera gloria no era para nada gloriosa comparada con la gloria sobreabundante del nuevo camino. 11 Así que si el antiguo camino, que ha sido reemplazado, era glorioso, ¡cuánto más glorioso es el nuevo, que permanece para siempre!

12 Ya que este nuevo camino nos da tal confianza, podemos ser muy valientes. 13 No somos como Moisés, quien se cubría la cara con un velo para que el pueblo de Israel no pudiera ver la gloria, aun cuando esa gloria estaba destinada a desvanecerse. 14 Pero la mente de ellos se endureció y, hasta el día de hoy, cada vez que se lee el antiguo pacto, el mismo velo les cubre la mente para que no puedan entender la verdad. Este velo puede quitarse solamente al creer en Cristo. 15 Efectivamente, incluso hoy en día, cuando leen los escritos de Moisés, tienen el corazón cubierto con ese velo y no comprenden.

16 En cambio, cuando alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado. 17 Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18 Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.

Ezequiel 17

Relato de las dos águilas

17 Luego recibí el siguiente mensaje del Señor«Hijo de hombre, propón este enigma y cuenta este relato a los israelitas. Diles de parte del Señor Soberano:

»“Un águila grande con alas anchas y plumas largas,
    cubierta de plumaje de varios colores,
    llegó al Líbano.
Agarró la copa de un cedro
    y arrancó la rama más alta.
Se la llevó a una ciudad llena de mercaderes.
    La plantó en una ciudad de comerciantes.
También tomó de la tierra una planta de semillero
    y la sembró en tierra fértil.
La colocó junto a un río ancho,
    donde podría crecer como un sauce.
Allí echó raíces y creció
    hasta convertirse en una amplia vid de poca altura.
Sus ramas se extendieron hacia arriba, en dirección al águila,
    y sus raíces penetraron en el suelo.
Produjo ramas robustas
    y le salieron retoños.
Pero luego llegó otra águila grande
    con alas anchas y cubierta de plumaje.
Entonces la vid extendió las raíces y las ramas
    hacia esa águila para obtener agua,
aunque ya estaba plantada en buena tierra
    y tenía agua en abundancia
para crecer y convertirse en una vid espléndida
    y producir hojas frondosas y frutos suculentos”.

»Así que ahora el Señor Soberano pregunta:
“¿Crecerá y prosperará esa vid?
    ¡No! ¡Yo la arrancaré de raíz!
Cortaré sus frutos
    y dejaré que se le sequen y marchiten las hojas.
La arrancaré fácilmente,
    sin necesidad de un brazo fuerte ni de un gran ejército.
10 Pero cuando la vid sea trasplantada,
    ¿volverá a florecer?
No, se secará
    cuando el viento del oriente sople contra ella.
Morirá en la misma tierra fértil
    donde había crecido tan bien”».

Explicación del enigma

11 Luego recibí este mensaje del Señor12 «Diles a esos rebeldes de Israel: “¿No entienden lo que significa este enigma de las águilas? El rey de Babilonia vino a Jerusalén y se llevó al rey y a los príncipes a Babilonia. 13 Hizo un tratado con un miembro de la familia real y lo obligó a jurarle lealtad. También desterró a los líderes más influyentes de Israel, 14 para que Israel no se fortaleciera nuevamente y se rebelara. Solo si cumplía su tratado con Babilonia podría Israel sobrevivir.

15 »”Sin embargo, este israelita de la familia real se rebeló contra Babilonia y envió embajadores a Egipto para solicitar un gran ejército con muchos caballos. ¿Acaso podrá Israel dejar de cumplir los tratados que hizo bajo juramento sin que haya consecuencias? 16 ¡No! Porque tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, el rey de Israel morirá en Babilonia: el territorio del rey que lo puso en el trono y con quien hizo un tratado que despreció y no cumplió. 17 Ni el faraón con su poderoso ejército podrá ayudar a Israel cuando el rey de Babilonia vuelva a sitiar a Jerusalén y mate a mucha gente. 18 Pues el rey de Israel despreció el tratado y no lo cumplió aun después de jurar que lo haría; así que no escapará.

19 »”Entonces esto dice el Señor Soberano: tan cierto como que yo vivo, lo castigaré por no cumplir mi pacto y por despreciar el juramento solemne que hizo en mi nombre. 20 Arrojaré mi red sobre él y lo capturaré en mi trampa. Lo llevaré a Babilonia y lo juzgaré por haberme traicionado. 21 Todos sus mejores guerreros[a] morirán en batalla y los que sobrevivan serán esparcidos a los cuatro vientos. Entonces ustedes sabrán que yo, el Señor, he hablado.

22 »”Esto dice el Señor Soberano: tomaré una rama de la copa de un cedro alto y la plantaré sobre la cumbre de la montaña más alta de Israel. 23 Se convertirá en un cedro majestuoso, extenderá sus ramas y producirá semillas. Toda clase de aves anidarán en él y encontrarán refugio a la sombra de sus ramas. 24 Todos los árboles sabrán que soy yo, el Señor, quien tala el árbol alto y hace crecer alto el árbol pequeño. Soy yo quien hace secar el árbol verde y le da vida al árbol seco. ¡Yo, el Señor, he hablado y cumpliré lo que he dicho!”»