Noticias | - 9:51 am


Lea la Biblia en un año : 241º día

Lea la Biblia en un año : 241º día

1 Samuel 21 y 22

David huye de Saúl

21 [a]David fue a la ciudad de Nob para ver al sacerdote Ahimelec. Cuando Ahimelec lo vio, se puso a temblar.

—¿Por qué estás solo?—le preguntó—. ¿Por qué nadie te acompaña?

—El rey me envió en un asunto privado—dijo David—. Me pidió que no le contara a nadie por qué estoy aquí. Les dije a mis hombres dónde buscarme después. Ahora bien, ¿qué hay de comer? Dame cinco panes o cualquier otra cosa que tengas.

—No tenemos nada de pan común—respondió el sacerdote—. Pero aquí está el pan sagrado, el cual pueden comer si tus jóvenes no se han acostado con alguna mujer recientemente.

—No te preocupes—le aseguró David—. Nunca permito que mis hombres estén con mujeres cuando estamos en plena campaña. Y ya que se mantienen limpios, aun durante misiones normales, ¡cuánto más en esta!

Como no había otro alimento disponible, el sacerdote le dio el pan sagrado: el pan de la Presencia que se ponía delante del Señor en el tabernáculo. Justo en ese día había sido reemplazado por pan recién horneado.

Aquel día estaba allí Doeg el edomita, jefe de los pastores de Saúl, que había sido detenido delante del Señor.[b]

David le preguntó a Ahimelec:

—¿Tienes una lanza o una espada? El asunto del rey era tan urgente que ¡ni siquiera me dio tiempo de tomar un arma!

—Solo tengo la espada de Goliat el filisteo, a quien tú mataste en el valle de Ela—le contestó el sacerdote—. Está envuelta en una tela detrás del efod. Tómala si quieres, porque es la única que tengo.

—¡Esta espada es sin igual—respondió David—, dámela!

10 Entonces David escapó de Saúl y fue donde el rey Aquis de Gat. 11 Pero a los oficiales de Aquis no les agradaba que David estuviera allí. «¿No es este David, el rey de la tierra?—preguntaron—. ¿No es este a quien el pueblo honra con danzas, y canta:

“Saúl mató a sus miles,
    y David, a sus diez miles”?».

12 David oyó esos comentarios y tuvo mucho miedo de lo que el rey Aquis de Gat pudiera hacer con él. 13 Así que se hizo pasar por loco, arañando las puertas y dejando que la saliva escurriera por su barba.

14 Finalmente, el rey Aquis le dijo a sus hombres:

—¿Tienen que traerme a un loco? 15 ¡Ya tenemos suficientes de ellos aquí! ¿Por qué habría de permitir que alguien como él sea huésped en mi casa?

David en la cueva de Adulam

22 Entonces David salió de Gat y escapó a la cueva de Adulam. Al poco tiempo sus hermanos y demás parientes se unieron a él allí. Luego, comenzaron a llegar otros—hombres que tenían problemas o que estaban endeudados o que simplemente estaban descontentos—, y David llegó a ser capitán de unos cuatrocientos hombres.

Después David se dirigió a Mizpa de Moab, donde le pidió al rey: «Por favor, permite que mi padre y mi madre vivan aquí contigo hasta que sepa lo que Dios tiene pensado para mí». Así que los padres de David se quedaron en Moab con el rey durante todo el tiempo que David vivió en la fortaleza.

Un día el profeta Gad dijo a David: «Deja la fortaleza y vuelve a la tierra de Judá». Entonces David fue al bosque de Haret.

Las noticias de su llegada a Judá pronto alcanzaron a Saúl. En ese momento, el rey estaba sentado debajo de un árbol de tamarisco en la colina de Guibeá, con su lanza en la mano y rodeado de sus oficiales.

—¡Escuchen bien, hombres de Benjamín!—les gritó Saúl a sus oficiales al oír las noticias—. ¿Acaso ese hijo de Isaí les ha prometido a cada uno de ustedes campos y viñedos? ¿Les ha prometido a todos hacerlos generales y capitanes de su ejército[c]¿Es por eso que han conspirado contra mí? Pues ninguno de ustedes me avisó cuando mi propio hijo hizo un pacto solemne con ese hijo de Isaí. Ni siquiera sienten lástima por mí. ¡Imagínense! ¡Mi propio hijo incita al hijo de Isaí para que me mate, tal como está tratando de hacer hoy mismo!

Entonces Doeg el edomita, que se encontraba entre los hombres de Saúl, habló:

—Cuando estaba en Nob, vi al hijo de Isaí hablando con el sacerdote Ahimelec, hijo de Ahitob. 10 Ahimelec consultó al Señor por él. Luego le dio alimento y la espada de Goliat el filisteo.

Masacre de los sacerdotes

11 Entonces el rey Saúl inmediatamente mandó traer a Ahimelec y a toda su familia, quienes servían como sacerdotes en Nob. 12 Cuando llegaron, Saúl le gritó:

—¡Escúchame, hijo de Ahitob!

—¿Qué quiere, mi rey?—le preguntó Ahimelec.

13 —¿Por qué han conspirado contra mí, tú y ese hijo de Isaí?—le preguntó Saúl—. ¿Por qué le diste alimento y una espada? ¿Por qué consultaste a Dios por él? ¿Por qué lo instigaste a matarme, como está tratando de hacer hoy mismo?

14 —Pero señor—respondió Ahimelec—, ¿hay alguien entre todos sus siervos que sea tan fiel como su yerno David? ¡Él es el capitán de su escolta y un miembro altamente honrado de su casa! 15 Por cierto, ¡esta no fue la primera vez que consulté a Dios por él! Que el rey no me acuse a mí y a mi familia de este asunto, porque yo no sabía nada de un complot en contra de usted.

16 —¡Ahimelec, ten por seguro que morirás junto con toda tu familia!—gritó el rey.

17 Y le ordenó a su escolta:

—¡Maten a estos sacerdotes del Señor, porque son aliados de David y conspiradores con él! ¡Ellos sabían que él huía de mí, pero no me lo dijeron!

Pero los hombres de Saúl se negaron a matar a los sacerdotes del Señor.

18 Entonces Saúl le dijo a Doeg:

—Hazlo tú.

Así que ese día Doeg el edomita los atacó y los mató: ochenta y cinco sacerdotes en total que aún llevaban puestas sus vestiduras sacerdotales. 19 Después se dirigió a Nob, la ciudad de los sacerdotes, y mató a las familias de los sacerdotes—hombres y mujeres, niños y recién nacidos—y a todo el ganado, burros, ovejas y cabras.

20 Solamente Abiatar, uno de los hijos de Ahimelec, escapó y huyó a donde estaba David. 21 Cuando le dijo que Saúl había matado a los sacerdotes del Señor22 David exclamó:

—¡Lo sabía! Cuando vi a Doeg el edomita allí ese día, estaba seguro de que se lo contaría a Saúl. Ahora soy responsable de la muerte de toda la familia de tu padre. 23 Quédate aquí conmigo, no tengas miedo; te protegeré con mi propia vida, porque la misma persona quiere matarnos a los dos.

1 Corintios 3

Pablo y Apolos, siervos de Cristo

Amados hermanos, cuando estuve con ustedes, no pude hablarles como lo haría con personas espirituales.[a] Tuve que hablarles como si pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en Cristo. Tuve que alimentarlos con leche, no con alimento sólido, porque no estaban preparados para algo más sustancioso. Y aún no están preparados, porque todavía están bajo el control de su naturaleza pecaminosa. Tienen celos unos de otros y se pelean entre sí. ¿Acaso eso no demuestra que los controla su naturaleza pecaminosa? ¿No viven como la gente del mundo? Cuando uno de ustedes dice: «Yo soy seguidor de Pablo» y otro dice: «Yo sigo a Apolos», ¿no actúan igual que la gente del mundo?

Después de todo, ¿quién es Apolos?, ¿quién es Pablo? Nosotros solo somos siervos de Dios mediante los cuales ustedes creyeron la Buena Noticia. Cada uno de nosotros hizo el trabajo que el Señor nos encargó. Yo planté la semilla en sus corazones, y Apolos la regó, pero fue Dios quien la hizo crecer. No importa quién planta o quién riega; lo importante es que Dios hace crecer la semilla. El que planta y el que riega trabajan en conjunto con el mismo propósito. Y cada uno será recompensado por su propio arduo trabajo. Pues ambos somos trabajadores de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.

10 Por la gracia que Dios me dio, yo eché los cimientos como un experto en construcción. Ahora otros edifican encima; pero cualquiera que edifique sobre este fundamento tiene que tener mucho cuidado. 11 Pues nadie puede poner un fundamento distinto del que ya tenemos, que es Jesucristo.

12 El que edifique sobre este fundamento podrá usar una variedad de materiales: oro, plata, joyas, madera, heno o paja; 13 pero el día del juicio, el fuego revelará la clase de obra que cada constructor ha hecho. El fuego mostrará si la obra de alguien tiene algún valor. 14 Si la obra permanece, ese constructor recibirá una recompensa, 15 pero si la obra se consume, el constructor sufrirá una gran pérdida. El constructor se salvará, pero como quien apenas se escapa atravesando un muro de llamas.

16 ¿No se dan cuenta de que todos ustedes juntos son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios vive en[b] ustedes? 17 Dios destruirá a cualquiera que destruya este templo. Pues el templo de Dios es santo, y ustedes son este templo.

18 Dejen de engañarse a sí mismos. Si piensan que son sabios de acuerdo con los criterios de este mundo, necesitan volverse necios para ser verdaderamente sabios. 19 Pues la sabiduría de este mundo es necedad para Dios. Como dicen las Escrituras:

«Él atrapa a los sabios
    en la trampa de su propia astucia»[c].

20 Y también:

«El Señor conoce los pensamientos de los sabios;
    sabe que no valen nada»[d].

21 Así que no se jacten de seguir a un líder humano en particular. Pues a ustedes les pertenece todo: 22 ya sea Pablo o Apolos o Pedro,[e] o el mundo, o la vida y la muerte, o el presente y el futuro. Todo les pertenece a ustedes, 23 y ustedes pertenecen a Cristo, y Cristo pertenece a Dios.

Ezequiel 1

Visión de los seres vivientes

El 31 de julio[a] de mis treinta años de vida,[b] me encontraba con los judíos en el destierro, junto al río Quebar, en Babilonia, cuando se abrieron los cielos y tuve visiones de Dios. Eso ocurrió durante el quinto año de cautividad del rey Joaquín. (El Señor le dio este mensaje al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, junto al río Quebar, en la tierra de los babilonios;[c] y él sintió que la mano del Señor se apoderó de él).

Mientras miraba, vi una gran tormenta que venía del norte empujando una nube enorme que resplandecía con relámpagos y brillaba con una luz radiante. Dentro de la nube había fuego, y en medio del fuego resplandecía algo que parecía como de ámbar reluciente.[d] Del centro de la nube salieron cuatro seres vivientes que parecían humanos, solo que cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. Las piernas eran rectas, y los pies tenían pezuñas como las de un becerro y brillaban como bronce bruñido. Pude ver que, debajo de cada una de las cuatro alas, tenían manos humanas. Así que cada uno de los cuatro seres tenía cuatro caras y cuatro alas. Las alas de cada ser viviente se tocaban con las de los seres que estaban al lado. Cada uno se movía de frente hacia adelante, en la dirección que fuera, sin darse vuelta.

10 Cada uno tenía cara humana por delante, cara de león a la derecha, cara de buey a la izquierda, y cara de águila por detrás. 11 Cada uno tenía dos pares de alas extendidas: un par se tocaba con las alas de los seres vivientes a cada lado, y el otro par le cubría el cuerpo. 12 Los seres iban en la dirección que indicara el espíritu y se movían de frente hacia delante, en la dirección que fuera, sin darse vuelta.

13 Los seres vivientes parecían carbones encendidos o antorchas brillantes, y daba la impresión de que entre ellos destellaban relámpagos. 14 Y los seres vivientes se desplazaban velozmente de un lado a otro como centellas.

15 Mientras miraba a esos seres vivientes, vi junto a ellos cuatro ruedas que tocaban el suelo; a cada uno le correspondía una rueda. 16 Las ruedas brillaban como si fueran de berilo. Las cuatro ruedas se parecían y estaban hechas de la misma manera; dentro de cada rueda había otra rueda, que giraba en forma transversal. 17 Los seres podían avanzar de frente en cualquiera de las cuatro direcciones, sin girar mientras se movían. 18 Los aros de las cuatro ruedas eran altos y aterradores, y estaban cubiertos de ojos alrededor.

19 Cuando los seres vivientes se movían, las ruedas se movían con ellos. Cuando volaban hacia arriba, las ruedas también subían. 20 El espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Así que a donde fuera el espíritu, iban también las ruedas y los seres vivientes. 21 Cuando los seres se movían, las ruedas se movían. Cuando los seres se detenían, las ruedas se detenían. Cuando los seres volaban hacia arriba, las ruedas se elevaban, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.

22 Por encima de ellos se extendía una superficie semejante al cielo, reluciente como el cristal. 23 Por debajo de esa superficie, dos alas de cada ser viviente se extendían para tocar las alas de los otros, y cada uno tenía otras dos alas que le cubrían el cuerpo. 24 Cuando volaban, el ruido de las alas me sonaba como olas que rompen contra la costa o la voz del Todopoderoso[e] o los gritos de un potente ejército. Cuando se detuvieron, bajaron las alas. 25 Mientras permanecían de pie con las alas bajas, se oyó una voz más allá de la superficie de cristal que estaba encima de ellos.

26 Sobre esta superficie había algo semejante a un trono hecho de lapislázuli. En ese trono, en lo más alto, había una figura con apariencia de hombre. 27 De lo que parecía ser su cintura para arriba, tenía aspecto de ámbar reluciente, titilante como el fuego; y de la cintura para abajo, parecía una llama encendida resplandeciente. 28 Lo rodeaba un halo luminoso, como el arco iris que brilla entre las nubes en un día de lluvia. Así se me presentó la gloria del Señor. Cuando la vi, caí con rostro en tierra, y oí la voz de alguien que me hablaba.