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Lea la Biblia en un año: 185º día

Lea la Biblia en un año: 185º día

Josué 6

Caída de Jericó

Ahora bien, las puertas de Jericó estaban bien cerradas, porque la gente tenía miedo de los israelitas. A nadie se le permitía entrar ni salir. Pero el Señor le dijo a Josué: «Te he entregado Jericó, a su rey y a todos sus guerreros fuertes. Tú y tus hombres de guerra marcharán alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días. Siete sacerdotes caminarán delante del arca; cada uno llevará un cuerno de carnero. El séptimo día, marcharán alrededor de la ciudad siete veces mientras los sacerdotes tocan los cuernos. Cuando oigas a los sacerdotes dar un toque prolongado con los cuernos de carnero, haz que todo el pueblo grite lo más fuerte que pueda. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y el pueblo irá directo a atacar la ciudad».

Entonces Josué reunió a los sacerdotes y les dijo: «Tomen el arca del pacto del Señor y asignen a siete sacerdotes para que caminen delante de ella, cada uno con un cuerno de carnero». Después, dio estas órdenes al pueblo: «Marchen alrededor de la ciudad, los hombres armados irán al frente, delante del arca del Señor».

Después de que Josué le habló al pueblo, los siete sacerdotes con los cuernos de carnero comenzaron a marchar en la presencia del Señor sonando los cuernos mientras marchaban, y el arca del pacto del Señor los seguía. Algunos de los hombres armados marchaban delante de los sacerdotes que llevaban los cuernos, y otros iban detrás del arca mientras los sacerdotes seguían sonando los cuernos. 10 «No griten, ni siquiera hablen—ordenó Josué—. Que no salga ni una sola palabra de ninguno de ustedes hasta que yo les diga que griten. ¡Entonces griten!». 11 Así que, ese día, llevaron el arca del Señor alrededor de la ciudad solo una vez, y luego todos regresaron para pasar la noche en el campamento.

12 Josué se levantó temprano a la mañana siguiente y, una vez más, los sacerdotes cargaron el arca del Señor13 Los siete sacerdotes marcharon delante del arca del Señor sonando los cuernos de carnero. Los hombres armados marcharon delante de los sacerdotes que llevaban los cuernos y detrás del arca del Señor. Durante todo ese tiempo, los sacerdotes no dejaron de sonar los cuernos. 14 Ese segundo día, volvieron a marchar alrededor de la ciudad solo una vez y regresaron al campamento. Hicieron lo mismo durante seis días seguidos.

15 El séptimo día, los israelitas se levantaron al amanecer y marcharon alrededor de la ciudad como lo habían hecho los días anteriores; pero esta vez, dieron siete vueltas alrededor de la ciudad. 16 En la séptima vuelta, mientras los sacerdotes daban el toque prolongado con los cuernos, Josué les ordenó a los israelitas: «¡Griten, porque el Señor les ha entregado la ciudad! 17 Jericó y todo lo que hay en la ciudad deben ser destruidos por completo[a] como una ofrenda al Señor. Solo se les perdonará la vida a Rahab, la prostituta, y a los que se encuentren en su casa, porque ella protegió a nuestros espías.

18 »No se queden con ninguna cosa que esté destinada para ser destruida, pues, de lo contrario, ustedes mismos serán destruidos por completo y traerán desgracia al campamento de Israel. 19 Todo lo que esté hecho de plata, de oro, de bronce o de hierro pertenece al Señor y por eso es sagrado, así que colóquenlo en el tesoro del Señor».

20 Cuando el pueblo oyó el sonido de los cuernos de carnero, gritó con todas sus fuerzas. De repente, los muros de Jericó se derrumbaron, y los israelitas fueron directo al ataque de la ciudad y la tomaron. 21 Con sus espadas, destruyeron por completo todo lo que había en la ciudad, incluidos hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ovejas, cabras, burros y todo el ganado.

22 Mientras tanto, Josué les dijo a los dos espías: «Cumplan su promesa con la prostituta. Vayan a su casa y sáquenla de allí junto con toda su familia».

23 Entonces los hombres que habían sido espías entraron en la casa y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y a todos los demás parientes que estaban con ella. Trasladaron a toda la familia a un lugar seguro, cerca del campamento de Israel.

24 Luego los israelitas quemaron la ciudad y todo lo que había en ella. Solo conservaron las cosas hechas de plata, de oro, de bronce y de hierro para el tesoro de la casa del Señor25 Así que Josué le perdonó la vida a la prostituta Rahab y a los parientes que estaban en su casa, porque ella escondió a los espías que él había enviado a Jericó. Y Rahab vive con los israelitas hasta el día de hoy.

26 En esa ocasión, Josué pronunció la siguiente maldición:

«Que la maldición del Señor caiga sobre cualquiera
    que intente reconstruir la ciudad de Jericó.
A costa de su hijo mayor
    pondrá sus cimientos.
A costa de su hijo menor
    pondrá sus puertas».

27 Así que el Señor estaba con Josué, y la fama de Josué se extendió por todo el territorio.

Salmos 135 y 136

135 ¡Alabado sea el Señor!

¡Alaben el nombre del Señor!
    Alábenlo, ustedes, los que sirven al Señor,
los que sirven en la casa del Señor,
    en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alaben al Señor, porque el Señor es bueno;
    celebren con música su precioso nombre.
Pues el Señor escogió a Jacob para sí,
    a Israel, como su tesoro especial.

Yo conozco la grandeza del Señor:
    nuestro Señor es más grande que cualquier otro dios.
El Señor hace lo que le place
    por todo el cielo y toda la tierra,
    y en los océanos y sus profundidades.
Hace que las nubes se eleven sobre toda la tierra.
    Envía relámpagos junto con la lluvia
    y suelta el viento desde sus depósitos.

Destruyó al primer hijo varón de cada hogar egipcio
    y a las primeras crías de los animales.
Realizó señales milagrosas y maravillas en Egipto
    en contra del faraón y todo su pueblo.
10 Hirió de muerte a grandes naciones
    y masacró a reyes poderosos:
11 a Sehón, rey de los amorreos;
    a Og, rey de Basán,
    y a todos los reyes de Canaán.
12 Entregó sus tierras como herencia,
    como preciada posesión a su pueblo Israel.

13 Tu nombre, oh Señor, permanece para siempre;
    tu fama, oh Señor, se conoce en cada generación.
14 Pues el Señor hará justicia a su pueblo
    y tendrá compasión de sus siervos.

15 Los ídolos de las naciones no son más que objetos de plata y oro;
    manos humanas les dieron forma.
16 Tienen boca pero no pueden hablar,
    tienen ojos pero no pueden ver.
17 Tienen oídos pero no pueden oír,
    tienen boca pero no pueden respirar.
18 Y los que hacen ídolos son iguales a ellos,
    como también todos los que confían en ellos.

19 ¡Oh Israel, alaba al Señor!
    ¡Oh sacerdotes—descendientes de Aarón—, alaben al Señor!
20 ¡Oh levitas, alaben al Señor!
    ¡Todos los que temen al Señor, alaben al Señor!
21 El Señor sea alabado desde Sion,
    porque él vive aquí en Jerusalén.

¡Alabado sea el Señor!
136 ¡Den gracias al Señor, porque él es bueno!
Su fiel amor perdura para siempre.
Den gracias al Dios de dioses.
Su fiel amor perdura para siempre.
Den gracias al Señor de señores.
Su fiel amor perdura para siempre.

Den gracias al único que puede hacer milagros poderosos.
Su fiel amor perdura para siempre.
Den gracias al que hizo los cielos con tanta habilidad.
Su fiel amor perdura para siempre.
Den gracias al que ubicó la tierra en medio de las aguas.
Su fiel amor perdura para siempre.
Den gracias al que hizo las lumbreras celestiales:
Su fiel amor perdura para siempre.
el sol para que gobierne de día,
Su fiel amor perdura para siempre.
y la luna y las estrellas para que gobiernen de noche.
Su fiel amor perdura para siempre.

10 Den gracias al que mató a los hijos mayores de Egipto.
Su fiel amor perdura para siempre.
11 Él sacó a Israel de Egipto.
Su fiel amor perdura para siempre.
12 Actuó con mano fuerte y brazo poderoso.
Su fiel amor perdura para siempre.
13 Den gracias al que separó las aguas del mar Rojo.[a]
Su fiel amor perdura para siempre.
14 Hizo cruzar a salvo a Israel,
Su fiel amor perdura para siempre.
15 pero arrojó al mar Rojo al faraón y a su ejército.
Su fiel amor perdura para siempre.
16 Den gracias al que guio a su pueblo por el desierto.
Su fiel amor perdura para siempre.

17 Den gracias al que hirió de muerte a reyes poderosos.
Su fiel amor perdura para siempre.
18 Mató a reyes poderosos:
Su fiel amor perdura para siempre.
19 a Sehón, rey de los amorreos,
Su fiel amor perdura para siempre.
20 y a Og, rey de Basán.
Su fiel amor perdura para siempre.
21 Dios entregó las tierras de estos reyes como herencia:
Su fiel amor perdura para siempre.
22 como preciada posesión a su siervo Israel.
Su fiel amor perdura para siempre.

23 Él se acordó de nosotros en nuestras debilidades.
Su fiel amor perdura para siempre.
24 Nos salvó de nuestros enemigos.
Su fiel amor perdura para siempre.
25 Él provee alimento a todo ser viviente.
Su fiel amor perdura para siempre.
26 Den gracias al Dios del cielo.
Su fiel amor perdura para siempre.

Isaías 66

66 Esto dice el Señor:

«El cielo es mi trono
    y la tierra es el estrado de mis pies.
¿Podrían acaso construirme un templo tan bueno como ese?
    ¿Podrían construirme un lugar de descanso así?
Con mis manos hice tanto el cielo como la tierra;
    son míos, con todo lo que hay en ellos.[a]
    ¡Yo, el Señor, he hablado!

»Bendeciré a los que tienen un corazón humilde y arrepentido,
    a los que tiemblan ante mi palabra.
Pero a los que escojan sus propios caminos
    y se deleiten en sus pecados detestables,
    no les aceptaré sus ofrendas.
Cuando tales personas sacrifiquen un toro,
    será tan inaceptable como un sacrificio humano.
Cuando sacrifiquen un cordero,
    será como si hubieran sacrificado un perro.
Cuando traigan una ofrenda de grano,
    igual sería que ofrecieran sangre de cerdo.
Cuando quemen incienso,
    será como si hubieran bendecido a un ídolo.
Yo les enviaré grandes dificultades:
    todas las cosas que ellos temían.
Pues cuando los llamé, no me respondieron.
    Cuando les hablé, no me escucharon.
Pecaron deliberadamente ante mis propios ojos
    y escogieron hacer lo que saben que yo desprecio».

Escuchen este mensaje del Señor,
    ustedes que tiemblan ante sus palabras:
«Su propio pueblo los odia
    y los expulsa por ser leales a mi nombre.
“¡Que el Señor sea honrado!—se burlan—.
    ¡Alégrense en él!”.
    Pero ellos serán avergonzados.
¿Qué es ese alboroto que hay en la ciudad?
    ¿Qué es ese ruido tan terrible que viene del templo?
Es la voz del Señor,
    vengándose de sus enemigos.

»Aun antes de que comenzaran los dolores de parto,
    Jerusalén dio a luz un hijo.
¿Acaso alguien ha visto algo tan extraño como esto?
    ¿Quién ha oído hablar de algo así?
¿Acaso ha nacido una nación en un solo día?
    ¿Acaso ha surgido un país en un solo instante?
Pero para cuando le comiencen los dolores de parto a Jerusalén,[b]
    ya habrán nacido sus hijos.
¿Llevaría yo a esta nación al punto de nacer
    para después no dejar que naciera?—pregunta el Señor—.
¡No! Nunca impediría que naciera esta nación»,
    dice su Dios.

10 «¡Alégrense con Jerusalén!
    Gócense con ella, todos ustedes que la aman
    y ustedes que se lamentan por ella.
11 Beban abundantemente de su gloria,
    como bebe un pequeño hasta saciarse de los pechos consoladores de su madre».

12 Esto dice el Señor:
«Yo le daré a Jerusalén un río de paz y de prosperidad.
    Las riquezas de las naciones fluirán hacia ella.
Sus hijos se alimentarán de sus pechos;
    serán llevados en sus brazos y sostenidos en sus piernas.
13 Los consolaré allí, en Jerusalén,
    como una madre consuela a su hijo».

14 Cuando vean estas cosas, su corazón se alegrará.
    Florecerán como la hierba.
Todos verán la mano de bendición del Señor sobre sus siervos,
    y su ira contra sus enemigos.
15 Miren, el Señor viene con fuego,
    y sus veloces carros de guerra retumban como un torbellino.
Él traerá castigo con la furia de su ira
    y con el ardiente fuego de su dura reprensión.
16 El Señor castigará al mundo con fuego
    y con su espada.
Juzgará a la tierra
    y muchos morirán a manos de él.

17 «Los que se “consagran” y se “purifican” en un huerto sagrado con su ídolo en el centro, celebrando con carne de cerdo, de rata y con otras carnes detestables, tendrán un final terrible», dice el Señor.

18 «Yo puedo ver lo que están haciendo y sé lo que están pensando. Por eso reuniré a todas las naciones y a todos los pueblos, y ellos verán mi gloria. 19 Realizaré una señal entre ellos y enviaré a los sobrevivientes a que lleven mi mensaje a las naciones: a Tarsis, a los libios[c] y a los lidios[d] (que son famosos arqueros), a Tubal y a Grecia[e] y a todas las tierras más allá del mar que no han oído de mi fama ni han visto mi gloria. Allí declararán mi gloria ante las naciones. 20 Ellos traerán de regreso al remanente de sus hermanos de entre las naciones y los llevarán a mi monte santo en Jerusalén, como ofrenda al Señor. Irán a caballo, en carros de guerra, en carretas, en mulas y en camellos—dice el Señor—; 21 y nombraré a algunos de ellos para que sean mis sacerdotes y levitas. ¡Yo, el Señor, he hablado!

22 »Tan cierto como que mis cielos nuevos y mi tierra nueva permanecerán,
    así también ustedes serán mi pueblo para siempre,
con un nombre que nunca desaparecerá
    —dice el Señor—.
23 Toda la humanidad vendrá a adorarme
    semana tras semana
    y mes tras mes.
24 Y cuando salgan, verán
    los cadáveres de los que se han rebelado contra mí.
Los gusanos que los devoran nunca morirán,
    y el fuego que los quema nunca se apagará.
Todos los que pasen por allí
    se llenarán de horror absoluto».