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Lea la Biblia en un año : 159º día

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Deuteronomio 12

El lugar de adoración elegido por Dios

12 »Estos son los decretos y las ordenanzas que debes asegurarte de obedecer cuando vivas en la tierra que te da el Señor, Dios de tus antepasados. Obedécelos todos los días de tu vida.

»Cuando expulses a las naciones que viven allí, deberás destruir todos los lugares donde rinden culto a sus dioses—sobre las cimas de las montañas y de los cerros, y debajo de todo árbol frondoso—; destruye sus altares y destroza sus columnas sagradas. ¡Quema los postes dedicados a la diosa Asera y derriba los ídolos tallados! ¡Borra por completo el nombre de sus dioses!

»No adores al Señor tu Dios de la manera en que esos pueblos paganos rinden culto a sus dioses. Más bien, busca al Señor tu Dios en el lugar de adoración que él mismo elegirá entre todas las tribus, el lugar donde su nombre será honrado. Allí llevarás tus ofrendas quemadas, tus sacrificios, tus diezmos, tus ofrendas sagradas, las ofrendas para cumplir tus juramentos, tus ofrendas voluntarias y las ofrendas de las primeras crías de tus manadas y rebaños. Allí, en la presencia del Señor tu Dios, comerás hasta quedar satisfecho junto con tus familias, y te alegrarás por todo lo que hayas logrado gracias a la bendición del Señor tu Dios.

»Tu modelo de adoración tendrá que cambiar. Ahora cada uno hace lo que quiere porque aún no has llegado al lugar de descanso, a la tierra que el Señor tu Dios te da como preciada posesión. 10 Sin embargo, pronto cruzarás el río Jordán y vivirás en la tierra que el Señor tu Dios te da. Cuando él te dé descanso de todos tus enemigos y estés viviendo a salvo en esa tierra, 11 deberás llevar todo lo que yo te ordeno—tus ofrendas quemadas, sacrificios, diezmos, ofrendas sagradas y ofrendas para cumplir tus juramentos—al lugar de adoración designado, el lugar que el Señor tu Dios elija para que su nombre sea honrado.

12 »Celebra allí, en presencia del Señor tu Dios, con tus hijos e hijas y todos tus sirvientes. Y acuérdate de incluir a los levitas que vivan en tus ciudades, porque ellos no van a recibir ninguna asignación de tierra como las demás tribus. 13 Asegúrate de no sacrificar tus ofrendas quemadas donde se te ocurra. 14 Solamente podrás hacerlo en el lugar que el Señor elija en el territorio de una de las tribus. Allí presentarás tus ofrendas quemadas y harás todo lo que yo te ordeno.

15 »Puedes matar tus animales y comer su carne en cualquier ciudad y cuando quieras. Puedes comer sin impedimento los animales con los que el Señor tu Dios te haya bendecido. Todo el pueblo, esté o no ceremonialmente puro, podrá comer la carne de esos animales, así como ahora come la carne de gacela y de ciervo. 16 Pero por ninguna razón consumas la sangre, sino derrámala sobre la tierra como si fuera agua.

17 »Sin embargo, en la ciudad donde vivas, no podrás comer de tus ofrendas: sea la décima parte de tu grano y vino nuevo y aceite de oliva, o las primeras crías de tus rebaños y manadas, o cualquier ofrenda para cumplir un juramento, o tus ofrendas voluntarias, o tus ofrendas sagradas. 18 Todas estas las comerás en la presencia del Señor tu Dios, en el lugar que él elija. Lo harás allí con tus hijos, tus sirvientes y los levitas que vivan en tus ciudades, y celebrarás en la presencia del Señor tu Dios cada cosa que haces. 19 Y ten mucho cuidado de no desamparar a los levitas mientras vivas en tu tierra.

20 »Cuando el Señor tu Dios expanda tu territorio, tal como lo prometió, y tengas ganas de comer carne, podrás comer carne con libertad cada vez que lo desees. 21 Podría ser que el lugar de adoración designado—el lugar que el Señor tu Dios elija para que su nombre sea honrado—quede muy lejos de tu hogar. De ser así, podrás matar cualquier animal que el Señor te haya dado, tanto del ganado como ovejas o cabras, y comer su carne sin impedimento en la ciudad donde vives, tal como te ordené. 22 Cualquier persona del pueblo, esté o no ceremonialmente pura, podrá comer de esa carne como ahora comes de las gacelas y de los ciervos. 23 Pero nunca consumas la sangre, porque la sangre es vida, y no deberás consumir la vida con la carne. 24 En cambio, derrama la sangre sobre la tierra como si fuera agua. 25 No consumas la sangre, para que todo te salga bien a ti y a todos tus descendientes, porque estarás haciendo lo que al Señor le agrada.

26 »Lleva todo lo que hayas consagrado y también las ofrendas para cumplir tus juramentos al lugar que el Señor elija. 27 Debes presentar la carne y la sangre de tus ofrendas quemadas sobre el altar del Señor tu Dios. Debes derramar la sangre de los otros sacrificios sobre el altar del Señor tu Dios, pero puedes comer la carne. 28 Asegúrate de obedecer todos mis mandatos, para que te vaya bien a ti y a todos tus descendientes, porque así estarás haciendo lo que es bueno y agradable ante el Señor tu Dios.

29 »Cuando el Señor tu Dios vaya delante de ti y destruya a las naciones, y tú las expulses y te apoderes de su tierra, 30 no caigas en la trampa de seguir sus costumbres ni de rendir culto a sus dioses. No preguntes acerca de sus dioses diciendo: “¿De qué manera rinden culto estas naciones a sus dioses? Yo quiero hacer lo mismo”. 31 Tú no adorarás al Señor tu Dios de la manera que las otras naciones rinden culto a sus dioses, llevando a cabo en honor de ellos toda clase de actos detestables que el Señor odia. Hasta sacrifican a sus hijos y a sus hijas en el fuego como ofrenda a sus dioses.

32 [a]»Por lo tanto, asegúrate de obedecer todos los mandatos que te doy. No les agregues ni les quites nada.

Salmos 97 y 98

97 ¡El Señor es rey!
    ¡Que se goce la tierra!
    ¡Que se alegren las costas más lejanas!
Nubes oscuras lo rodean.
    La rectitud y la justicia son el cimiento de su trono.
Fuego se extiende delante de él
    y calcina a todos sus enemigos.
Sus relámpagos destellan por el mundo;
    la tierra lo ve y tiembla.
Las montañas se derriten como cera delante del Señor,
    delante del Señor de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia;
    toda nación ve su gloria.
Los que rinden culto a ídolos quedan deshonrados
    —todos los que se jactan de sus inútiles dioses—,
    pues todos los dioses tienen que inclinarse ante él.
¡Jerusalén[a] oyó y se alegró,
    y todas las ciudades de Judá están felices
    a causa de tu justicia, oh Señor!
Pues tú, oh Señor, eres supremo en toda la tierra,
    exaltado muy por encima de todos los dioses.

10 ¡Ustedes, los que aman al Señor, odien el mal!
    Él protege la vida de sus justos
    y los rescata del poder de los perversos.
11 La luz brilla sobre los justos,
    y la alegría sobre los de corazón recto.
12 ¡Que todos los justos se alegren en el Señor
    y alaben su santo nombre!

Salmo.

98 Canten al Señor una nueva canción,
    porque ha hecho obras maravillosas.
Su mano derecha obtuvo una poderosa victoria;
    su santo brazo ha mostrado su poder salvador.
El Señor anunció su victoria
    y reveló su justicia a toda nación.
Recordó su promesa de amar y de ser fiel a Israel.
    ¡Los extremos de la tierra han visto la victoria de nuestro Dios!

Aclamen al Señor, habitantes de toda la tierra;
    ¡prorrumpan en alabanza y canten de alegría!
Canten alabanzas al Señor con el arpa,
    con el arpa y dulces melodías,
con trompetas y el sonido del cuerno de carnero.
    ¡Toquen una alegre sinfonía delante del Señor, el Rey!

¡Que el mar y todo lo que contiene le exclamen alabanzas!
    ¡Que se le unan la tierra y todas sus criaturas vivientes!
¡Que los ríos aplaudan con júbilo!
    Que las colinas entonen sus cánticos de alegría
delante del Señor,
    porque viene a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia,
    y a las naciones con imparcialidad.

Isaías 40

Consuelo para el pueblo de Dios

40 «Consuelen, consuelen a mi pueblo
    —dice su Dios—.
Hablen con ternura a Jerusalén
y díganle que se acabaron sus días tristes
    y que sus pecados están perdonados.
Sí, el Señor le dio doble castigo
    por todos sus pecados».

¡Escuchen! Es la voz de alguien que clama:
«¡Abran camino a través del desierto
    para el Señor!
¡Hagan una carretera derecha a través de la tierra baldía
    para nuestro Dios!
Rellenen los valles
    y allanen los montes y las colinas;
enderecen las curvas
    y suavicen los lugares ásperos.
Entonces se revelará la gloria del Señor
    y todas las personas la verán.
    ¡El Señor ha hablado!»[a].

Una voz dijo: «¡Grita!».
    Y yo pregunté: «¿Qué debo gritar?».

«Grita que los seres humanos son como la hierba.
    Su belleza se desvanece tan rápido
    como las flores en un campo.
La hierba se seca y las flores se marchitan
    bajo el aliento del Señor.
    Y así sucede también con los seres humanos.
La hierba se seca y las flores se marchitan,
    pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre».

¡Oh Sion, mensajera de buenas noticias,
    grita desde las cimas de los montes!
Grítalo más fuerte, oh Jerusalén.[b]
    Grita y no tengas miedo.
Diles a las ciudades de Judá:
    «¡Aquí viene su Dios!».
10 Sí, el Señor Soberano viene con poder
    y reinará con brazo poderoso.
    Miren, él trae consigo su recompensa.
11 Alimentará su rebaño como un pastor;
    llevará en sus brazos los corderos
y los mantendrá cerca de su corazón.
    Guiará con delicadeza a las ovejas con crías.

No existe otro que se iguale al Señor

12 ¿Quién ha sostenido los océanos en la mano?
    ¿Quién ha medido los cielos con los dedos?
¿Quién sabe cuánto pesa la tierra,
    o ha pesado los montes y las colinas en una balanza?
13 ¿Quién puede dar consejos al Espíritu del Señor?[c]
    ¿Quién sabe lo suficiente para aconsejarlo o instruirlo?
14 ¿Acaso el Señor alguna vez ha necesitado el consejo de alguien?
    ¿Necesita que se le instruya sobre lo que es bueno?
¿Le enseñó alguien al Señor lo que es correcto,
    o le mostró la senda de la justicia?

15 No, porque todas las naciones del mundo
    no son más que un grano de arena en el desierto.
No son más que una capa de polvo
    sobre la balanza.
Él levanta el mundo entero
    como si fuera un grano de arena.
16 Toda la madera de los bosques del Líbano
    y todos los animales del Líbano no serían suficientes
    para presentar una ofrenda quemada digna de nuestro Dios.
17 Las naciones del mundo no valen nada para él.
    Ante sus ojos, cuentan menos que nada;
    son solo vacío y espuma.

18 ¿Con quién podemos comparar a Dios?
    ¿Qué imagen se puede encontrar que se le parezca?
19 ¿Se le puede comparar con un ídolo formado en un molde,
    revestido de oro y decorado con cadenas de plata?
20 Y si la gente es demasiado pobre para eso,
    al menos escogen una madera que no se pudre
y un artesano habilidoso
    ¡para que talle una imagen que no se caiga!

21 ¿Acaso no han oído? ¿No entienden?
    ¿Están sordos a las palabras de Dios,
las palabras que habló antes de que existiera el mundo?
    ¿Son tan ignorantes?
22 Dios se sienta sobre el círculo de la tierra;
    la gente que hay abajo le parecen saltamontes.
Él despliega los cielos como una cortina,
    y hace con ellos su carpa.
23 Él juzga a los poderosos del mundo
    y los reduce a nada.
24 Apenas comienzan, recién están echando raíces,
    cuando él sopla sobre ellos y se marchitan;
    se los lleva el viento como a la paja.

25 «¿Con quién me compararán?
    ¿Quién es igual a mí?», pregunta el Santo.

26 Levanten la mirada a los cielos.
    ¿Quién creó todas las estrellas?
Él las hace salir como un ejército, una tras otra,
    y llama a cada una por su nombre.
A causa de su gran poder y su incomparable fuerza,
    no se pierde ni una de ellas.
27 Oh Jacob, ¿cómo puedes decir que el Señor no ve tus dificultades?
    Oh Israel, ¿cómo puedes decir que Dios no toma en cuenta tus derechos?
28 ¿Acaso nunca han oído?
    ¿Nunca han entendido?
El Señor es el Dios eterno,
    el Creador de toda la tierra.
Él nunca se debilita ni se cansa;
    nadie puede medir la profundidad de su entendimiento.
29 Él da poder a los indefensos
    y fortaleza a los débiles.
30 Hasta los jóvenes se debilitan y se cansan,
    y los hombres jóvenes caen exhaustos.
31 En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas;
    volarán alto, como con alas de águila.
Correrán y no se cansarán;
    caminarán y no desmayarán.