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Su palabra

Su palabra

Pocos conocen el poder de la palabra, y menos aquella que sale de la boca de una mujer. Es verdad que la palabra de una mujer tiene mucha fuerza cuando es dirigida a un hombre. En ese caso, la cosa es muy seria.

La Biblia dice que la lengua es como una pequeña llama, la cual enciende un gran fuego que puede destruir bosques inmensos. La palabra de una mujer tiene tanta influencia, que el diablo la usó para hacer caer al hombre. Ella no necesita participar de movimientos feministas para intentar imponer sus derechos, pues ya los tiene cuando usa su lengua.

Por eso también es que el Espíritu Santo orienta para que las mujeres sean sumisas a sus propios maridos. Esa sumisión en amor encuentra refugio en el corazón de la mujer, que, a causa de eso mismo, comprende esa relación. Se dice, con mucha propiedad que, en el hogar, el marido es la cabeza y la mujer, el corazón.

A los hijos de Israel se les prohíbe hasta hoy día casarse con personas que no sean de la fe judaica. La razón de eso es muy simple: Dios no quiere que Su pueblo santo se contamine con otro pueblo que no tiene nada que ver con Él. Además, es porque el diablo usa con mucha frecuencia el poder de la influencia de las mujeres para desvirtuar la fe del hombre. Por eso, bajo la ley de Moisés, el matrimonio mixto estaba definitivamente prohibido, puesto que las mujeres de los pueblos vecinos eran adoradoras de dioses falsos cuyos ritos inducían a la corrupción de las costumbres.

La mujer que desea servir a Dios como instrumento de Su voluntad, necesita estar consciente de que su palabra tiene que ser moderada, pensada y ponderada. Ella debe ser breve y tardía en el hablar. El apóstol Santiago, dirigido por el Espíritu de Dios, dijo: “Todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo” (Santiago 3:2).

Está claro que todas las personas deben tener el máximo de cuidado al hablar, incluso los hombres. Pero aquí estamos enfocando a la mujer que pretende ser de Dios.

La mujer de Dios tiene discreción y sabiduría en su hablar, por eso ella es sabia y por eso, ella es de Dios.

Continuará…

Libro: El Perfil de la Mujer de Dios

Autor: Obispo Edir Macedo